Hay
una máxima que indica que en esta vida la única constante es el cambio, más
allá de las cuestiones filosóficas implicadas en este axioma, la idea
subyacente de
dinamismo
vital permanece y en ese dinamismo nuestro papel puede y debe ser proactivo.
Hay
un chiste del cual se puede, como en todo, sacar varias lecturas, el chiste dice
que una persona llega a una pizzería y ordena una pizza familiar, ya cuando está
lista viene el mesero y le pregunta si quiere que la pizza se la partan en ocho
pedazos o en cuatro, a lo que el amigo en cuestión le responde que mejor se la corte
en cuatro porque cuatro pedazos si se los puede comer pero no así ocho.
En
ocasiones creemos que por el simple hecho de que creamos que las cosas son de
tal o cual forma, así serán. Como en la historia podemos hacer ciertas argumentaciones
que nos faciliten cierta actividad (o inactividad) pero que a la vez funcionen
como justificaciones para no ir más allá.
La
imagen de pretender cruzar un río al referirnos a la vida, como se señala en el
título, es correcta, pero habría que agregar que no se trata de un río
tranquilo de aguas mansas sino de un río embravecido de aguas caudalosas.
Veamos
la infinidad de gente que podemos conocer, oír, ver en unos cuantos días: todos
ellos influyen de una forma u otra en nosotros. Agreguemos las circunstancias
que todos los días vemos, sentimos e incluso sufrimos. Todavía más: pongamos en
esta mezcla todos esos imponderables que vienen finalmente cambiando en mayor o
menor medida nuestros planes y proyectos. Y por si fuera poco, agreguemos todo
aquello que física, mental o espiritualmente nos bloquea por miedo o comodidad.
¿Ves que ese río que simboliza la vida es un río embravecido?
El
avanzar con decisión en ese río que simboliza la vida se refiere a tener
claridad en las ideas, voluntad en las acciones, carácter en las intensiones y
tenacidad en el esfuerzo. Es saber qué quiere uno y, aunque uno no sepa cuándo
lo tendrá, hacer constantemente el esfuerzo para conseguirlo.
Creo
que todos hemos conocido a una u otra persona de esas que siempre le echan la
culpa a todo lo demás de lo que les ha pasado: sus padres, sus amigos, la
sociedad, el gobierno, ¡Dios!, todos tienen responsabilidad en lo que le ha pasado
menos él. Y no podemos negar que existe esa influencia de elementos externos en
nuestra vida, pero de la misma forma no podemos negar que la última palabra la
tenemos nosotros. Y pruebas también hay muchas.
¿Cuántas
historias, cercanas o lejanas, no conocemos donde, a pesar de serias pruebas de
vida, quienes las vivieron salieron adelante como ejemplo de éxito y superación?
Yo creo que varias. ¿Y cuál es la diferencia entre esos que han tenido éxito y
los otros quienes amargamente se quejan de que las circunstancias los han
llevado a ser lo que son? Decisión. Decisión para vivir, para soñar, para intentar,
para equivocare, para caer, para levantarse y para triunfar. Y esta es la parte
más difícil ya que la decisión implica que nos hacemos responsables de
nuestra
vida y ya no tenemos a quien más echarle la culpa de nuestros fracasos, erigiéndonos,
así como constructores de nuestro propio destino.
No
pienses que con solo irla pasando en esta vida es como se logran conseguir las
cosas, todo requiere de un esfuerzo, un esfuerzo pensando, sentido y aceptado,
después de todos la vida es un río, si no avanzas con decisión hacia donde
quieres, la corriente te arrastrará hacia donde no quieres.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/uyXDwE1j6mA
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