viernes, 30 de noviembre de 2018

Hacer posible lo imposible, no estás llamado para otra cosa



En nuestro andar por la vida nos encontraremos en situaciones que prácticamente podríamos decir son insalvables, imposibles de remontar, esto es una realidad, pero no necesariamente tiene que ser nuestra realidad ya que estamos llamados a incluso ir más allá.

No puede negarse que en muchas ocasiones los problemas y obstáculos que enfrentamos en la vida pueden parecer insalvables, pero también debemos reconocer que en muchas  ocasiones, eso que se creía imposible de remontar ha sido superado de manera airosa, lo anterior entonces implica una diferencia entre la realidad y nuestra percepción de la misma.

La realidad corresponde a las cosas como son, pero esa realidad, al ser percibida por nosotros, adquiere un sesgo relacionado con nuestra experiencia, nuestra cultura, nuestra historia, nuestras expectativas  e incluso nuestros miedos.

De esta forma es correcto señalar que en verdad la realidad nunca podemos percibirla como objetivamente es sino que siempre estará aderezada de lo que nosotros mismos somos.

Tomando en consideración esto es muy temerario señalar una característica de la realidad como si esta fuera la verdad última y absoluta, más que lo que de esa realidad percibimos.

Y si esto es válido para la realidad de igual forma es válido para aquellas situaciones que vienen aparejadas con nuestra existencia en esa realidad y que identificamos como problemas, como retos.

Siguiendo este orden de ideas, los problemas y retos que enfrentamos en nuestra vida existen de una forma objetiva, eso no puede negarse, pero son percibidos de una forma subjetiva, como ya se ha comentado.

Dado que son percibidos de una forma subjetiva uno no puede de manera tajante y contundente señalar de dichos problemas y retos que estos son insalvables, imposibles de resolver, cuando mucho uno pudiera expresar que así a uno le parecen.

Pero dado que ese pensamiento limita, lo mejor es enfrentar esos retos, esos problemas que parezcan insalvables, imposibles de resolver, con el mejor de los ánimos para determinar si la realidad es compatible con nuestra percepción, siendo que en muchos casos, eso que parecía imposible será hecho a través de nosotros posible.

En la vida podremos lograr unas cosas y es mucho muy probable que no logremos otras, independientemente de esto, el compromiso que tenemos con nosotros mismos siempre es dar, en todo y para todo, lo mejor de uno, después de todo hacer posible lo imposible, no estás llamado para otra cosa.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/iisYrVQp_NQ


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viernes, 23 de noviembre de 2018

Todo llega en su momento justo, pero de uno depende el saber aprovecharlo



La vida está llena de oportunidades. Aunque en muchas ocasiones pensemos estas retrasan su aparición esto no es así, pero lo que sí es verdad es que las mismas deben ser reconocidas y uno debe estar en capacidad de aprovecharlas, para usarlas en la construcción de nuestro proyecto de vida.

La vida es un camino donde en ocasiones aparecen ciertas oportunidades lo mismo de tener o de ser más, de igual forma puede ser que en ocasiones pensemos que las oportunidades no se presentan aunque nos consideremos listos; lo importante de esto es que cuando se presenten sepamos aprovecharlas.

Aprovechar una oportunidad implica no sólo el darse cuenta de ella, sino el tener la capacidad para usarla a nuestro favor. ¿Cuántas veces se han ido de nuestras manos oportunidades simplemente porque no pudimos aprovecharlas? Más sin embargo estas se presentaron.

Es así como el darse cuenta de una oportunidad apenas es un aspecto de saber aprovecharlas, de hecho ni siquiera es el primero pues el primero sería estar preparado para usarla en nuestro proyecto de vida. Ante esto surge la pregunta ¿cómo puede estar preparado uno para lo que no sabe pueda presentarse?

La pregunta anterior es válida, y su respuesta permitirá entender por qué toda oportunidad llega en su momento justo. La respuesta a la pregunta anterior es que para estar preparado para aprovechar las oportunidades que se nos presenten pasa por explotar, por llevar al máximo, las capacidades con las que contamos.

Aprovechar una oportunidad, o  más bien, estar en capacidad de aprovecharla, no resulta de estar indolente, sin preparación (de cualquier tipo), sin entrenamiento (de cualquier tipo), sin formación (de cualquier tipo), necesaria y forzosamente implicará que constantemente estemos trabajando en los dones, atributos y características que tengamos para pulirlos, afinarlos, prepararlos para cuando surja la oportunidad.

Con lo anterior en mente podemos ver entonces como es que todo llega en su momento justo, claro: si es que en efecto estamos trabajando constantemente en nosotros mismos como se ha indicado anteriormente. ¿Por qué? Porque si estamos constantemente trabajando en nosotros mismos al grado de estar al máximo de nuestras potencialidades, de nuestras capacidades, hemos de aprovechar las oportunidades hechas para nosotros, siendo que aquellas que no podamos aprovechar de plano no eran para nosotros pues excedían lo que éramos, lo que teníamos para dar.

Lo anterior, repito, sólo es válido para quien constantemente está trabajando en sí mismo y está al 100, como coloquialmente se dice, en sus capacidades, de otra forma no aplica pues el que no aprovecha una oportunidad por no haber trabajado consigo mismo, sea por desidia o negligencia, en realidad puede decirse que no aprovechó la oportunidad que bien pudo ser para él.

Las oportunidades siempre se nos estarán presentando en nuestra vida, el problema no es ese sino tener uno la capacidad de identificarlas y de igual forma estar uno en posibilidad de usarlas en la construcción de nuestro proyecto de vida, ya que todo llega en su momento justo, pero de uno depende el saber aprovecharlo.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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viernes, 16 de noviembre de 2018

Pensamiento y sentimiento, dos fuerzas que pueden cambiar al mundo ¡y que son tuyas!



Si pensamos un poco en el devenir de la historia humana podremos ver que los grandes cambios, aquellas situaciones que generaron un giro en la historia tiene una idea detrás de ello, idea que da dirección, y una emoción en la misma, emoción que da fuerza.

Cuando se le pregunta a alguien que si qué es lo que requiere, lo más importante para lograr algo en la vida, la mayoría de las veces se refieren a los insumos para ello: tiempo, dinero o esfuerzo, y si bien es cierto eso es apenas el inter entre el lugar donde uno está y a dónde desea llegar, pero más allá de ello está el inicio de todo.

Este inicio, como mucho en la historia de la humanidad y en la historia personal de cada quien, tiene que ver con una idea que nace en el interior colectivo o de cada uno de nosotros. Esa idea va mostrando aspectos que terminan seduciendo a quien la incuba haciendo casi imperiosa la necesidad de concretizarla.

Pero la idea sólo es la mitad del binomio respecto del tema que estamos tratando, la otra parte es el sentimiento que en cada quien hace nazca, crezca, se fortalezca, y que lleva a generar la fuerza, el combustible, por así decirlo, necesario para avanzar en la consecución de lo deseado.

Si hacemos en este momento un alto y vemos la historia de la humanidad o la historia personal de cada quien, sin duda podremos ubicar en los inicios de todo cambio, de todo giro, ambas variables: las ideas y las emociones.

Ahora bien, ideas y emociones no nos son ajenas pues todos, por el simple hecho de formar parte de la humanidad las tenemos, es cuestión de darle un uso correcto a ello entendiendo por uso correcto la prioridad en el orden de las ideas y el uso eficiente de las emociones inherentes.

Al mencionar la correcta prioridad de las ideas nos referimos a que si bien todos tenemos muchas ideas en la mente, ideas que incluso pueden ser consideradas como sueños, metas y objetivos, es más que evidente que dado lo limitado de recursos que tenemos, debemos sopesar todas esas ideas y en un orden de importancia, de mayor a menor, debemos darles la prioridad requerida.

De igual forma cuando se menciona el uso eficiente de las emociones quiere decirse que, aunque muchas cosas, muchos eventos, nos generan día con día un sinfín de emociones, estas deben en cierta forma sino contenerse al menos dirigirse para que no vayan desbocadamente hacia cualquier dirección desgastándonos, sino que se enfoquen con pasión, energía y dinamismo hacia aquellas ideas que en prioridad hemos establecido.

Las ideas y las emociones, propias del ser humano, han demostrado que pueden modificar la historia de la humanidad, de igual forma bien aplicada pueden darle dirección a tu vida y darte la fuerza para avanzar en ella, después de todo pensamiento y sentimiento, dos fuerzas que pueden cambiar al mundo ¡y que son tuyas!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 9 de noviembre de 2018

Un error no te hace peor, te hace mejor si aprendes algo de él



Todos en nuestro andar por la vida tropezamos, caemos, pero de esos que podríamos llamar errores e incluso fracasos podemos aprender algo que nos ayude a ser las personas de excelencia que estamos llamadas a ser.

Sin duda alguna a nadie nos gusta tropezar por la vida. Los errores, los fracasos, no son precisamente algo que nos haga sentir bien ni mucho menos que podamos mostrar, pero con todo y ello sí pueden llegar a ser algo de lo que podamos aprender  y por ende ser mejores.

Cuando uno plantea algo positivo como resultado de algo tan negativo como el tropezarse o caer en la vida, de inicio puede parecer como un absurdo, pero si uno lo piensa detenidamente de toda situación adversa algo puede aprenderse, más si uno se enfoca en el origen, el desarrollo y el resultado de la adversidad.

En cuanto al origen, una verdad de perogrullo es que todo sucede por algo, y está bien pensarlo así, pero en el caso de los tropiezos, las caídas, esta verdad debe llevarse a un sentido práctico que nos permita identificar las causas que originaron la adversidad, sobre todo si esas causas son imputables a uno mismo.

En cuanto al desarrollo, es menester identificar los factores que llevaron al tropiezo, al fracaso, pero que fueron parte del cómo se fueron dando las cosas, esto porque hay ocasiones en que algo inicia bien pero de igual forma algo en el camino termina por desbarrancar el trayecto inicial. Al igual que el caso anterior, el énfasis debe estar en las responsabilidades personales de ello.

Por último, en cuanto a los resultados, el enfoque de análisis no debe estar en lo negativo que en sí mismo es el tropiezo, la caída,  sino más bien en aquellas cosas que podamos aprender de lo que se ha obtenido.

En todos estos análisis el énfasis, como se comentó, está puesto en las responsabilidades que uno mismo pudo haber tenido en los tropiezos, las caídas, esto por una causa muy lógica: sólo lo que pensamos, lo que hacemos, vaya, lo que somos, es lo que en cierta forma podemos controlar.

Lo anterior no quiere decir que no debamos analizar aquellos factores ajenos a nuestro control que tuvieron incidencia en el tropiezo, en la caída, claro que deben ser analizados si algo de ello puede aprenderse, pero no perder mucho el tiempo en ello como si el control de los mismos dependiera de nosotros.

Cada tropiezo, cada caída en esta vida conlleva una enseñanza, algo de lo que podemos aprender para con ello avanzar de manera decidida en la construcción de nuestro proyecto de vida, así que no lo olvides: Un error no te hace peor, te hace mejor si aprendes algo de él.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 2 de noviembre de 2018

No uses tus problemas como rocas en tu cuello que detengan sino como peldaños a tus pies que te hagan subir



Si el hecho de caminar, físicamente hablando, conlleva tropezones y caídas, con mayor razón cuando hablamos de un caminar por la vida; esos tropezones, esas caídas, pueden convertirse en dos cosas: o bien cargas que nos dobleguen por su peso al caminar vía autorecriminaciones, o bien como lecciones de las cuales podemos aprender para ser mejores en nuestro andar.

Dicen que el éxito tiene muchos padres mientras que la derrota siempre es huérfana, y es verdad pues los logros son algo de lo que uno puede ostentarse mientras que los fracasos, por el contrario, uno no quiere ni verlos ni mencionarlos.

En ese mismo orden de ideas fíjate cómo es que para cada caída, cada tropiezo, siempre existe una justificación, algo o alguien, ajeno a uno, sobre el que recae la responsabilidad de lo que no se ha logrado, de lo que no se ha conseguido.

Pero de esa autocomplacencia es muy fácil pasar a una recriminación donde a causa de los errores que se cometen, uno va desarrollando un carácter amargo, deprimido, ante la vida.

Es cierto que los errores, los fracasos, a nadie nos gustan, pero es muy distinto el dolor, la molestia pasajera que pudiera experimentarse, aprendiendo de la experiencia, a quedarse rumiando la amargura y no solo no aprender de lo sucedido sino ni siquiera seguir avanzando.

Cada error, cada caída, es una oportunidad de aprender, de ser mejores, esto porque necesariamente nos mostrarán un área de oportunidad que no habíamos trabajo: nuestros conocimientos, nuestras habilidades, nuestras actitudes, nuestros valores. Claro, esto en el caso de que el error, la caída, puedan decirse fueron mayormente por nuestra responsabilidad.

Pero incluso aunque hayan sido factores externos los que mayormente tuvieron que ver con ese error, con esa caída, lo que nos queda de esa experiencia puede circunscribirse en el ámbito de la humildad que debemos tener pues ni lo sabemos todo ni lo podemos todo.

Es así como sea que uno aprenda de la experiencia para intentarlo de nuevo con más y mejores recursos, o bien que reconozca que uno no puede lograr todo por sí y para sí, el resultado de cada error, cada caída, puede ser positivo para nuestra vida si es que optamos por sacar de ello lo mejor que podamos.

Cada situación adversa que experimentamos y que deviene en un tropezón, en una caída en la vida, puede convertirse en algo que nos detenga en nuestro andar o bien que nos impulse a un mejor caminar, finalmente tu decidirás, así que no uses tus problemas como rocas en tu cuello que detengan sino como peldaños a tus pies que te hagan subir.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/mMuP8fta4Io


También puede descargarse gratis el libro  “Hasta el tiempo del fin - Profundidad y Alcance de las Profecías de Daniel-, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)