A nadie le gusta hablar del final de la vida. Es un tema
que inhibe, que incluso atemoriza, pero si lo vemos desde una perspectiva
correcta, esa visión puede darnos sobriedad en nuestra vida pues nos permitirá
priorizar aquello que realmente vale la pena.
“Todo lo que empieza, tiene que acabar”, reza un refrán y
esto aplica también a nuestra vida. El tema, sin embargo, es para muchos
delicado llegando incluso a ser un tabú el referirse a él so pena de causar
incomodidad en los interlocutores. Curiosamente hay dos tipos de personas que
sí abordan el tema: lo del disfrute y los de la sobriedad.
Los del disfrute son aquellos que ante “la vida es corta”
adoptan un “vive ahora y vive al máximo” lo que bien entendido puede usarse
para aprovechar todas las oportunidades que se presenten para llegar a ser la
persona de excelencia que estamos llamados a ser, pero que en la mayoría de los
casos invita a un vivir sin frenos la vida ya que como esta termina hay que
hacer de todo mientras se pueda.
El otro grupo, los de la sobriedad, son aquellos que para
nada son lúgubres, tristes o grises en su vida, como alguien podría pensar por
el adjetivo usado, sino que de manera sensata y consciente se dan cuenta del
final que se acerca y priorizan sus acciones para hacer de esta vida, su única vida,
una obra maestra.
Pensar en un final que se acerca año con año, mes con
mes, día con día, permite dejar pasar aquellas pequeñas inconveniencias que la
misma vida tiene, de igual forma permite priorizar lo que uno desea y los
recursos que en ello aplica pues ante lo corto de la vida lo óptimo es sacar de
ella lo mejor que uno pueda.
Eso “lo mejor que uno pueda” se refiere a lo mejor que
uno puede llegar a ser, no a vivirla de la manera más agradable y placentera,
ya que en ocasiones ese “lo mejor que uno pueda” requiere de ciertos
sacrificios.
Lo anterior puede verse como una competencia deportiva.
Los participantes con años de antelación se preparan con dietas y ejercicios
que les permitan estar en las condiciones para competir. Pero esas privaciones
o sacrificios se compensan con el logro del objetivo que se han trazado: en
primer lugar competir en óptimas condiciones y, en el mejor de los casos, ganar
la competencia.
Independiente de cuál sea la opción que uno tome para
mirar el final: no hablar de él, vivir la vida a tope o comportarse con
sobriedad, en todos los casos la realidad es la misma: la vida termina.
Desafortunadamente no es sino hasta el final en el que uno puede hacer el
balance de su vida y ante él irse satisfecho o por el contrario con
lamentaciones y recriminaciones.
Desde el momento mismo que empezamos nuestro andar hemos iniciado
un camino que tarde que temprano terminara, con eso en mente decide qué quieres
hacer de tu vida para que al final voltees atrás con satisfacción del esfuerzo
conferido y del logro alcanzado, después de todo la vida termina, eso es un
hecho, pero de ti depende que sea con una estruendosa ovación de pie.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/fct4D1-t7qA
También
puede descargarse gratis el libro “HUMANO”, desde www.rocefi.com.mx (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario