El ser humano es una entidad doble, por un lado se mueve en mundo intangible de los sueños, las ilusiones y las esperanzas y por el otro trabaja y construye en las realidades cotidianas de la vida, un equilibrio de ambos mundos requerirá necesariamente de ideas y resultados.
Cuando
un artista está inspirado suele decirse que las musas están con él, esto en alusión
a aquellas entidades que según la mitología griega eran inspiradoras de la música
y la poesía. Esta alegoría hace alusión al hecho de que como seres humanos
podemos acceder a realidades que ningún otro ser vivo puede. El solo hecho de
poder hacer planes, de poder soñar, de poder visualizar, es una maravilla
asombrosa de nuestro increíble potencial. Ejemplo de esto el caso de Beethoven
quien prácticamente escribió sus 9 sinfonías padeciendo gradualmente problemas
de sordera aunque la novena la escribió en sordera total.
De
la misma forma, nuestro ser interno es capaz de plantarse grandes metas, y por
grandes hacemos referencia a que son metas que sobrepasan a uno mismo, que
necesariamente lo llevan a ser más que lo que uno es en determinado momento,
metas tan grandes, y por lo tanto tan valiosas, que necesariamente deben ser
alimentadas siendo este alimento precisamente el de la esperanza.
La
esperanza es ese sentimiento que permite a una persona dada el construir día a
día un futuro mejor para sí y los demás, por ende este sentimiento requiere de una
actitud optimista con lo que puede volverse difícil de tener en casos de depresión,
angustia o ansiedad.
Pero como no podemos soslayar que a todos,
absolutamente a todos nos llegan en momentos dados esos estados anímicos
negativos, una sugerencia mucho muy práctica es escribir, cuando nos
encontremos optimistas, y por ende esperanzados, una brevísima carta a nosotros
mismos para esos momentos de depresión, angustia o ansiedad. Así es, una carta
donde nosotros mismos nos demos ánimo. Una carta hacia un yo futuro para no
decaer y buscar, no tanto salir de ese estado anímico, sino esperar a que pase
para continuar nuestro andar.
Ahora bien, no podemos fincar todas nuestras
esperanzas única y exclusivamente en esperanzas y estados positivos de
pensamiento, en el mundo real, por llamarlo de cierta forma, se requieren de
acciones. Acciones que sustentadas en la esperanza, permitan construir ese
futuro deseado, acciones que tengan un objetivo concreto y maneras de medir su
avance.
Las metas para alcanzarse requieren de dinamismo, un
dinamismo que permita avanzar hacia ellas. Ese dinamismo, reflejado en las
acciones, debe sentirse como un caminar hacia las metas dispuestas, y no solo
sentirse, sino también permitir apreciar los avances de manera tangible.
Acciones que no cumplan ese criterio pueden estarnos desviando.
Lo interesante de estas ideas, es que tanto la
esperanza como las acciones deben tener su coincidente en las metas planteadas.
Esto no es algo mínimo que cuidar. Las esperanzas pueden apuntar hacia un lado
y las acciones hacia otro. De vez en cuanto hay que sentarse y comparar ambas
para hacer los ajustes que permitan lograr lo planeado después de todo hay que
recordar que tus sueños se alimentan de esperanza, tus logros de acciones.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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