miércoles, 26 de abril de 2023

No existen puertas imposibles de abrir, solo puertas para las que aún no has encontrado la llave


 Muchas veces en la vida, tal vez incluso más de las que quisiéramos, nos encontraremos ante situaciones que en algún momento dado consideraremos insalvables, pero una cosa es que en ese momento no podamos superarlas y otra muy distinta que en realidad sean insuperables.

 

Si hiciéramos un recuento por la historia de la humanidad podríamos encontrar casi casi en cada década de su existencia situaciones que se creían insuperables pero que con el tiempo resultaron no ser así. El que un buque de metal flote en el agua, el que un avión de hierro vuele en el aire, las vacunas, el ir a la luna y un sinfín de eventos que lo único que nos dicen es que nada está dicho ante eventos que se consideran imposibles.

 

Pues bien. De la misma forma podríamos señalar que la vida de cada uno de nosotros es como una historia de la humanidad en pequeño. Nacemos, crecemos, aprendemos, maduramos. Igual como ha sido la historia de la humanidad. Y de la misma forma que ha sido la historia de la humanidad, en muchas ocasiones nos encontraremos ante situaciones que consideraremos imposibles de superar.

 

Si vemos la historia de la humanidad y todas esas situaciones imposibles que luego llegaron a ser posibles podremos concluir que no hay que ser tan duros en las conclusiones sobre lo que se puede o no hacer. Es más, basta con que veamos nuestra propia vida, seguro estoy que encontraremos situaciones que, al igual que la historia de la humanidad, consideramos en su momento imposibles de vencer o superar para darnos cuenta después de que no eran así.

 

¿Y a qué viene todo esto? Simplemente para no constreñir, no enclaustrar a nuestra mente en un paradigma que no solo es falso, sino que nos hace daño: el paradigma del “no se puede”.

 

Digo que ese paradigma es falso por los ejemplos que hemos estado mencionando y que nos muestran que ante la vida nunca se está dicha la última palabra. Digo que nos hace daño pues nos pone en una situación de fracaso, de infortunio, de desesperación.

 

Pero bien, podrás decir, aun así, en ocasiones nos enfrentaremos a situaciones o eventos que consideremos insalvables, ¿qué hacer ante eso? Me gustaría decirte más bien lo que no hay que hacer y es pensar que en efecto son insalvables. Más bien vamos pensando cómo es que aún no hemos visto la manera de superarlos, de resolverlos, pero que, como situaciones de vida, sean las que sean, no podemos darle ese poder decisivo de imposibles.

 

Lo mejor que podemos hacer ante los obstáculos, retos y desafíos que encontremos es no darles ese poder de etiquetarlos insuperables, después de todo no existen puertas imposibles de abrir, solo puertas para las que aún no has encontrado la llave.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/qZxoQOPK4hE

 

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jueves, 20 de abril de 2023

Caer duele un momento, no levantarse duele toda la vida


 

En algún momento de nuestra vida todos experimentaremos lo que denominamos caídas, es decir, esos tropiezos que se nos presentan en nuestro caminar hacia nuestras metas, y si bien este hecho será en su momento doloroso peor que ello es el tirar la toalla y quedarse tirado.

 

“¿Ya para qué?, ¿qué caso tiene?, no vale la pena”, ¿cuántas veces has escuchado o incluso tal vez dicho alguna de las frases anteriores ante alguna contrariedad que en tu andar hayas experimentado? Yo creo que a tú, yo y muchos más nos hemos sentido en algún momento de nuestra vida abatidos ante algún tropiezo que hayamos vivido.

 

Este sentimiento es natural, incluso si me permites la expresión diría que es hasta benéfico pues nos permite desahogar esa contrariedad ante un leve fracaso experimentado, también como nos detenemos un momento en nuestro andar, nos permite descansar y renovar fuerzas.

 

Pero una cosa es caer y por un momento, como se dice coloquialmente “lamernos las heridas” y otra cosa muy distinta de plano dar la batalla por perdida y, también como se dice coloquialmente, “tirar la toalla”.

 

“Pero es que esto, esto y esto otro”, podrás argumentar para tratar de justificar un estado no de desánimo sino más bien de derrotismo, y la verdad no es mi intención entrar en una lucha de razonamientos respecto de si vale o no la pena luchar por algo o más bien darse por vencido.

 

En vez de eso quiero proponerte que veas un tropiezo, una caída, con otra perspectiva: ¿cómo te sentirías si, dentro de unos 5, 10 o 20 años, voltearas atrás y vieras que dejaste de luchar?

 

Es más que evidente que ante una caída experimentada la sensación, como ya comenté, es de desánimo, pero una vez que pasé ese sentimiento, ¿cómo crees que te sentirías si dejaste de luchar?

 

Mucha gente con el tiempo se recrimina por las decisiones que en su momento tomó respecto de dar todo por perdido y dejarse vencer por las dificultades que en su momento experimentaba. Por el contrario, los que han seguido luchando, incluso aunque no hayan conseguido por lo que luchaban, se sienten en lo personal satisfechos por el simple y sencillo hecho de que pueden decir que al menos de su parte no quedó, que hicieron todo lo que estuvo a su alcance.

 

Es así como caerte y levantarte, si bien no garantiza logres en automático lo propuesto, sí genera en ti carácter, madurez y determinación, después de todo caer duele un momento, no levantarse duele toda la vida.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/JjDv_I8A_QM

 

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jueves, 13 de abril de 2023

Caerse puede ser consecuencia de muchos factores, levantarse solo de uno: Tú


 

Parafraseando la expresión que dice que si quieres la paz prepárate para la guerra bien podría decirte que si lo que quieres es caminar prepárate para las caídas.

 

A nadie nos gusta cuando en la vida experimentamos tropiezos, caídas, fracasos, pero una de las dos realidades sobre esto es que en algún momento todo experimentaremos algo así; con todo y todo la otra realidad es que de esto podemos aprender, mejorar y seguir avanzando.

 

Piensa en las caídas que experimentes en la vida como en aquellas que experimentaste cuando de pequeño comenzaste a caminar, ¿lo recuerdas? Tal vez tengas aún algún recuerdo de esa etapa, incluso algún recuerdo físico de esas caídas. Pero veámoslo de esta forma ¿qué hubiera pasado si, por temor al tropiezo, te hubieras negado a aprender a andar?

 

La vida es igual. Hay quienes no quieren experimentar ningún tropiezo, caída o fracaso y en su interior no toman las decisiones para poder avanzar en la vida quedándose atrofiados en cuanto a sus posibilidades. Si fuera aún más sincero contigo te diría que no estás propiamente llamado a caminar o correr sino más bien a volar. Obvio que esto es una paráfrasis para indicarte el increíble potencial que tienes, pero de la misma forma para señalarte las inmensas posibilidades que existen de que en algún momento tropieces, caigas, fracases.

 

Uso esas expresiones para tratar de transmitir una idea no para señalar una realidad por que el fracaso como tal solo existe cuando te das por vencido y dejas de luchar. Mientras sigues en la pelea, es decir, que aun cuando tropieces o

caigas te levantes y continúes avanzando, podemos decir que no has fracasado.

 

Y de esto quiero señalarte algo. Las caídas pueden tener muchos factores: físicos, mentales, emocionales, espirituales, internos o externos, pero cuando decides levantarte y seguir en la lucha el único factor que tiene peso en esa decisión es tu decisión.

 

El levantarte de una caída implica que apliques razón, voluntad, percepción y atención, y el hecho de seguir en la lucha implica que apliques constancia, disciplina, esfuerzo y pasión.

 

Obvio que cuando se experimenta un tropiezo, una caída, un fracaso, lo menos que uno quiere o puede pensar es en levantarse y seguir luchando. Esto es normal, es natural. Incluso podría decirte que es bueno y saludable tomar un respiro, un descanso, dejar que las aguas tomen de nuevo su curso y entonces levantarse para continuar la batalla de nuestra vida.

 

Es un hecho que en la vida las caídas que experimentes en tu andar son algo prácticamente ineludible pero esto no es un fatalismo que impida, con valor y con carácter, el levantarte con mayor decisión a cada una de ellas, después de todo caerse puede ser consecuencia de muchos factores, levantarse solo de uno: tú.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/DaAJPXZIOwM

 

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jueves, 6 de abril de 2023

Las metas son nobles si te mejoran, pero son trascendentes sin mejoran el mundo


 

Todos queremos hacer más, tener más o ser más en esta vida, y eso está bien,

forma parte del proyecto inacabado que como seres humanos cada uno de

nosotros somos, pero en ese hacer, tener y ser no hay que olvidar que existe

también el trascender.

 

Hacer, tener y ser forman las tres facetas que necesaria y forzosamente tienen que ver con el ser humano. Esas tres facetas pueden ser o bien viles o bien nobles. Serán viles cuando te lleven por caminos y hacia resultados que te dañen, te denigren, te hagan terminar peor que como comenzaste; serán nobles si por el contario te benefician, te mejoran, hacen que al final el resultado en ti sea mejor que como comenzaste.

 

Ese hacer, tener y ser prácticamente no podemos eludirlo mientras estemos vivos, es parte de nuestra propia naturaleza y de lo que somos. O dime, ¿conoces a alguien que no haga, que no tenga o que no sea nada? Hacer, tener y ser son prismas que reflejan nuestra esencia, pero con todo y todo esas no son las únicas facetas que podemos tener en nuestra vida, sino que existe una cuarta: el trascender.

 

A diferencia del hacer, tener y ser que son ineludibles en nuestra vida mientras estemos vivos, el trascender es opcional, es algo que podemos llegar a conformar como parte de nuestra vida pero que requiere de constancia, disciplina, esfuerzo y pasión y una visión que exceda lo que hacemos, lo que tenemos y lo que somos.

 

De lo anterior lo más importante es lo último, es decir, de esa visión que exceda lo que hacemos, lo que tenemos y lo que somos ya que de manera natural nuestra vista está fija de una manera egoísta en nosotros mismos, pero si nos damos cuenta (es decir, si ampliamos nuestro rango de conciencia), formamos parte de una sociedad, si a esa sociedad la va bien a nosotros también nos va bien, si a esa sociedad le va mal a nosotros también nos va mal. Vivimos relacionándonos con otros seres humanos y como parte sistémica de ese conglomerado la manera en que los ayudemos repercute indirectamente en la forma en que nosotros mismos trabajamos en nuestro proyecto de vida.

 

Pero si te fijas lo anterior requiere un grado de conciencia que exceda al simple “yo” para incluir el “nosotros”. Y en ese “nosotros” no solo entran las personas sino también la naturaleza, el medio ambiente, todo lo que nos rodea. Respecto de esto último date cuenta cómo es que no ha sido sino hasta muy reciente que nos hemos dado cuenta que el daño que hacemos a la naturaleza, el medio ambiente y todo lo que nos rodea termina por devolvérsenos y repercutir en nosotros.

 

Pero tú no tienes que esperar hasta que los efectos de nuestra desidia egoísta nos afecten, en la medida de las posibilidades de cada quien puede uno contribuir a mejorar este mundo, en cualquiera de sus aspectos. Ahora bien, tal vez veas en esto una tarea titánica sino imposible y tal vez tengas o no tengas razón, eso no lo voy a discutir, lo único que quiero que tengas en mente es que independientemente de que logres algo en el mundo o no, el sólo hecho de intentarlo te cambia, te mejora, te lleva por el camino de la excelencia y te vuelve trascendente.

 

No estamos aquí solo para pasar por este mundo como algo que vino y se fue y no significó nada sino para trascender haciendo cada vez más, siendo cada vez más y teniendo cada vez más con un sentido trascendental, después de todo las metas son nobles si te mejoran, pero son trascendentes sin mejoran el mundo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/CAp5n7ZuWm0

 

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