viernes, 26 de julio de 2024

A veces nuestra fe es tan grande que no nos cabe dentro y tiene que salir... salir a hacer milagros

 


La complejidad de la vida misma, las limitaciones que como humanos tenemos, así como los retos a los que constantemente nos enfrentamos, requieren necesariamente de que en nosotros exista una fuerza que nos lleve a avanzar hacia el logro de nuestras metas incluso teniendo todo en contra, a esa fuerza la podemos llamar fe y al logro de las metas, en condiciones tan adversas, bien podemos llamarla milagros.

 

Según la página definicion.de, un milagro “es una situación, un fenómeno o una

acción que no puede explicarse a partir de los principios naturales y que, por lo tanto, es imputado a la participación de una entidad divina”. Si quisiéramos extrapolar esta definición hacia las luchas que constantemente como individuos y como sociedad experimentamos, no podríamos menos que aceptar que en muchas ocasiones los milagros parecen aparecer en nuestra vida.

 

La aseveración anterior no debe ser difícil de entender ni mucho menos de aceptar. Piensa en esto: la definición de milagro claramente señala que el fenómeno experimentado “no puede explicarse a partir de los principios naturales”, ¿en cuántas ocasiones has estado en una situación donde lo más natural era que el resultado de tus acciones o tus esfuerzos fuera otro pero que gracias a la tenacidad lograste lo imposible?

 

Si dejamos que todo fluya naturalmente es obvio que lo que obtendríamos en la vida sería mucho muy distinto de aquello que obtenemos cuando aplicamos nuestra energía, nuestro esfuerzo y nuestro ingenio. Ahora que si le sumamos a esto las adversidades que en muchas ocasiones remontamos y que naturalmente llevarían a otro resultado, no puede menos que entenderse y aceptarse la existencia de verdaderos milagros en nuestra vida.

 

El presente razonamiento no busca llevar la definición y el entendimiento de lo que son los milagros por un camino diferente al formalmente aceptado, sino más bien llevar tu atención al hecho de la confluencia de circunstancias en nuestras vidas que nos permiten remontar la adversidad y llegar a buen puerto aún teniendo todo en contra.

 

Pero para lograr lo anterior se requiere de fe. Fe en nosotros mismos, fe en nuestros sueños, fe en nuestras posibilidades. No una fe que crea solo por creer sino una fe basada en que somos entes pensantes, sintientes y actuantes y que reunimos en nosotros mismos todo lo que ha hecho grandes a otras personas a lo largo de la historia humana.

 

¿O acaso crees que los grandes hombres y mujeres de la historia han sido gente diferente de ti? Eran iguales a ti: sentían, temían, amaban, odiaban, lloraban, reían, y al igual que tú, tenían un sueño, una meta, un deseo tan fuerte que prácticamente los consumía y los impelía a avanzar sin descanso, sin fatiga, sin claudicación.

 

Si no crees en el párrafo anterior te propongo lo siguiente: mencióname tres grandes personajes y dime, según tú, que tenían de diferente o de extraordinario a ti. Esta reflexión deberá llevarte a reconocer que incluso en muchas ocasiones estaban con mayores desventajas que las tuyas y aun así salieron adelante, y si ellos pudieron ¿por qué tu no?

 

Si crees que lo imposible es posible, que lo increíble es creíble y que lo irrealizable es realizable, entonces eres parte de ese grupo de gentes que se levanta de su condición humana para tocar con sus dedos lo divino, después de todo a veces nuestra fe es tan grande que no nos cabe dentro y tiene que salir... salir a hacer milagros.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/1Uz0qDgRjTM

 

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jueves, 18 de julio de 2024

Lo creas o no, siempre habrá alguien para quien tus acciones sean un ejemplo a seguir


 

Como individuos que vivimos en sociedad, constantemente tenemos ante nosotros

referentes de lo que consideramos comportamientos sociales y personales aceptables, estos ejemplos nos ayudan, nos inspiran, nos motivan, y en ese sentido, de alguna forma, en determinado momento, para alguien uno también puede volverse un ejemplo.

 

Cuando uno piensa en vidas ejemplares le viene a la mente personajes como Leonardo da Vinci, Thomas Alva Edison, Nelson Mandela, el Dalai Lama o la Madre Teresa de Calcuta. Todos ellos reflejan lo mejor del ser humano y son un motivo y una motivación viviente para todo deseo de logro y superación.

 

Más cerca en lo que se refiere a nuestro entorno creo que todos podemos señalar algún amigo, conocido o familiar al cual consideremos exitoso o triunfador y cuyas características nos sirvan en determinado momento para sobrellevar pruebas o retos.

 

Este ejercicio es como una visión de 360º donde volteamos a nuestro alrededor, cercano o distante, pudiendo distinguir en él a esas personas cuya entereza, valor o ideales nos sirven de referente de comportamiento y de excelencia al vivir.

 

De la misma forma, como todo ejercicio de 360º excluye a quien lo realiza, por lo que en determinado momento debemos voltear hacia nosotros mismos y pensar que de la misma forma podemos en un momento dado llegar a ser un ejemplo para la vida de alguien.

 

Este razonamiento no es algo descabellado, creo que en mayor o menor medida lo hemos experimentado quienes tenemos sobrinos y de alguna forma podemos servirles de ejemplo de vida y superación en la medida, obvio, que tengamos algo que mostrar al respecto. De la misma forma, el ejercicio anterior no es de ninguna forma para vanagloriarnos o alimentar nuestro ego sino al contrario para ver la enorme responsabilidad que en nuestros actos tenemos ya que mientras nosotros miramos a los demás los demás nos miran a nosotros.

 

En una ocasión en un ejercicio para líderes les pedí levantaran la mano a todos los que se consideraran un ejemplo. Nadie levanto la mano. Generalmente tendemos a no vanagloriarnos así que les pedí agacharan la cabeza y cerraran sus ojos y levantaran la mano quien se considerara un ejemplo, al cabo nadie se daría cuenta. Uno o dos levantaron la mano pero la mayoría no.

 

Comentando que uno o dos habían levantado la mano (sin señalar quienes fueron) les pedí abrieran los ojos y levantaran la mano quien hubiese recibido en alguna ocasión alguna tarjeta de sus hijos en el día de la madre o del padre. Todos levantaron la mano. A lo que le pedí a uno de ellos que dijera más o menos la idea que contenía la tarjeta y les pedí al resto que no bajaran la mano a menos que las ideas expresadas no coincidieran con lo que a cada quien le escribió su hijo o hija.

 

Palabras como “ejemplo”, “gratitud”, “valor”, “fuerza”, “amor”, “cariño”, etc., comenzaron a fluir y las manos a quedar en el aire. Al final, cuando los adjetivos habían cesado y las manos continuaban en el aire les pregunté “¿ven como es que para alguien siempre seremos un ejemplo?”

 

En ocasiones podemos creer que las vidas ejemplares son las de otros, pero si lo pensamos bien esos otros fueron tan personas como un mismo, con sus errores y sus aciertos, con sus debilidades y sus fortalezas, con sus alegrías y sus tristezas, de la misma forma, uno con todos los errores que pueda tener, forzosamente tendrá algo que mostrar a los demás como inspiración en el caminar por la vida.

 

Cuando camines por la vida de vez en cuando detente, primero para ver y evaluar tus dichos y tus hechos y segundo para ver el ejemplo que estás legando a los demás, después de todo, lo creas o no, siempre habrá alguien para quien tus acciones sean un ejemplo a seguir.

 

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/4u-ysIhSAPA

 

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jueves, 11 de julio de 2024

Cuida la palabra que empeñes, es tu mejor tarjeta de presentación


 En la vida el pensamiento y la acción son las dos fuerzas que mueven el universo, en medio de estas dos fuerzas esta la palabra pues concretiza lo que pensamos y le cauce a lo que haceos, en la medida que exista no solo congruencia sino incluso lealtad en nuestros dichos y nuestros hechos nos haremos dignos de confianza.

 

Es curioso cómo es que hasta antes de la llegada de los anglosajones a tierras americanas, los nativos americanos (como los Sioux, los Comanche o los Apaches) no conocían la escritura y comento que es curioso porque más delante en la historia americana viene el recuento de los múltiples tratados que estas tribus firmaron con el gobierno americano. Los acuerdos por escrito y la firma de ellos fue algo que trajeron los anglosajones. Para los nativos americanos bastaba la palabra empeñada.

 

Cuando uno piensa, el pensamiento queda dentro del ámbito privado de nuestro interior, cuando uno actúa las acciones son visibles para los demás, pero cuando uno habla queda en ese limbo entre el pensar y el hacer pues la voz que adquiere el pensamiento lo sociabiliza pero aún no lo concretiza.

 

En muchas culturas, incluso con una escritura existente, los contratos no existían pues la palabra empeñada le daba el valor a los acuerdos. Actualmente tenemos escritura, leyes y contratos y aun así hay ocasiones en que los acuerdos no se cumplen. Luego entonces el problema es la seriedad y carácter de quien contrae una obligación.

 

Es interesante como es que aún pervive la costumbre de que cuando se firma un acuerdo viene posteriormente un estrechón de mano, es un remanente de aquellas épocas donde la palabra obligaba pues el mismo valor de uno como persona estaba de por medio.

 

Si bien la formalización actual de los acuerdos obliga de manera legal, hay muchas cuestiones que no se protocolizan pero en la cual se empeña la palabra, desde la cita de una reunión, el acuerdo de una acción, el compromiso de ciertas condiciones, etc., todas nuestras relaciones con los demás parten del supuesto de que somos gente en la cual se puede confiar y la cual cumple lo que dice.

 

Sarcástica e irónicamente se dice que desde que se inventaron los pretextos se acabaron los acuerdos, y es verdad, una triste verdad ya que lógicamente siempre habrá una razón por más nimia que sea para que de un momento dado no podamos cumplir algo que dijimos, pero es precisamente en esa circunstancia adversa donde nuestra palabra y por ende nuestra persona adquiere el valor como tal al cumplirse a pesar de.

 

Si constantemente estas justificando el no por cumplir esto o lo otro, date cuenta que estas construyendo tu imagen como persona ante los demás. Llegará el momento en que tus dichos se tomen sin la seriedad debida, y si tus dichos se toman sin la seriedad debida es reflejo que a tu persona no se le toma en serio.

 

Pensar, decir, hacer. Estos tres pasos son los que diseñan y dan forma a nuestra vida, y en la congruencia entre lo que nos comprometemos con nuestros dichos y el cumplimiento que le demos está el nombre que nos forjemos, por eso cuida la palabra que empeñes, es tu mejor tarjeta de presentación.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/Ip-8dbMnNYU

 

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jueves, 4 de julio de 2024

Así como un foco puede iluminar una habitación, una sola persona de bien puede iluminar el mundo


 La vida es luces y sombras, cimas y valles, alegrías y tristezas, lo interesante de esto, lo importante que no debemos perder de vista, es que en todo momento oscuro nuestra capacidad de alumbrar permanece intacta, con todo su

potencial, con toda su belleza, con toda su trascendencia.

 

"¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?", esta frase es de Hellen Keller, si no has oído de ella puedo compartirte lo que señala de su biografía la página frasesypensamientos.com.ar, "autora, activista y oradora estadounidense sorda y ciega... En 1882 estuvo a punto de morir por una fuerte fiebre... que la dejó ciega y sorda. Luego de sufrir varias crisis, la familia decidió contratar a una profesora personal. La persona elegida fue Anne Sullivan... Con mucha paciencia y cariño, Anne Sullivan logró enseñarle a Helen Keller a comunicarse, aprendiendo rápidamente el lenguaje manual de los sordomudos y el alfabeto Braille"

 

"En 1888, Helen Keller concurrió al Instituto Perkins para Sordos en Boston (Massachusetts)... y en 1894 se trasladó a Nueva York para continuar sus estudios en la Escuela Wright - Humason para Ciegos. Helen Keller se graduó con título de honor de la Radcliffe College en 1904... En 1932, Helen Keller es nombrada Vicepresidente del "Royal Institute for the Blind in the United Kingdon" (Real Instituto para Ciegos en el Reino Unido). Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), visitó a los soldados internados en hospitales militares, dándoles contención y ánimo. El 14 de septiembre de 1964, el Presidente Lyndon  Johnson reconoció la labor de Helen Keller otorgándole la Medalla Presidencial de Libertad, el mayor honor estadounidense para ciudadanos. Dueña de una voluntad inquebrantable, gran inteligencia, sensibilidad y carisma, Helen Keller dejó un mensaje positivo y alentador para todas las personas".

 

Dice un dicho que la oscuridad tiene un valor muy importante pues permite apreciar la luz. Imagínate una situación como la de Hellen Keller, donde la ceguera y la incapacidad para oírte aíslen prácticamente del mundo, realmente se requeriría una gran entereza de espíritu para salir adelante de esta situación.  Entereza que solo sería palpable y visible ante lo extremo de la adversidad.

 

Voltea un momento para ver lo que el mundo reconoce como grandes personajes, como excepcionales personajes, y te darás cuenta que se trata de gente que  realmente trascendió, trascendió sus limitaciones, su tiempo, su espacio y nos dejó un legado de dinamismo y motivación donde el mensaje es claro: nuestro espíritu, nuestro carácter, nuestra voluntad tiene una capacidad increíble de crear y transformar no solo nuestra vida sino la vida de los demás, no solo nuestro presente sino también nuestro futuro, y no solo lo que podemos sino incluso lo que creemos no poder.

 

Hagamos un pequeño ejercicio la próxima vez que estés frente a una situación que consideres pesada vivencialmente hablando. Siéntate por un minuto, un minuto solamente, cierra los ojos e imagínate en esa misma situación que te abruma pero estando ciego y sordo, igual que Hellen Keller, un mundo de silencio y oscuridad y además con el problema que enfrentes. Un minuto, no más. Después abre los ojos y date cuenta que ves, que oyes, que hablas, caminas, piensas y sientes. En pocas palabras, que tienes todo a tu favor para salir adelante. Date cuenta de ello y actúa en consecuencia.

 

Las pruebas de la vida nos dan la oportunidad no solo de crecer sino de creer en nosotros mismos, ya que nos permiten hacer uso de recursos que nunca hubiéramos utilizado en situaciones normales, así que la próxima vez que andes en penumbras recuerda que así como un foco puede iluminar una habitación, una sola persona de bien puede iluminar el mundo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/qLI3IQv_R78  

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://hotmart.com/es/marketplace/productos/tu-helado-se-derritio-construccion-dinamica-de-liderazgo-trascendental/B91847525Q