Las metas, sueños y objetivos que podemos
plantearnos en nuestra vida, por definición se encuentran siempre hacia
adelante, es decir, en nuestro futuro. Para llegar a ellas se requiere de
esfuerzo, constancia, disciplina y pasión, siendo el paso inicial el fijar
nuestra mirada, nuestra atención, en aquello que deseamos lograr.
Cuando hablamos de ir en pos de lo que
deseamos, tal vez pueda sonar muy evidente el señalar que lo que debemos de
hacer es fijarnos precisamente en eso que queremos, pero si analizamos un poco
todos esos casos de quienes han quedado en el camino sin alcanzar lo que se
propusieron, podremos darnos cuenta de que no es tan simple como lo pensamos.
Avanzar hacia una meta, un sueño, un
objetivo, y consecuentemente alcanzarlo, implica que tenemos claro qué deseamos
obtener y, en ese tenor de ideas, que ese algo que deseamos obtener tiene más
peso incluso que los fracasos que en nuestra vida hemos tenido o los obstáculos
que en nuestro andar hacia lo que queremos podríamos encontrar.
Ambas cosas, fracasos que en nuestra vida
hemos tenido o los obstáculos que en nuestro andar hacia lo que queremos
podríamos encontrar, detienen nuestro andar, pero aunque pudieran verse como lo
mismo son diferentes. Una mira hacia el pasado como una carga, la otra mira hacia
el futuro con un temor.
Los fracasos que en nuestra vida hemos
tenido, por más que no queramos, siempre estarán en nuestro pasado, y si bien estos
siempre nos sirven como experiencia adquirida, también van haciendo mella en
nuestro ánimo al grado de que se convierten en unas cargas pesadas con las que
queremos avanzar en nuestra vida.
Los obstáculos que en nuestro andar hacia lo
que queremos podríamos encontrar, por el contrario, están en el futuro, un
futuro al que podremos o no llegar. Si no llegamos igual nos infunden miedo por
lo que podría llegar a pasar, pero si sí llegamos los mismos se convierten en
un presente que inmediatamente pasa a ser un pasado convirtiéndose en lo que
anteriormente vimos y haciéndonos más pesado nuestro andar.
Los fracasos que en nuestra vida hemos tenido
no los podemos cambiar, de igual forma los obstáculos que en nuestro andar
hacia lo que queremos podríamos encontrar no los podemos sortear para no
enfrentarlos, pero lo que sí podemos hacer y ver, reflexionar, tomar conciencia,
es sobre lo que queremos valorándolo al grado que nos permita avanzar incluso a
pesar de los fracasos vividos o de los obstáculos que enfrentemos.
Si ante esta perspectiva no sientes que tu
meta, sueño u objetivo pueda darte el ánimo, la firmeza, el valor que te
permita andar por la vida, tal vez sea bueno analizar lo que te has propuesto
pues pudiera ser que esto no fuera de tal relevancia, pertinencia o coherencia
en tu vida como para alzarse por encima de los fracasos vividos o de los obstáculos que
enfrentemos.
Fija tu mirada en lo que deseas lograr y, si
esto tiene el valor en tu vida para darte la fuerza para avanzar a pesar
de los fracasos vividos o de los
obstáculos que enfrentemos, saca de él el ánimo, la firmeza, el valor que
necesites, después de todo para iniciar
tu vuelo lo primero es dejar de ver el suelo y alzar la vista hacia el horizonte.
Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión
Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/qO7oiYWbcVs
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