Una de las cualidades más fascinantes de la vida es precisamente el hecho de que no sabemos lo que el futuro nos depara, esto nos obliga a trabajar con todos nuestros recursos internos y externos en pos de metas que nos sabemos si lograremos alcanzar pero que al final, se alcancen o no, nos habilitaran con el carácter a prueba de todo que tienen los triunfadores.
La
incertidumbre de la vida plantea el enorme reto de trabajar con carácter y esperanza
para lograr lo que deseamos, de la misma forma en ocasiones este hecho puede
ser tan abrumador que lleve a pensar en intentar solo aquello que tiene grandes
posibilidades de éxito, esto último nos hace reo de circunstancias externas
pues solo cuando todo este de nuestra parte es cuando decidiremos intentar
algo. Este pensamiento no solo no nos hace líderes de nuestra vida sino que nos
quita en vez de darnos.
Ejemplos
de sobra hay: en el deporte, la ciencia, la política, la vida misma; cientos, miles
de ejemplos donde personas se han jugado el todo por el todo incluso cuando las
circunstancias les eran adversas; curiosamente lo más importante de esto es que
independientemente del resultado, sea este favorable o no, el carácter obtenido
es algo que permanece.
Este
carácter es el que permite continuar avanzando aún y cuando todo está en contra,
el que nos habilita a soñar incluso con lo imposible, el que nos lleva a levantarnos
ante grandes caídas, y el que nos permite erigirnos como líderes de nuestra
propia vida.
Otro hecho interesante es que ese intentar aunque a
veces no se tenga el resultado deseado inmediato, puede verse, más que como
fracasos o derrotas, como prácticas para un éxito futuro.
Veamos el caso de Abraham Lincoln: Fracasó en los
negocios a los 31 años, fue derrotado a los 32 como candidato para unas
legislativas, volvió a fracasar en los negocios a los 34, perdió en unas
elecciones a los 38, no consiguió ser elegido congresista a los 43, no
consiguió ser elegido congresista a los 46, no consiguió ser elegido
congresista a los 48, no consiguió ser elegido senador a los 55, a los 56
fracasó en el intento de ser vicepresidente, fue derrotado y no salió senador a
los 58, por último fue elegido presidente de los Estados Unidos a los 60.
Una cuestión incómoda pero real es que en ocasiones
se requiere de esos pequeños tropiezos en la vida para moldear el carácter de
las personas que les permita posteriormente desempeñarse con éxito. Al igual
que cuando a un hijo se le da todo sin esfuerzo y éste termina maleándose,
lograr todo y a la primera no nos permitirá generar un carácter no solo de
fortaleza sino también de comprensión y entendimiento.
Los sueños y las metas que realmente valen la pena
generalmente requieren de tiempo y esfuerzo para ser alcanzadas, tiempo y
esfuerzo que conlleva a un intentar constante pues generalmente el éxito no
viene a la primera. En un mundo donde lo rápido es norma, entender esto nos
evitará muchas frustraciones y nos habilitará para no darnos por vencido a la
primera, recuerda: comienza intentándolo... terminarás lográndolo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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