viernes, 13 de abril de 2018

Cuando eres libre, nadie más que tú eres el responsable de tus errores pero también de tus aciertos



Sin duda alguna uno de los más grandes anhelos del ser humano como individuo es la búsqueda de lo que identifica como libertad. Esa libertad le permite, sí, buscar no solo su felicidad sino el desarrollo de las potencialidades que tiene buscando siempre la excelencia en ello, pero de la misma forma lo hace responsable de los fracasos que experimente.

A todos nos gusta que nos reconozcan por lo que hemos logrado, que nos feliciten por las metas que hemos alcanzado. En ocasiones podemos cubrir esa sensación tan satisfactoria con un intento de modestia, pero en el fondo es agradable recibir ese tipo de reconocimiento.

En el otro extremo tenemos cuando no hemos conseguido lo que buscábamos, cuando el fracaso se hace presente en nuestra vida y las metas establecidas se nos han escapado furtivamente dejándonos sólo con el esfuerzo impreso. En esta situación, si alguien pregunta la razón de ello, en la mayoría de los casos tendremos una retahíla de explicaciones donde faltará el elemento principal: nuestra responsabilidad.

Es curioso cómo es cuando logramos algo es porque imprimimos esfuerzo, constancia, disciplina y pasión, pero cuando no logramos lo que procurábamos es culpa de los demás, de las circunstancias, del sistema.

Que quede claro que no se está negando el que en ocasiones existan elementos externos a nosotros que se yergan como  obstáculos prácticamente insalvables; lo que busca esta exposición de ideas es traer la noción de responsabilidad a todos los quehaceres de nuestra vida, lo cual nos permite no solo hacernos responsables de la misma sino aprender de la experiencia.

En el caso de los fracasos, ¿qué aprendizaje podemos tener si fueron los demás, las circunstancias o el sistema lo que impidió lográramos lo que procurábamos? Ninguno. Pero si, teniendo en cuenta esos factores externos, nos enfocamos en lo que fue nuestra responsabilidad ¿podremos sacar algún aprendizaje? Ya lo creo.

Cuando uno se hace responsable de su proyecto de vida deja de andar buscando a quién culpar por no lograr lo que uno se propone, al contrario, incluso en esos momentos uno es capaz de evaluar el nivel de responsabilidad en los resultados obtenidos y aprender de lo que se hizo bien o de lo que se hizo mal.

La libertad es una condicionante para alcanzar lo que estamos llamados a ser, no es el fin sino el medio, pero conseguirla implica que nadie más que nosotros responderemos por lo que logremos o dejemos de lograr, después de todo cuando eres libre, nadie más que tú eres el responsable de tus errores pero también de tus aciertos.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/D3UqZJ8lwPU


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