miércoles, 22 de octubre de 2025

Un líder ve una meta, no como el final del camino, sino como el inicio de otro


 Muchas son las características que definen a un líder, una de estas es precisamente el que nunca considera la conquista de una meta como el final del camino pues sabe que por delante le quedan más batallas que ganar.

 

Si pudieras señalar cuál ha sido hasta la fecha el mayor logro que has tenido en tu vida, ¿cuál sería ese? Ahora bien, si te preguntara qué tuviste que hacer antes para lograr eso, ¿cuál sería tu respuesta? Y si todavía más aún te preguntara qué tuviste que hacer para lograr eso que fue requisito para luego lograr tu meta ¿qué responderías?, ¿ves el patrón?

 

Todo logro que hayas obtenido en la vida hasta hoy, sea éste grande o pequeño, depende a la vez de otras metas que has ido logrando y que como peldaños de escaleras te han ido conduciendo a conquistas cada vez mayores; luego entonces, el mayor logro que a la fecha puedas señalar en tu vida puede verse como un peldaño para algo más que estás por conseguir, ya que la vida sigue y con ello las batallas cotidianas por ser mejor.

 

En una ocasión en un taller de liderazgo les propuse el siguiente ejercicio. Les pedí señalar qué meta, logro o conquista necesitarían se diera en su vida para ya no hacer ni intentar absolutamente nada. Como nadie contestaba comencé a proponer “¿sacarte millones en la lotería?”, la respuesta era que no pues con esos millones podrían hacer todavía muchas cosas más, “¿sacar a tus hijos adelante?” respuesta negativa también ya que vendrían los nietos y si no al menos la vida de uno seguía, “¿jubilarte?” tampoco ya que muchos tenían planes para cuando tuvieran mayor cantidad de tiempo a su disposición.

 

Es así como quedó claro que realmente no hay un destino en la vida que podamos llamar meta. Una meta, al menos en el argot de los deportes, es un punto al cual se llega y listo. Ya no hay nada más después de él. Quien lo cruza o llega primero gana, el resto quedan en lugares subsecuentes, pero la competencia termina, no hay una continuación, ni más metas.

 

En la vida no es así, lo que consideramos metas, tal como señalé antes, pueden verse más bien como fases de un andar que como destinos finales. Cada meta nos capacita y nos habilita para logros mayores y nos da mayores alcances de miras para establecer esos logros por venir.

 

Considero que esa es una característica del liderazgo, ya que quién lo detenta está en una permanente lucha consigo mismo para mejorarse constantemente, luego entonces nunca puede decir que ese proceso ah concluido pues siempre encontrará áreas de mejora que trabajar, trabajo que en muchas ocasiones tienen su referente en el logro de lo que llamamos, con todas las limitaciones que la palabra tiene, metas

 

Sé que tendrás una meta de la cual sentirte orgulloso, pero de la misma forma sé que si te preguntas seriamente “¿qué es lo que sigue?” Encontrarás muchas otras metas cuyos caminos a ellas se han abierto una vez que lograste la meta actual de la que te sientes orgulloso. Así que a la respuesta que siga a la pregunta “¿qué es lo que sigue?” conviene prestarle mucha atención pues es la señal de los caminos que esperan tu andar.

 

El principal liderazgo que puede cultivar uno es el personal, con eso puedes luego replicar un liderazgo grupal, comunitario, social. Y en ese liderazgo personal tener presente que no hay destinos propiamente dichos en la vida, sino más bien estaciones de paso, después de todo un líder ve una meta, no como el final del camino, sino como el inicio de otro.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/EOuEQq4M2c8

 

 

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jueves, 16 de octubre de 2025

Si los cambios se van a dar contigo o sin ti, ¿por qué mejor no participar en ellos?


 La vida tiene tal dinamismo que prácticamente no hay nada que pueda semejársele, pudiéramos tratar de semejarla a un mar donde las olas van y vienen y nunca está en calma, pero aún con esta imagen nuestro símil se quedaría corto. Ante este escenario, y dado que no podemos hacer nada para impedirlo, las opciones que tenemos es participar o no de los cambios que la vida conlleva.

 

Muchos ejemplos de la vida nos remiten a la idea del cambio y de un cambio donde podemos ser partícipes o no. En una ocasión hablando de elecciones políticas, un amigo mío se negaba a participar pues estaba bastante decepcionado de los gobiernos en turno. Una vez que pasaron las elecciones se seguía quejando del gobierno a lo que le comenté que él tuvo en sus manos, con su voto, cambiar las cosas, pero que optó por dejar ser, por decirlo en cierta forma, lo que ahorita era.

 

Igual si no te gusta ese ejemplo podemos pensar en muchos más: un amanecer, la edad, los amigos que vienen y van, el dinero, la salud, etc., lo que quieras, cualquier cosa en la que pienses sea de tu ámbito personal, familiar, profesional o social o de tu aspecto físico, mental, emocional o espiritual, lo veras sometido al constante cambio.

 

Ese cambio forma parte de la vida misma, ya que si te fijas, mientras menos cambios tienen algo es señal que no está vivo. Piensa en una piedra. Pueden pasar décadas y casi no cambiar. Está muerta. Pero algo vivo no, la vida imprime una característica de dinamismo realmente avasallante si pensamos en ello. Así que en ese tenor de ideas es realmente imposible que puedas detener los cambios que la misma vida tiene.

 

Ahora bien, si no puede detener esos cambios lo que sí puedes hacer es ser parte de ello, a veces originándolos y otras veces simplemente participando en la dinámica misma. Esto es muy importante ya que a veces solo puedes participar de los cambios, no ser quien los origine, otras veces, sobre todo cuando las circunstancias dependen de ti, sí podrás originar los cambios, pero en todas las ocasiones lo que siempre podrás hacer es participar de ellos e imprimir tu sello personal en los mismos.

 

Este imprimir tu sello personal quiere decir sacar algo bueno de ellos y poner algo bueno de ti en ellos, quiere decir aprender y madurar en los mismos y prepararte para lo que viene, quiere decir usarlos antes que ellos te usen y decidir en la medida de lo posible la manera en que permitirás incidan esos cambios en tu proyecto de vida.

 

En este momento mismo cambios se están dando en ti y alrededor tuyo, cambios que solo requieren que exijas tu parte en ellos para que comiences a incidir en los mismos y para que de una forma decisiva comiences a reclamar el control y dirección que puedas imprimir en tu vida a pesar de los cambios.

 

Piensa en todos los cambios que desde que tienes memoria se han dado en tu vida, ahora imagínate todos los cambios que aún te esperan en este camino que llamamos vida, si los cambios se van a dar contigo o sin ti, ¿por qué mejor no participar en ellos?

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/8TTrAaLTC54

 

 

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miércoles, 8 de octubre de 2025

Recuerda: ecuanimidad en las caídas y ecuanimidad en los triunfos


 

El tren que hemos abordado y que nos lleva camino hacia la excelencia pasa por muchas estaciones, algunas, que son los triunfos que experimentamos, son en extremo agradables, otras, que son los fracasos que experimentamos, son por el contario desagradables, podemos bajarnos del tren, recorrerlas, gozarlas o sufrirlas, pero no quedarnos en ellas pues nuestro destino está más allá.

 

Vamos iniciando este tema con un pequeño ejercicio. Piensa en una situación de euforia relacionada con algún evento que te trajo mucho gozo y felicidad por algún logro que obtuviste, ahora piensa en un evento completamente opuesto donde lo que prevalecía era un ánimo de tristeza y depresión por alguna derrota experimentada. Te pregunto ¿dónde quedaron esos sentimientos tan fuertes que en su momento experimentaste? Así es: simplemente se han ido.

 

Los sentimientos que experimentamos son como olas que rompen en la playa de nuestra vida, algunas veces esas olas son limpias, frescas y cristalinas y otras son aguas sucias, turbias y enrarecidas. En muchas ocasiones no podemos controlar eso, pero sí podemos no aferrarnos a ello como para tratar de definir nuestra vida con base en un momento específico de la misma.

 

¿Has tratado alguna vez de aferrarte a una ola? Es imposible, ¿verdad? El símil anterior de los sentimientos que como olas golpean la playa de nuestra vida nos lleva a concluir que, al igual que la ola real que tratamos de apresar, estos deben ser dejados para que completen su ciclo, se retiren y nos permitan seguir avanzando en el nuestro camino.

 

Ahorita que lees esto estarás de acuerdo conmigo en ello, pero sabemos que tarde que temprano llegará una ola de sentimientos, positivos o negativos, con la que sentirás que casi casi eres tragado por ese océano inmenso que está ante tu mirada. Ecuanimidad. No podemos controlar nuestra vida para cuidar estos aspectos que llegan a ella, pero no importa ya que la cuestión no es controlarlos sino vivirlos y seguir adelante.

 

Los triunfos y fracasos forman parte de tu camino, son como las pisadas que te van desarrollando como persona, pero los mismos no son el destino de tu viaje, solo son una estación en ese recorrido. Los grandes éxitos que obtengas en la vida, esos logros que desborden tu corazón de alegría, deben ser disfrutados, eso sí, pero nunca con el espíritu de hacerte perder el piso. De la misma forma las derrotas que experimentes, con los sentimientos negativos que llevan aparejado, no debe llevarte a tirar todo por la borda con la finalidad de entregarte a una autocompasión por lo sufrido.

 

Toma con serenidad ambos puntos y en el medio de los mismos podrás encontrarte con tu propia persona. Esa persona no es esos estados extremos de alegría y tristeza relacionados con tus éxitos y tus fracasos, tampoco esta persona es definida por esos estados, por el contrario, esta persona, tu verdadero yo, puede experimentar y, mejor aún, aquilatar lo que cada triunfo y fracaso trae a la playa de su vida.

 

Bueno, pero ¿qué es ecuanimidad y cómo se logra? Ecuanimidad, como la expongo en este tema es no aferrarte a esos estados de ánimo que vienen con los triunfos y fracasos, ¿cómo se logra? No hay una fórmula mágica para ello pero el darte cuenta de esto ya es el primer paso, el segundo es permitir que los estados de ánimo vengan y vayan a tu vida y nunca detenerte en ellos como algo definitivo.

 

El camino de tu vida, cual sendero que recorra valles y montañas, experimentará subidas y bajadas que te irán convirtiendo en el ser de excelencia que estás llamado a ser, así que recuerda: ecuanimidad en las caídas y ecuanimidad en los triunfos.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/RsZ1vm13VT4

 

 

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jueves, 2 de octubre de 2025

Tus objetivos deben tener tres características, no solo dos: ser alcanzables, ser medibles, ¡y ser apasionantes!


 Cuando hablamos de cuestiones de liderazgo, emprendedurismo y motivación, la idea subyacente estriba en la existencia de una fuerza dinámica que nos impulse a alcanzar nuestros sueños, de ahí la necesidad de que esa fuerza se soporte sobre

objetivos que también posean esa característica.

 

Como parte de las líneas que desarrollo, Formación • I+D+i • Consultoría, y las áreas que trabajo, Consultoría Empresarial · Liderazgo Emprendedor · Gestión Universitaria, entiendo la necesidad básica de todo proceso de contar con metas y objetivos que permitan no solo tener dirección de la intención sino evaluación de la acción. Esta necesidad se subsana cuando esas metas y objetivos que nos planteamos reúnen las características de ser alcanzables y medibles, pero a esas características yo les adiciono aquella de que sean apasionantes.

 

Las características de las metas y objetivos de ser alcanzables y medibles yo creo que a todos nos quedan claros, alcanzables significa que exista una convicción real de que nuestras acciones pueden lograr lo que nos hemos planteado, medible se refiere a esa cualidad de los objetivos mediante la cual sabemos qué vamos a lograr, así como el avance en ello, para verificar contra lo que vamos obteniendo.

 

La característica de ser apasionantes no es tan clara, ¿por qué? porque a diferencia de las dos características anteriores que son objetivas y externas de uno, en el caso de hablar de un objetivo apasionante esa cualificación queda en el ámbito de lo subjetivo e interno, es decir, depende de cada quien. Con todo y eso  hay cuestiones que nos pueden permitir identificar esos objetivos apasionantes e incluso crearlos.

 

Yo creo que todos en algún momento dado hemos emprendido algo que, como se dice, nos apasionaba. Esa pasión puede verse reflejada de muchas formas, una de ellas es esa fuerza interna prácticamente inagotable que nos impulsaba en alcanzar lo que habíamos establecido. Cuando se tiene esa pasión no hay cansancio, no hay desánimo, no hay agobio que nos detenga en nuestro camino hacia lo que queremos. Hay algo sobrenatural en esas metas y objetivos que nos apasionan que nos dan la fuerza para seguir en pos de ellos a pesar de todo.

 

Pero bueno, hay que ser objetivos y honestos y señalar que muchas de las cosas que hacemos no siempre son necesariamente apasionantes, aunque sí pueden ser necesarias. Esta dicotomía entre algunas cosas que nos apasionan y otras que no, es similar a la analogía de las materias que se cursan en una universidad para obtener un título: todas las materias son necesarias, aunque hay unas que nos gustan en extremo (nos apasionan) y otras que si por nosotros fuera ni las lleváramos.

 

Claro que siempre recomendaré seguir con ánimo esas metas y objetivos que nos apasionan, incluso cuando sea paralelamente a nuestro proyecto oficial de vida; pero en el caso de las cosas que no nos apasionan no quiero dejar de poner a tu consideración algunas ideas para despertar esa pasión en el mejor de los casos o al menos hacerlas más agradables en el peor de ellos.

 

Cada cosa que haces, aunque no sea apasionante, te faculta para hacer alguna otra cosa que sí sea apasionante. Es como la secretaria que trabaja en una oficina (lo cual no le apasiona mucho), pero gracias a ello obtiene los recursos para darse tiempo para leer, pintar, cantar, oír música o lo que sea que la apasione. Así que esta es una técnica que bien puedes usar. Piensa en algo que tienes que hacer aunque no te guste del todo, luego ve estableciendo una ilación donde vayas viendo la relación entre esa cosa y otra y otra y otra hasta llegar a la que sí te

apasiona. El solo hecho de ver esas cosas que no te apasionan con esta luz les da otro valor en nuestra vida y, créeme, si no las hace apasionantes al menos las vuelve más agradables.

 

Todo lo que tengas que hacer, lo que te propongas, las acciones que emprendas, son los pasos necesarios que te irán convirtiendo en la persona completa, total y trascendente que estás llamado a ser, así que recuerda tus objetivos deben tener tres características, no solo dos: ser alcanzables, ser medibles, ¡y ser apasionantes!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/In8iUg10-e8

 

 

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miércoles, 24 de septiembre de 2025

Cada día es un nuevo comenzar, una nueva oportunidad, un nuevo intentar y lo que es mejor ¡es todo tuyo!




 La cuestión de las nuevas oportunidades para intentar algo, hacer algo o lograr algo, es una idea que nos parece de inicio difícil de aceptar. Difícil por el simple y sencillo hecho del peso que significa el pasado cuando de intentos fallidos hablamos, pero si lo vemos de otra forma esos intentos fallidos pueden ser la experiencia, el entrenamiento, la capacitación necesaria para el intento que en sí mismo lleve la simiente del éxito.

 

En una ocasión en un taller de liderazgo le pedí a los asistentes (y ahora te lo sugiero a ti) que escribieran un gran fracaso que hubieran tenido, sea en el ámbito personal, profesional, familiar o social, y que después se hubiese convertido en éxito al intentarlo de nuevo. Este ejercicio de inicio se aclaró no llevaba la intención de ser expuesto o comentado públicamente, sino que era para sí mismos. Luego les pedí que, sin decirnos que fracaso-éxito había sido el que escribieron, quien quisiera señalara que fue lo más difícil del segundo, tercer o cuarto intento antes del éxito. La mayoría coincidió en que era el peso del fracaso anterior.

 

La vida, o más bien la percepción que de la vida tenemos, requiere de que exista una continuidad. Imagínense como sería el mundo y nuestra vida si cada día, por no decir cada momento, se estuviera reiniciando nuestra memoria partiendo en cada reinicio de cero, realmente sería un caos. Pero esa característica de nuestra mente funciona lo mismo para ordenar nuestro mundo que para atarnos a él.

 

Considera esto: constantemente te estás regenerando física, intelectual, emocional e incluso espiritualmente hablando. En cuestión física cada día se regeneran miles de células de tu cuerpo, incluso tus huesos que es lo más duro del cuerpo a los siete años se han regenerado por completo. En cuestión intelectual, emocional o espiritual solo necesitas ver hacia atrás digamos unos cinco o diez años para que veas el contraste de tus ideas, de tus emociones y del

aspecto religioso. Todo cambia, y paradójicamente todo permanece.

 

Aunque todo en ti sea un cambio continuo nuestra mente nos da la sensación de continuidad, de estabilidad, de permanencia, es por ello que los fracasos o errores cometidos pesan tanto ya que permanecen en el presente como algo real, tangible, existente. Es decir, en vez de tomar esos eventos como la oportunidad de crecer, de aprender, los usamos como ancla para no movernos de donde estamos ni de lo que somos.

 

La segunda parte del ejercicio consistió en ver a la luz del logro que finalmente se había conseguido qué tan real era la percepción del fracaso que se cargaba, igual ahora te lo pregunto a ti. La respuesta generalizada es que ese fracaso que impedía avanzar o que al menos pesaba para avanzar a la meta era más bien algo irreal, inexistente, creado y alimentado por la mente, lo cual quedaba palpable una vez que se conseguía el éxito y se le miraba en retrospectiva.

 

No quiero terminar esta reflexión sin darte una herramienta básica pero práctica para remontar esos pesos que implican los fracasos o errores en el camino de la vida, la herramienta cuando sobrevengan esas nubes de duda e incertidumbre es que analices como tú no eres ya la misma persona que tuvo ese fracaso o ese error (por todos los cambios que se dan en ti y que ya han sido previamente comentados), y con esa imagen te niegues a cargar con el peso de “otra persona” que eras tú en el pasado, pero que no eres más en el presente.

 

En el camino de la vida no estamos exentos de las caídas, los fracasos y los errores, pero tampoco condenados a cargar siempre con ellos, después de todo cada día es un nuevo comenzar, una nueva oportunidad, un nuevo intentar y lo

que es mejor ¡es todo tuyo!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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miércoles, 17 de septiembre de 2025

En el viaje por la vida es cómodo ser pasajero, pero mil veces más satisfactorio ser el conductor


 Cada quien podrá tener una visión particular y personalísima de lo que es la vida, pero en lo que todos podríamos estar de acuerdo es que, con nosotros, sin nosotros e incluso a pesar de nosotros la vida sigue su curso. En ese ir y venir de la vida, ¿qué papel deseamos desempeñar en la misma: el que sigue o el que guía?

 

Me ha tocado dar ya varias conferencias y talleres sobre liderazgo, parece ser que en la actualidad es una moda el querer ser líder, sin entrar en discusiones si todos podemos ser líderes lo que sí puedo señalar es que no todos quieren serlo, ¿y eso por qué? pues porque es mucho más cómodo dejar que otros tomen las decisiones, y por lo tanto asuman las responsabilidades de ellas, en vez de nosotros.

 

En esos eventos que comento a mi pregunta de quién quiere ser líder casi todos, por no decir todos, levantan la mano, pero conforme vamos platicando de lo que significa ser líder son pocos los que mantienen el compromiso inicial. ¿Estás dispuesto a pensar por ti mismo, no dejar que otros piensen por ti?, ¿estás dispuesto a aceptar las responsabilidades de tus acciones sin echarle la culpa a nadie más?, ¿estás dispuesto a vivir en la zozobra que implica ir al frente liderando por caminos no recorridos?, y las más difícil ¿estás dispuesto a ser diferente ya que eres único, aunque eso implique que no te entiendan e incluso te rechacen?

 

Ya cuando las cosas se ponen en esa perspectiva pues como que no es tan agradable el pensar en ser líder. Es algo así como cuando uno ve un auto muy lujoso y desea tenerlo, solo piensa en las ventajas y los beneficios de ello, pero cuando comienzan a decirle el precio y los años que tardará en pagarlo, además del mantenimiento y cuidados, como seguros para evitar robos o accidentes, uno se da cuenta que con la posesión del vehículo en cuestión no solo vienen cosas buenas sino también cosas que a uno no le gustan tanto.

 

Pero en verdad, y esto te lo digo sinceramente, no hay absolutamente ningún problema en que uno no desee ser líder, para nada, es tu decisión y es tu vida. Con lo que sí hay problema es con querer, desear, trabajar por ser líder sin tener en cuenta y en ocasiones incluso sin aceptar, los aspectos no tan agradables de lo que ello implica, como los que hemos ya comentado. ¿Por qué con esto sí hay problema? Pues porque con esta actitud vendrán luego los sinsabores, las depresiones y la amargura de tener a cuestas una carga que no se deseaba ni se quería. Ser líder es toda una responsabilidad.

 

Y en esto del liderazgo hay varias acepciones, la más común es la del que guía a otros, a mi me gusta pensar en otra más básica. La del que se guía a sí mismo. Si uno no puede guiarse a sí mismo, ¿podemos pensar que pueda guiar a los demás? Y ¿cómo guiarse a sí mismo?, hay muchas condiciones que cumplirse, una de ellas es pensar por ti mismo, otra es sentir por ti mismo, otra es actuar por ti mismo. ¿Ves el patrón?

 

Ser líder es ser uno mismo, en ese ser uno mismo motivar a los demás a que nos sigan, pero luego llevarlos a ser ellos mismos, y si no pueden o no quieren esto último tratar en ese seguimiento que pudieran darte como líder que eres el llevarlos lo más cercano de lo que pueden ser. ¿Y cómo puede lograrse esto? Aunque hay muchos métodos, muchas herramientas para forjar el liderazgo, la primera por la que yo iniciara es por dejar de preguntar eso, ya que haces líder a otro y tú te vuelves seguidor, y comenzar a intentarlo, así, aunque no estés seguro     tientas, ya que liderazgo también es forjar carácter y vivir y administrar la incertidumbre.

 

El liderazgo no se da de la noche a la mañana, requiere no solo de visión, estrategia y acción sino también de carácter, decisión y voluntad, si estás de acuerdo con el esfuerzo y la responsabilidad que ello implica adelante, después de todo en el viaje por la vida es cómodo ser pasajero, pero mil veces más satisfactorio ser el conductor.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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jueves, 11 de septiembre de 2025

Éxito no es lograr todo lo que quieres, sino convertirte en la persona de excelencia que estás llamado a ser


 

Cuando escuchamos la palabra éxito generalmente la asociamos a un cúmulo de logros externos que permiten evidenciar el logro de nuestras metas, y es una acepción del mismo que es correcta y aceptada pero no completa como tal ya que existe otro ámbito, en ocasiones más rico y totalizador, que tiene que ver con la persona en la que nos vamos convirtiendo.

 

En un taller de liderazgo pedí a los asistentes que escribieran en un papel el más grande logro que hubieran tenido el año pasado y, si podían, los tres más grandes logros que hubieran tenido en su vida. Igual tú puedes hacer este ejercicio. La mayoría de los presentes anotó cuestiones laborales, empresariales e incluso sociales que dejaban patente un esfuerzo que se había convertido en resultado, lo cual está bien, pero ¿y la persona dónde queda?

 

El mundo actual se ha vuelto cada vez más competitivo y en ese sentido las personas en ocasiones pasan a formar parte de una maquinaria que reconoce lo que hacen antes que lo que son. No hay que ser ingenuos y pretender que las cosas no son así, pero tampoco tan fatalistas como para pensar que de todo eso no pueden rescatarse cuestiones de valor para cada uno como personas.

 

El logro de metas, la obtención de resultados, es algo que es inherente a nuestra naturaleza y con mucho a nuestra sociedad actual, pero eso no debe ser pretexto para perder de vista lo que somos y, más aún, lo que podemos llegar a ser.

 

En otras ocasiones he escrito sobre las grandes personalidades del cine, la industria, la política, cuyos logros pudiéramos tomar como referentes de vida, pero que al final terminan de maneras deplorables evidenciando un tremendo vacío existencial. ¿Qué fue lo que pasó? Que olvidaron la persona que eran, con todo el potencial que tenían, y se enfocaron en lo que no eran, es decir, en cosas externas a ellas.

 

Con esto no estoy haciendo una apología del desarrollo interior en detrimento de los logros externos que podemos llegar a obtener, nada más lejos de la realidad, pero sí estoy abogando por ese equilibrio necesario que permita desarrollarnos hacia afuera y hacia adentro y lograr completarnos y totalizarnos como personas.

 

El ser humano es un ente eminentemente complejo y multidimensional. Complejo ya que debe equilibrar los logros externos, loables, necesarios y perseguibles, con sus logros internos relacionados con su persona, sus deseos, sus gustos. Multidimensional en el sentido que no solo es un ente material sino que como persona también tiene aristas intelectuales, emocionales e incluso espirituales que deben ser atendidas.

 

En una ocasión que apliqué el mismo ejercicio inicial, después de la reflexión que he plasmado aquí, uno de los que estaban participando me preguntó que si entonces qué debía hacerse, pero no lo preguntó con un sentido de sugerencias generales sino más bien de una serie de pasos que esperaba se le dieran para lograr ese equilibrio. Tal vez tú estés pensando lo mismo así que quiero aclarar este punto tal como lo hice en aquel entonces.

 

No puedes pretender transferir la responsabilidad de lo que significa tu proyecto de vida a las directrices de otra persona, pensar algo así es injusto tanto para ti como el otro. Es injusto para ti porque dejas de lado tus gustos, ideas, potencialidades para someter tu proyecto de vida a la concepción que tenga otra persona, y es injusto para la otra persona por que la miras como lo que no es dándole un lugar privilegiado por encima de ti cuando es alguien que como tú está en la lucha diaria.

 

Pero para responder a esa inquietud comienza planteándote en los aspectos material, intelectual, emocional y espiritual qué es lo que quisieras. Ese “qué es lo que quisieras” se refiere a identificar eso que en esos planos te llene, te queme por dentro, te regocije solo el pensar en ello. Una vez identificado eso que quieres ser, tener u obtener, el siguiente paso es que establezcas las acciones para lograrlo, pero tú, no otra persona, y cada día pongas empeño en avanzar hacia la meta.

 

En la medida que llegues a ser todo lo que puede ser podemos hablar de que tu proyecto de vida ha sido exitoso, después de todo éxito no es lograr todo lo que quieres, sino convertirte en la persona de excelencia que estás llamado a ser.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/CsfTH2ixVvQ

 

 

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