viernes, 14 de septiembre de 2018

La vida termina, eso es un hecho, pero de ti depende que sea con una estruendosa ovación de pie



A nadie le gusta hablar del final de la vida. Es un tema que inhibe, que incluso atemoriza, pero si lo vemos desde una perspectiva correcta, esa visión puede darnos sobriedad en nuestra vida pues nos permitirá priorizar aquello que realmente vale la pena.

“Todo lo que empieza, tiene que acabar”, reza un refrán y esto aplica también a nuestra vida. El tema, sin embargo, es para muchos delicado llegando incluso a ser un tabú el referirse a él so pena de causar incomodidad en los interlocutores. Curiosamente hay dos tipos de personas que sí abordan el tema: lo del disfrute y los de la sobriedad.

Los del disfrute son aquellos que ante “la vida es corta” adoptan un “vive ahora y vive al máximo” lo que bien entendido puede usarse para aprovechar todas las oportunidades que se presenten para llegar a ser la persona de excelencia que estamos llamados a ser, pero que en la mayoría de los casos invita a un vivir sin frenos la vida ya que como esta termina hay que hacer de todo mientras se pueda.

El otro grupo, los de la sobriedad, son aquellos que para nada son lúgubres, tristes o grises en su vida, como alguien podría pensar por el adjetivo usado, sino que de manera sensata y consciente se dan cuenta del final que se acerca y priorizan sus acciones para hacer de esta vida, su única vida, una obra maestra.

Pensar en un final que se acerca año con año, mes con mes, día con día, permite dejar pasar aquellas pequeñas inconveniencias que la misma vida tiene, de igual forma permite priorizar lo que uno desea y los recursos que en ello aplica pues ante lo corto de la vida lo óptimo es sacar de ella lo mejor que uno pueda.

Eso “lo mejor que uno pueda” se refiere a lo mejor que uno puede llegar a ser, no a vivirla de la manera más agradable y placentera, ya que en ocasiones ese “lo mejor que uno pueda” requiere de ciertos sacrificios.

Lo anterior puede verse como una competencia deportiva. Los participantes con años de antelación se preparan con dietas y ejercicios que les permitan estar en las condiciones para competir. Pero esas privaciones o sacrificios se compensan con el logro del objetivo que se han trazado: en primer lugar competir en óptimas condiciones y, en el mejor de los casos, ganar la competencia.

Independiente de cuál sea la opción que uno tome para mirar el final: no hablar de él, vivir la vida a tope o comportarse con sobriedad, en todos los casos la realidad es la misma: la vida termina. Desafortunadamente no es sino hasta el final en el que uno puede hacer el balance de su vida y ante él irse satisfecho o por el contrario con lamentaciones y recriminaciones.

Desde el momento mismo que empezamos nuestro andar hemos iniciado un camino que tarde que temprano terminara, con eso en mente decide qué quieres hacer de tu vida para que al final voltees atrás con satisfacción del esfuerzo conferido y del logro alcanzado, después de todo la vida termina, eso es un hecho, pero de ti depende que sea con una estruendosa ovación de pie.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/fct4D1-t7qA


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