Cuando
hablamos del futuro hablamos sin duda alguna de incertidumbre. No sabemos lo
que va a suceder ni mucho menos en que va a concluir todo por más planes que
hagamos y por más empeño que imprimamos. Pero eso no quiere decir que debamos
dejar todo al azar ya que, independientemente de lo comentado, el futuro
depende de uno.
A
cualquier persona que le preguntes sobre el futuro, específicamente sobre lo
que espera de él, seguro estoy que podría responderte con cuestiones muy
concretas: un mejor trabajo, más dinero, una mejor salud, mejores relaciones
familiares, etc.
De
igual forma si les preguntas sobre lo que están haciendo para lograr eso una
mayoría, aunque seguro estoy que no todos, podrá decirte de algunas acciones
que están haciendo para alcanzar lo deseado.
Pero
si les preguntas sobre qué garantía tienen de que eso que están haciendo
logrará lo que se han propuesto, lo que desean, ninguno de ellos podrá de
manera contundente decir que lo que hace le garantiza lograr lo que quiere.
¿Entonces?
Si vemos el cuadro a lo lejos nos parecerá algo extraño al ver alguien que sabe
qué quiere e incluso que está haciendo las acciones para lograrlo, pero que no
sabe si lo que hace le conseguirá lo que quiere.
Pero
si vemos más de cerca podremos darnos cuenta que, de no tener planteadas metas,
sueños u objetivos y de no hacer nada para alcanzarlos, lo único seguro es que
no puedan conseguirse. Una sutil diferencia, pero de importancia mayúscula.
Intentar
algo no te garantiza lograrlo, pero no intentarlo sí te garantiza no lograrlo,
luego entonces lo que hagamos define lo que logremos, sea o no lo que esperábamos,
es por ello que podemos decir que el futuro depende de nosotros, bueno, al
menos nuestro futuro, ya que si no hacemos nada igual llegaremos a un futuro,
pero no será el nuestro sino un futuro ajeno, impuesto por los demás o por las
circunstancias.
Pero
además de lo dicho anteriormente hay que hablar de otro futuro, no el de los
sueños, metas y objetivos, sino el de nuestra persona. Nuestro ser está llamado
a la excelencia, ese ser es nuestro “yo” del futuro pero para llegar a él
necesitamos cambiar, ya que si fuéramos exactamente ya como él entonces no
sería nuestro “yo” del futuro sino del presente.
Ese
cambio se da cuando desarrollamos carácter, valor y entereza en nuestro andar
independientemente de los sueños, metas y objetivos que consigamos, luego
entonces el luchar, el esforzarnos, el avanzar, independientemente de hacia
dónde nos lleve en la vida, nos cambiará para llegar a la persona del futuro,
la persona de excelencia, que estamos llamados a ser.
Al
futuro solo se llega caminando, esto es, avanzando decididamente en el andar
que nos lleva a nuestros sueños, metas y objetivos que nos hemos fijados, y si
bien el futuro tiene todo eso que deseamos, ¿sabes que es lo mejor del futuro?
Que depende enteramente de ti.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/C7_8LmeRBf8
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