jueves, 30 de noviembre de 2017

Así como el auto necesita gasolina para avanzar, así tus metas necesitan de tus acciones cotidianas para ser alcanzadas


Cuando hablamos de las cosas que quisiéramos alcanzar, generalmente tenemos una idea más o menos clara de lo que deseamos, no sucede siempre así con las acciones que necesitamos realizar para alcanzar esas metas, es así como la claridad tanto en las metas como en los pasos hacia ellas es lo que nos conducirá al éxito.

El 14 de diciembre de 1911, Roal Admunsen conquistó el Polo Sur después de una travesía de casi tres meses desde la Bahía de Ballenas; el 29 de mayo de 1953, Edmund Hillary conquista la cima del Monte Everest, casi cuatro semanas desde que se inicia la escalada; el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convierte en el primer hombre en llegar a la Luna después de una travesía de cuatro días en el espacio.

Si bien estos logros parecen ser sorprendentes (y de hecho lo son), más sorprendente es que las personas mediante acciones que van sumando pequeños avances los hagan posibles y realizables. Ejemplos como los anteriores hay de sobra en la historia humana: grandes empresas que empiezan como un sueño, como una idea, idea a la que posteriormente se le van adicionando acciones concretas para hacerla realidad hasta que se convierte en una meta alcanzada.

Nuestra vida es un espejo de la historia humana, incluso en estas grandes hazañas. Constantemente nos trazamos metas, sueños, deseos, pero si esto no es acompañado de acciones concretas la realización de los mismos queda no solo a la deriva sino completamente a la suerte de uno.

Cuenta una broma anecdótica que se encontraban dos amigos recostados bajo un árbol cuando ven cerca de ellos un billete tirado, como hacia un poco de viento uno de los amigos comienza a rezar en silencio, entonces el otro le pregunta que si qué hace, a lo que el amigo le responde que reza por que el viento les traiga el billete, y que si eso resulta, ya estuvo que ese día comerán bien sabroso.

En ocasiones hay quienes se comportan como los personajes imaginarios de este cuento, es decir, desean algo pero no están con la intención de hacer lo necesario para conseguirlo.

Entendamos algo, la vida es como un supermercado: uno va y ve cosas que le gustan, pero (el gran pero), uno debe estar dispuesto a pagar el precio de las cosas que ve en el supermercado para conseguirlas, igual en la vida, todo tiene un precio llámese trabajo, estudio, esfuerzo, dedicación, si uno está dispuesto a pagar el precio que se nos pide lo que queramos pasará a ser nuestro, de otra forma solo miraremos en el escaparate de la vida lo que hubiéramos deseado sin que nunca lo hayamos tenido.

Un ejercicio simple: piensa en una meta que desees lograr, una que aún no hayas conseguido; si no eres capaz de pensar en cinco acciones concretas que te permitirán alcanzar esa meta, créeme que estás todavía muy lejos siquiera de comenzar el camino hacia ella.

¿Por qué cinco? Por que las metas llevan acciones concretas directas e indirectas y generalmente son dos o tres acciones las requeridas para alcanzar la meta en sí, pero otras cuatro o seis que se requieren para hacer las primeras. Por ejemplo, el dominar un deporte requerirá tiempo de práctica, pero al mismo tiempo un cambio en los horarios para cumplir con el tiempo requerido de práctica. Es así que si no puedes determinar al menos cinco acciones en la meta que te propongas, mejor siéntate y piensa bien lo que deseas y el cómo alcanzarlo.

La vida tiene retos, tiene metas, tiene sueños, de la misma forma tú tienes todo lo necesario para conquistar ese reto, lograr esa meta o alcanzar ese sueño, solo que se requiere que cada día des un paso hacia ello, después de todo así como el auto necesita gasolina para avanzar, así tus metas necesitan de tus acciones cotidianas para ser alcanzadas.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/JTdht8PmB0w


También puede descargarse gratis el libro  “…Si las hicieres -Un camino de vida de la mano de las otras bienaventuranzas” , desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


viernes, 24 de noviembre de 2017

Para iniciar tu vuelo lo primero es dejar de ver el suelo y alzar la vista hacia el horizonte


Las metas, sueños y objetivos que podemos plantearnos en nuestra vida, por definición se encuentran siempre hacia adelante, es decir, en nuestro futuro. Para llegar a ellas se requiere de esfuerzo, constancia, disciplina y pasión, siendo el paso inicial el fijar nuestra mirada, nuestra atención, en aquello que deseamos lograr.

Cuando hablamos de ir en pos de lo que deseamos, tal vez pueda sonar muy evidente el señalar que lo que debemos de hacer es fijarnos precisamente en eso que queremos, pero si analizamos un poco todos esos casos de quienes han quedado en el camino sin alcanzar lo que se propusieron, podremos darnos cuenta de que no es tan simple como lo pensamos.

Avanzar hacia una meta, un sueño, un objetivo, y consecuentemente alcanzarlo, implica que tenemos claro qué deseamos obtener y, en ese tenor de ideas, que ese algo que deseamos obtener tiene más peso incluso que los fracasos que en nuestra vida hemos tenido o los obstáculos que en nuestro andar hacia lo que queremos podríamos encontrar.

Ambas cosas, fracasos que en nuestra vida hemos tenido o los obstáculos que en nuestro andar hacia lo que queremos podríamos encontrar, detienen nuestro andar, pero aunque pudieran verse como lo mismo son diferentes. Una mira hacia el pasado como una carga, la otra mira hacia el futuro con un temor.

Los fracasos que en nuestra vida hemos tenido, por más que no queramos, siempre estarán en nuestro pasado, y si bien estos siempre nos sirven como experiencia adquirida, también van haciendo mella en nuestro ánimo al grado de que se convierten en unas cargas pesadas con las que queremos avanzar en nuestra vida.
Los obstáculos que en nuestro andar hacia lo que queremos podríamos encontrar, por el contrario, están en el futuro, un futuro al que podremos o no llegar. Si no llegamos igual nos infunden miedo por lo que podría llegar a pasar, pero si sí llegamos los mismos se convierten en un presente que inmediatamente pasa a ser un pasado convirtiéndose en lo que anteriormente vimos y haciéndonos más pesado nuestro andar.

Los fracasos que en nuestra vida hemos tenido no los podemos cambiar, de igual forma los obstáculos que en nuestro andar hacia lo que queremos podríamos encontrar no los podemos sortear para no enfrentarlos, pero lo que sí podemos hacer y ver, reflexionar, tomar conciencia, es sobre lo que queremos valorándolo al grado que nos permita avanzar incluso a pesar de los fracasos vividos o de los obstáculos que enfrentemos.

Si ante esta perspectiva no sientes que tu meta, sueño u objetivo pueda darte el ánimo, la firmeza, el valor que te permita andar por la vida, tal vez sea bueno analizar lo que te has propuesto pues pudiera ser que esto no fuera de tal relevancia, pertinencia o coherencia en tu vida como para alzarse por encima de  los fracasos vividos o de los obstáculos que enfrentemos.

Fija tu mirada en lo que deseas lograr y, si esto tiene el valor en tu vida para darte la fuerza para avanzar a pesar de  los fracasos vividos o de los obstáculos que enfrentemos, saca de él el ánimo, la firmeza, el valor que necesites,  después de todo para iniciar tu vuelo lo primero es dejar de ver el suelo y alzar la vista hacia el horizonte.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/qO7oiYWbcVs


También puede descargarse gratis el libro "Liderazgo Emprendedor 5", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


viernes, 17 de noviembre de 2017

Nadie ha cruzado la meta sin haber tenido que dar el último paso


Nadie ha cruzado la meta sin haber tenido que dar el último paso

La mayoría de nosotros hemos tenido en su momento sueños o metas que deseábamos alcanzar y para las cuales pusimos todo nuestro empeño, bueno, casi todo, ya que el sueño no pudo cristalizarse o la meta conseguirse, lo más curioso de todo es que tal vez haya sido solo un paso el que pudo haber cambiado en su momento ese fracaso en éxito.

Tal vez el nombre de Jim Redmond no te diga mucho, pero tal vez sí te enseñe bastante. Jim Redmond era un inglés que en 1992 participó en los Juegos Olímpicos que se llevaron a cabo en Barcelona, España. Estando en la justa olímpica, en plena competencia, Jim Redmond se lesionó gravemente el tendón. Jim Redmond, aunque ya había perdido la competencia, se puso de pie decidido a terminar la carrera. Su padre se le unió sirviendo de apoyo para ello. Los dos cruzaron la meta recibiendo de la multitud una ovación ensordecedora. Jim Redmond perdió la carrera, pero conquistó su meta.

¿Cuántas veces no ha pasado que nuestro éxito lo medimos en función de los demás y al no obtener lo que deseamos optamos por desistir? El caso de Jim Redmond nos hace ver que hay dos conquistas en la vida, las cuales a veces van juntas pero en otras no: lo que uno consigue al conquistar una meta y en lo que uno se transforma al conquistar una meta.

Muchas de lo que podamos motivarnos en su mayoría irá a lo primero, a lo que se conseguirá cuando se logre la meta propuesta, y eso es bueno, es loable, es correcto: las metas son para darnos algo que será muy nuestro por habérnoslo ganado. Pero de la misma manera está la parte de uno que forja un carácter de ganador aunque la meta inicial no se consiga. Ese carácter de ganador implica firmeza, entereza, voluntad, ánimo y fortaleza, curiosamente todas estas características se forjan no tanto con el éxitos, sino con los fracasos.

Así es, los fracasos son la fuerza en contra que todos enfrentamos y que, o desarrollan en nosotros la fortaleza para permanecer de pie en la tormenta, o terminan por tirarnos, solo que esta elección es nuestra, no de los fracasos, no de los vendavales que enfrentemos, no de la tormenta que busque derrotarnos, sino de nosotros.

Hazte esta pregunta ¿qué necesidad tenía Jim Redmond de continuar su camino hacia la meta cuando la carrera ya había sido ganada por otro?, ¿qué quería lograr?, ¿qué quería demostrar?, realmente se requiere de un espíritu superior para continuar la lucha cuando el objeto de conquista inicial ya no está, se requiere un pensamiento que no vea hacia afuera sino hacia adentro, se requiere el carácter de, aunque ya no esté el trofeo que se nos daría por cruzar la meta, no permitir que se nos arrebate la persona en que nos convertiremos al cruzarla aunque ya no haya nada para nosotros.

Si uno es capaz de ver eso se dará cuenta de que nuestros actos tienen una trascendencia que roza lo infinito y que cada acción nos lleva a la persona de excelencia que estamos llamados todos a ser, después de todo nadie ha cruzado la meta sin haber tenido que dar el último paso.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/L5_xzBIZtMw


También puede descargarse gratis el libro "Liderazgo Emprendedor 5", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


viernes, 10 de noviembre de 2017

La vida igual que la naturaleza: Para cosechar primero tenemos que sembrar


Cuando iniciamos nuestros andar en pos de las metas, sueños y objetivos que nos hemos planteado, en nuestra mente prevalece siempre ese algo hacia donde queremos llegar, pero previo a siquiera pensar en llegar a obtener lo que queremos, lo que debemos tener muy presente es el camino, a veces largo, difícil, retador, que primeramente tenemos que transitar.

Me da la impresión que a veces estamos tan inmersos en nuestras vidas que algunas lecciones de la misma, por lo sencillas que son y debido a su cotidianeidad, nos pasan desapercibidas. Una de estas es la del proceso que en la vida se da para que las cosas sean. Veamos las cosechas.

¿Cuál sería el proceso para que alguien cosechara algo? Tal vez me digas que es primero preparar la tierra o plantar la semilla, pero antes de esto hay paso previo y necesario que es el pensar, el planear, el calcular. Esta primera etapa tiene que ver con la ideación de que lo tenemos que hacer para lograr lo que queremos obtener.

Luego vienen los pasos prácticos de preparar la tierra y plantar la semilla. Pero incluso estos pasos previos a cosechar no terminan aquí ya que es necesario otra serie de pasos intermedios entre la siembra y la cosecha como son el riego, que debe ser constante, y la atención a las plagas, que debe ser esporádica. Si alguien solo sembrara pero no regara o cuidara lo sembrado difícilmente podríamos pensar que la siembra fructificaría.

Por último, el paso final, es precisamente el levantar la cosecha. Es en este punto donde vemos el fruto de todos los esfuerzos anteriores y donde podemos gozarnos en lo obtenido, máxime cuando esto ha sido regado por el sudor de nuestro esfuerzo lo que nos permite valorarlo en toda la extensión de la palabra.

Pues bien. En la vida es igual. Cuando deseamos obtener algo primeramente debemos diseñar en nuestra mente lo que queremos tener y, sobre todo y con la mayor claridad posible, lo que es necesario hacer para lograrlo. Después hay que pasar de la intención a la acción para de manera práctica buscar conseguir lo que deseamos. Por último, hay que cosechar los frutos, tanto los que se refieren a disfrutar al obtener lo que nos habíamos planteado como a, en caso de no llegar a obtener lo esperado, identificar y valorar los cambios internos que se dieron en el proceso en nosotros y que maduraron nuestro carácter como personas de excelencia.

De nuevo: tal vez lo anterior parezca obvio pero no lo es si pensamos en todas esas personas que a la primera de cambios avientan por la borda sus sueños, metas y objetivos solo por los obstáculos, retos e incluso caídas que experimentan. Quienes rinden sus armas son iguales a aquel sembrador que cansado de regar o deprimido por las plagas, en vez de ponerse en acción, deja todo logrando solo que la cosecha se malogre.

De todo esto lo importante es que debemos fijarnos con mucho detenimiento, énfasis y madurez mental y emocional en el proceso intermedio entre el sembrar y cosechar ya que generalmente éste es el que lleva más tiempo y, por ende, requiere de mayor constancia, esfuerzo, disciplina y pasión.

No podemos pensar que por el solo hecho de desear algo esto se nos sea cumplido, necesariamente todo lo que queramos requerirá de nuestra constancia, disciplina, esfuerzo y pasión, después de todo la vida igual que la naturaleza: Para cosechar primero tenemos que sembrar.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/8jk22NUclzA



También puede descargarse gratis el libro "Liderazgo Emprendedor 5", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 3 de noviembre de 2017

Si ves a un triunfador, verás una persona que se ha levantado tantas veces como se ha caído, y sigue de pie


Cuando vemos a alguien que la misma sociedad reconoce como una persona exitosa, por lo general lo único que vemos es precisamente el éxito que ha obtenido como resultado de sus acciones, desafortunadamente lo que desconocemos son todas esas peleas esas luchas, esas batallas, que a veces ganó y otras perdió, pero que en todos los casos lo llevaron a ser la persona triunfadora que todos vemos.

Éxito. Thomas Alva Edison (1847- 1931) fue un empresario y un prolífico inventor estadounidense que patentó más de mil inventos (durante su vida adulta un invento cada quince días). Es de todos sabido la historia de sus intentos por crear la bombilla eléctrica. Intento tras intento Alva Edison no lograba crear la bombilla eléctrica de la cual tenía el diseño teórico más no el producto real. Cuentan que ya había realizado 1,000 intentos fallidos, a lo cual uno de sus ayudantes le preguntó que si por qué seguía con la idea de crear la bombilla eléctrica cuando ya había fracasado 1,000 veces, a lo que Edison le contestó que él no los consideraba fracasos sino que al contrario había descubierto 1,000 formas en las que no se debía hacer una bombilla eléctrica. El resto de la historia es conocida: en 1879 presentó la lámpara incandescente e iluminó con ello el mundo.

¿Otra historia de éxito? Cuando el Coronel Sanders empezó su negocio era solo un jubilado con una antigua receta de pollo frito, sin organización, ni recursos para echar andar un negocio, ni gente que lo apoyara. Antes había tenido un restaurante pero éste había quebrado pues la autopista donde estaba había sido reubicada. Con su primer cheque de jubilado quiso hacer negocio con su receta y la primer idea fue vendérsela a restaurantes a cambio de un porcentaje en las ventas. Él mismo cuenta en su biografía que viajó por todo el país buscando quien financiara su negocio. Comenta que tocó 1,009 puertas y que 1,009 veces lo rechazaron. Hasta que en una les pareció bueno el negocio y, bueno, el resto es historia.

¿Más ejemplos? En otras ocasiones hemos comentado el caso de Beethoven cuyo maestro lo declaró en su momento un caso perdido como compositor, o el caso de Enrico Caruso, uno de los más grandes cantantes de ópera, cuyo maestro decía que no tenía voz y que no sabía cantar, o el caso de Walt Disney cuyo editor del periódico donde trabajaba lo despidió cuando apenas empezaba su carrera ¡por falta de ideas!, o el caso de Albert Einstein cuyo maestro lo describió en su momento como mentalmente lento, insociable y con sueños absurdos e incluso la Universidad de Berno le rechazó en 1905 una disertación doctoral por considerarla irrelevante e irreal.

Dice una frase que cuando intentas algo o tienes éxito... o aprendes.

Generalmente a los triunfadores los conocemos en la cima, pero no conocemos le largo, penoso y accidentado camino que tuvieron que recorrer para llegar ahí. Curiosamente considero que aprendemos más de esto último que de lo primero, por que cuando vemos solo el éxito lo llegamos a considerar lejano e inalcanzable sin considerar que hay un camino para llegar a él, un camino de esfuerzo, disciplina, dedicación, ¡e incluso terquedad! que nos permitirá lograr nuestros sueños.

A veces me pregunto que hubiera sido de toda nuestra historia si los relatos de grandes líderes que conocemos no existieran por que ellos mismos se habrían dado por vencidos. Tal vez pienses que una cosa es ser un gran líder mundial y otra un joven con muchos problemas, y tienes razón, pero no por las razones que crees, sino porque tu proyecto es más valioso que lo que muchos líderes hayan hecho en el mundo. Mira esto: los grandes logros vienen y van, incluso aquellos que definieron la historia de la humanidad ya están en el pasado, en algunos casos ya no queda nada de ello, lo único que permanece es la esencia misma de las personas y lo que lograron hacer con su vida. "De que le vale a un hombre ganar el mundo si se pierde a sí mismo". Tu vida es infinitamente más valiosa, y ahí tu eres el general y el soldado, el líder y el seguidor, el estratega y el operador, pero al mismo tiempo eres quien está más interesado y quien puede sabotear tu proyecto.

Las caídas de los grandes personajes de éxito nos dicen que todos somos iguales, que todos tenemos las mismas oportunidades, que todos nos enfrentamos a los mismos obstáculos, pero también que para todos hay un éxito triunfador que nos espera en la meta. El único fracaso es cuando uno deja de intentarlo, después de todo si ves a un triunfador, verás una persona que se ha levantado tantas veces como se ha caído, y sigue de pie


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/xG_YcFzBlKk


También puede descargarse gratis el libro "Liderazgo Emprendedor 5", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)