jueves, 28 de diciembre de 2023

La trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?


Hay conceptos que en el transcurso de la historia de la humanidad han llamado la atención lo mismo de las sociedades que de las personas, uno de esos conceptos es el de la inmortalidad, curiosamente la inmortalidad puede construirse día a día, siendo que, desde esa perspectiva, uno debe cuidar lo que construye pues eso permanecerá para siempre.

 

Cuando hablamos de inmortalidad hay dos acepciones que se nos vienen a la mente, una de ella es la de la imposibilidad de morir, pero la otra, y que es la que nos interesa, se refiere a la perdurabilidad de algo en la memoria, ya que eso implica que todos podemos alcanzar este estado (al menos en su segunda acepción) para lo cual debemos cuidar nuestro actuar presente.

 

El pensamiento anterior puede ser muy poderoso cuando pensamos nuestras acciones temporales con un sentido de trascendencia ya que nos motiva a dar ese esfuerzo extra para poder así tener un efecto que vaya más del momento presente. Curiosamente mucha gente piensa en el corto plazo, en el beneficio que en su tiempo pudiera acarrearle alguna acción, lo cual cobra su máxima expresión en cuestiones de corrupción y delitos. La corrupción y los delitos son el camino fácil y rápido para obtener hoy lo que se quiere, pero no solo obtener hoy lo que se quiere sino obtenerlo hoy a costa del futuro.

 

Por el contrario, cuando uno piensa en función de la trascendencia de sus actos se da cuenta que la cobardía de no exigir, de no señalar, de no criticar, la complacencia de ocultarse, de beneficiarse, de hacerse cómplice, genera en el largo plazo, a manera del efecto fractal, un boomerang de consecuencias que, aunque no lleguen a afectar a uno, afectaran a las generaciones futuras de nuestros amigos y familiares.

 

Eso en la cuestión social o comunitaria, pero también está la cuestión personal. Todos conocemos casos de amigos, familiares o simples conocidos a los cuales todavía se les recuerda, más que por su carácter o su personalidad, por aquellos actos que definieron su vida, siendo que los actos de valor, de carácter, de congruencia, serán reconocidos por las generaciones incluso una vez que uno se haya ya ido, pero de la misma forma los actuares tibios, convenencieros o de plano cobardes, serán señalados de forma recriminatoria en la trascendencia de nuestros actos.

 

Hay un ejercicio que en ocasiones uso en mis talleres de liderazgo y que es bien sencillo y a la vez aleccionador y que te comparto: en una hoja blanca pon tu nombre en la parte de arriba, después, en cuando mucho cinco renglones pon la manera en que te gustaría te recordaran (en este punto y como ayuda les digo que se imaginen que abren una enciclopedia del futuro donde estuvieran, ¿qué te gustaría dijera?); una vez efectuados los dos pasos anteriores, trazar una raya horizontal que divida lo que se acaba de escribir y poner debajo de esa línea todas las acciones que ahora mismo están desarrollando para lograr esa manera en que quieren ser recordados.

 

Como mencioné, es un ejercicio sencillo que generalmente arroja una deficiencia de acciones actuales para ese recuerdo que se desea se asocie con uno. Generalmente un 80% levanta la mano cuando les pregunto ¿quién no cree que con lo que ahorita está haciendo se logre esa forma en que quieren ser recordados?, pero acto seguido señalo –y de igual forma te señalo a ti quien lees esto- que no todo está perdido, es más que hay buenas noticias: todavía tienes tiempo de entrar a la historia con el carácter y el valor que solo la gente libre posee.

 

El camino a la eternidad, comienza en el presente; nuestras acciones nos

conducen, no solo a las metas planteadas, sino también a la forma en que seremos recordados, de ahí el valorar con creces el momento presente para trabajar ahora por la inmortalidad que ya es nuestra pero que nosotros decidiremos como se nos recuerda, después de todo la trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/IGpKe1qksv4

 

 

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jueves, 21 de diciembre de 2023

Cuando se disfruta el camino no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso

 


Lo mejor que le puede pasar a uno en esta vida es disfrutar realmente lo que hace, eso le da más sentido a las ideas que uno tiene y a las acciones que uno emprende, incluso en ocasiones tiene más sentido que lograr las metas que uno se proponga.

 

Cuantas veces no hemos visto personas que ante las obligaciones que tienen en su vida muestran no solo una apatía sino en muchas ocasiones una actitud verdaderamente negativa, para esas personas lo que hacen es una carga por más nimio que nos parezca.

 

De la misma forma, todos conocemos personas que su vida la viven con gozo, con alegría, y que sus obligaciones y los retos mismos que enfrentan lo hacen con un estado de ánimo que incluso llega a contagiar.

 

La diferencia entre estos dos extremos está precisamente en saber disfrutar lo que uno hace, esto es la clave de todo, incluso del éxito, ya que el éxito es escurridizo y ocupa mucho esfuerzo, mucha energía, y que mejor manera de dar todo ese esfuerzo y esa energía que con un ánimo optimista, de confianza, de gozo por estar vivo.

 

Al principio se comentó que esta actitud le da más sentido a las ideas y a las acciones que incluso lograr las metas que se proponga, esto parecería ser una contradicción pero no es así. Una meta es un objetivo, si lo vemos objetivamente la consecución de una meta dura un momento infinitamente pequeño, por ejemplo,  cuánto dura en el tiempo el que un corredor cruce la meta?, ¿o en que alguien obtenga un título?, ¿o en que un emprendedor inicie un negocio?, no nos confundamos, lo que dura tiempo es el camino hacia esas metas, pero el lograrlo dura un pequeñísimo instante, tal vez unos segundos, después la meta queda atrás y vienen otras.

 

Siempre habrá metas, siempre habrá caminos, la manera de llegar a esas metas y de recorrer esos caminos es lo que nos dará riqueza en nuestra existencia, más incluso del alcanzar una meta ya que ésta puede llegar muy tarde en nuestra vida (o incluso no llegar), mientras que el camino hacia ella estará presente en todo el trayecto.

 

Ahora bien, a veces uno no puede escoger del todo la meta o el camino, las obligaciones que la misma vida va poniendo en ocasiones casi nos obliga a tomar ciertas decisiones, pero ¿por qué amargarnos por ello?, siempre habrá algo positivo de lo que hagamos, algo que nos guste o que nos llene; pues por pequeño que esto sea, debemos enfocarnos en ello para darle no solo sentido a nuestra existencia sino fuerza y motivación.

 

En una ocasión, en un taller de emprendedurismo que me tocó dar, alguien se quejaba de lo dura y difícil que le era la vida, de lo casi imposible que se le hacía el ver algo positivo cada día que le permitiera avanzar con gozo el camino que tenía que recorrer, que lo que yo le proponía era realmente imposible. En ocasiones uno tiene que ser drástico ante actitudes tan extremosas. Es así como le acerqué un pequeño cuchillo que había quedado del entremés que nos habían dado y le dije que si la vida le era tan pesada por qué no terminaba en ese instante con ella. La persona se me quedó viendo incrédula de lo que oía. "¿Qué pasa? -le pregunté- ¿por qué no acabar con esto de una vez? ¡vamos!". El silencio reinaba en la sala. Después de un momento le quite el pequeño cuchillo y le dije con la intención que todos oyeran "eso mismo que te detiene para una acción como esta es de lo que cada día debes aferrarte para transitar este período que te

ha tocado en este momento".

 

No podemos ser ingenuos, la vida es dura, es pesada, a veces los trayectos son oscuros, lo único que a veces uno tiene es su ánimo, su entereza, su voluntad de seguir adelante esperando salga el sol y las cosas mejoren, puede que esto suceda, puede que no, pero desde el momento mismo en que uno avanza con esa actitud ya ha ganado, después de todo cuando se disfruta el camino no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/BGplf0vc08I

 

 

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jueves, 16 de noviembre de 2023

Establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos


 

La vida está hecha de retos, retos que para superarse requieren de utilizar recursos, recursos que como el dinero son renovables o como el tiempo no lo son, pero que independientemente de ello requieren de estrategia para que dichos recursos no sean desperdiciados.

 

Las metas, más que como punto final de una serie de acciones, en muchas ocasiones se convierte en un nuevo punto de partida que nos permite iniciar nuevos andares en nuestra vida, en la medida que la meta establecida sea elevada y noble, nos permitirá partir con ventaja hacia nuevos horizontes.

 

La meta no solo es un “qué quiero lograr” sino más bien un “por qué lo quiero lograr”, eso es establecer un propósito, algo no solo que nos guíe sino que nos motive. La misma palabra “propósito” hace referencia a un acto volitivo, una acción donde tanto la mente como los sentimientos intervienen voluntaria y libremente para conseguir un objetivo, donde hemos calculado los costos y beneficios y donde nos sentimos lo suficientemente motivados para avanzar hacia la consecución de las metas, es así pues que para esto requerimos tener claridad de ideas y fuerza de corazón.

 

En este sentido, tanto mente y sentimientos deben ir a la par ya que si solo le ponemos cabeza a las cosas estaremos caminando por un terreno sumamente árido que fácilmente terminará desgastándonos; por el contrario, si somos todo corazón, es decir, sentimientos y motivación pero sin objetividad de pensamiento, corremos el riesgo de llegar con mucho entusiasmo a lugares que no queríamos.

 

Propósito es trazar una meta sabiendo los qué y andar el camino hacia ella sabiendo los porqué; y ambos, qué y por qué, son cobijados por las estrategias que incluyen esfuerzos y recursos.

 

En este punto, cuando hablamos de esfuerzos y recursos, ojo, nos referimos tanto a esfuerzos y recursos tangibles como intangibles. Entre los tangibles están los recursos materiales y financieros y dentro de los intangibles los de tiempo y motivación. Todos ellos se consumen como si fuera alimento para el alma y para el cuerpo en el camino hacia nuestra meta. En este sentido, mientras más elevada o retadora sea esta meta, mayores recursos tangibles e intangibles requerirá, es así que al iniciar el caminar hacia una meta debemos constantemente ver con que contamos en cuanto a recursos para conseguir nuestro objetivo.

 

Esto último, el saber con qué contamos, no necesaria y forzosamente implica que deberemos tener todos los recursos que necesitaremos para nuestro camino desde un principio, pero si al menos tener claridad en cuanto a lo que se cuenta para iniciar ese caminar y en la manera en que durante el andar se solventarán las necesidades de recursos que se vayan presentando.

 

No hay nada más satisfactorio que proponerse algo y alcanzarlo, y para ello se requiere esa claridad intelectual y esa fuerza interior de la que hemos hablado, todo ello nos permitirá eficientar nuestro andar ya que establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ZC8Ki6fv4_Y

 

 

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jueves, 9 de noviembre de 2023

Sin objetivos ni estrategias llegaras a cualquier lugar, menos a donde querías


 Hablando de metas de vida, una parte muy importante es la capacidad de automotivación que se pueda tener lo mismo para avanzar camino a dichas metas que para levantarse de las caídas propias del andar; pero de la misma forma, y por más motivados que se pueda estar, necesaria y forzosamente se requerirá que las metas planteadas tengan objetivos y estrategias claros y medibles para el logro de las mismas.

 

Hablando de metas, generalmente este término hace referencia a logros ulteriores y generales que se buscan conseguir, por ejemplo, tener éxito en esto o en aquello, ser el mejor en esto o en aquello, o llegar a dominar esto o aquello, pero para lograr esa meta necesariamente se requerirán objetivos (o sub-metas) que por su propia naturaleza deberán ser específicos en cuanto a los cómos y cuándos para ser susceptibles de evaluación, es así como un objetivo debe ser ante todo medible (en cuestiones tanto de tiempo como de indicadores de eficiencia). Por ejemplo, en tres meses lograr leer un libro o aprender 100 palabras nuevas en otro idioma en un mes son ejemplos de objetivos muy claros.

 

De la misma forma el o los objetivos que se establezcan como necesarios para lograr una meta deberán ir acompañados de estrategias, es decir, de acciones puntuales que permitan lograr esos objetivos, por ejemplo, para los casos planteados, ponerse el compromiso de leer por la noche antes de dormir 5 páginas del libro en cuestión o cada mañana aprender tres palabras nuevas en otro idioma es una manera muy concreta de cumplir los objetivos y, por ende, las metas planteadas.

 

Estas observaciones pueden parecer muy evidentes, pero parten de un hecho que también es mucho muy evidente y es que cada día podemos ver frases motivacionales que impulsan lo mejor que tenemos para llevarnos a alcanzar nuestros sueños, solo que esa motivación requiere de guía y dirección para ello, curiosamente la motivación –como seguro muchos de nosotros hemos experimentado-, puede venir de fuera, pero los objetivos y estrategias necesariamente deben venir de nosotros pues solo nosotros sabemos nuestros recursos y nuestras limitaciones para alcanzar estas metas.

 

¿Por qué esta serie de sugerencias?, pues por el simple hecho de que la vida misma, por su propia naturaleza, implica acción y dinamismo, pero en ocasiones esa acción y ese dinamismo puede ser puesto por factores externos, es decir, que nuestras acciones estén en función, no de nuestras metas, objetivos y estrategias, sino en función de la operatividad diaria que impongan esos factores externos (trabajo, sociedad, amigos). Ante esto, ¿cuál sería una sugerencia mucho muy práctica? Pues escribir la o las metas que queramos lograr (no se sugieren más de tres para estar en capacidad de darle seguimiento), seguidas de sus respectivos objetivos (por lo menos tres y que sean muy específicos y medibles) así como de las estrategias respectivas (otras tres por objetivo) para lograr estos últimos.

 

La vida es una serie de eventos en los cuales interactuamos como actores de nuestra propia existencia, en la medida que esta interacción sea pensada y voluntaria más dueños de nuestra vida seremos, es así como debemos tener claridad en lo que queremos y en cómo lo lograremos, después de todo sin objetivos ni estrategias llegaras a cualquier lugar, menos a donde querías.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/iF18iJmxwng

 

 

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jueves, 2 de noviembre de 2023

Qué curioso: cien errores te pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!


 

El devenir de la historia humana demuestra con creces que lo que en ocasiones parece una derrota no es más que los preparativos para un éxito futuro, de ahí la importancia de no desistir en los intentos por lograr nuestros sueños.

 

Todos conocemos la historia de Thomas Alva Edison a quien los historiadores le adjudican más de mil intentos para fabricar la bombilla eléctrica, y su respuesta al señalamiento de estos fracasos en el sentido de que él no había fracasado sino que al contrario había descubierto mil formas de no hacer una bombilla, hasta que tuvo éxito.

 

Una de las características de nuestro tiempo es precisamente la rapidez y facilidad para lograr las cosas, lo cual contrasta grandemente con el tiempo y el esfuerzo necesario en el pasado para cualquier acción, simplemente pensemos que para cruzar el atlántico en la época de Colón eran necesarios alrededor de dos meses, hoy con 12 horas podemos pasar de un continente a otro.

 

Lo anterior genera una nueva personalidad en los individuos que tiende a desistir si las cosas no se obtienen fácil y rápido, pero a diferencia de los avances tecnológicos, la naturaleza del ser humano no ha cambiado por lo que sigue requiriendo de tiempo y esfuerzo para generar lo que denominamos carácter. Pensemos por ejemplo en las plantas, muchos avances científicos se han dado al respecto, pero los tiempos de nacimiento y maduración no han cambiado por lo que uno tiene que ajustarse a estos a fin de obtener fruto abundante.

 

De la misma forma el carácter de las personas requiere de tiempo y esfuerzo para crecer y madurar, tiempo y esfuerzo que permite, por un lado, la adaptación física de nuestro ser a las condiciones del mundo que vivimos, y por otro, la adaptación emocional e intelectual a ese mismo entorno, siendo la conjunción de estos elementos lo que forma lo que se llama carácter.

 

Ahora bien, ¿qué sucede entonces si a la primera de cambios se desiste en los intentos de conseguir nuestras metas? Curiosamente lo de menos es que no conseguiremos los objetivos planteados, el problema real y mayor es que no se desarrollará el carácter necesario para ser un triunfador. ¿Y qué puede hacerse ante lo anterior? Simple y sencillamente no desistir de nuestros intentos por conseguir nuestras metas, lo cual generará –ojo- independientemente de si se consiguen o no las metas, un carácter a prueba de caídas y vendavales pues nuestra fortaleza interna será tal que permitirá sortear los más grandes obstáculos.

 

¿Lo anterior quiere decir que nunca se resentirán las caídas? ¡Claro que no!, por más carácter que se tenga uno no deja de ser humano, de sentir, de alegrarse lo mismo que sufrir, la ventaja con el carácter desarrollado es que tendremos la fuerza necesaria para salir por nosotros mismos hasta el otro lado de la orilla lo que nos permitirá retomar nuestro camino haciéndonos dueño de nuestra vida y por lo tanto de nuestro destino.

 

Lo que en nuestra vida y ante los ojos de los demás pueden parecer errores, con el paso del tiempo y si uno persevera en conquistar no solo las metas planteadas sino la vida misma, después de todo qué curioso: cien errores te pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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jueves, 26 de octubre de 2023

Tus sueños se alimentan de esperanza, tus logros de acciones


 El ser humano es una entidad doble, por un lado se mueve en mundo intangible de los sueños, las ilusiones y las esperanzas y por el otro trabaja y construye en las realidades cotidianas de la vida, un equilibrio de ambos mundos requerirá necesariamente de ideas y resultados.

 

Cuando un artista está inspirado suele decirse que las musas están con él, esto en alusión a aquellas entidades que según la mitología griega eran inspiradoras de la música y la poesía. Esta alegoría hace alusión al hecho de que como seres humanos podemos acceder a realidades que ningún otro ser vivo puede. El solo hecho de poder hacer planes, de poder soñar, de poder visualizar, es una maravilla asombrosa de nuestro increíble potencial. Ejemplo de esto el caso de Beethoven quien prácticamente escribió sus 9 sinfonías padeciendo gradualmente problemas de sordera aunque la novena la escribió en sordera total.

 

De la misma forma, nuestro ser interno es capaz de plantarse grandes metas, y por grandes hacemos referencia a que son metas que sobrepasan a uno mismo, que necesariamente lo llevan a ser más que lo que uno es en determinado momento, metas tan grandes, y por lo tanto tan valiosas, que necesariamente deben ser alimentadas siendo este alimento precisamente el de la esperanza.

 

La esperanza es ese sentimiento que permite a una persona dada el construir día a día un futuro mejor para sí y los demás, por ende este sentimiento requiere de una actitud optimista con lo que puede volverse difícil de tener en casos de depresión, angustia o ansiedad.

 

Pero como no podemos soslayar que a todos, absolutamente a todos nos llegan en momentos dados esos estados anímicos negativos, una sugerencia mucho muy práctica es escribir, cuando nos encontremos optimistas, y por ende esperanzados, una brevísima carta a nosotros mismos para esos momentos de depresión, angustia o ansiedad. Así es, una carta donde nosotros mismos nos demos ánimo. Una carta hacia un yo futuro para no decaer y buscar, no tanto salir de ese estado anímico, sino esperar a que pase para continuar nuestro andar.

 

Ahora bien, no podemos fincar todas nuestras esperanzas única y exclusivamente en esperanzas y estados positivos de pensamiento, en el mundo real, por llamarlo de cierta forma, se requieren de acciones. Acciones que sustentadas en la esperanza, permitan construir ese futuro deseado, acciones que tengan un objetivo concreto y maneras de medir su avance.

 

Las metas para alcanzarse requieren de dinamismo, un dinamismo que permita avanzar hacia ellas. Ese dinamismo, reflejado en las acciones, debe sentirse como un caminar hacia las metas dispuestas, y no solo sentirse, sino también permitir apreciar los avances de manera tangible. Acciones que no cumplan ese criterio pueden estarnos desviando.

 

Lo interesante de estas ideas, es que tanto la esperanza como las acciones deben tener su coincidente en las metas planteadas. Esto no es algo mínimo que cuidar. Las esperanzas pueden apuntar hacia un lado y las acciones hacia otro. De vez en cuanto hay que sentarse y comparar ambas para hacer los ajustes que permitan lograr lo planeado después de todo hay que recordar que tus sueños se alimentan de esperanza, tus logros de acciones.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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jueves, 19 de octubre de 2023

Comienza intentándolo... terminarás lográndolo


 Una de las cualidades más fascinantes de la vida es precisamente el hecho de que no sabemos lo que el futuro nos depara, esto nos obliga a trabajar con todos nuestros recursos internos y externos en pos de metas que nos sabemos si lograremos alcanzar pero que al final, se alcancen o no, nos habilitaran con el carácter a prueba de todo que tienen los triunfadores.

 

La incertidumbre de la vida plantea el enorme reto de trabajar con carácter y esperanza para lograr lo que deseamos, de la misma forma en ocasiones este hecho puede ser tan abrumador que lleve a pensar en intentar solo aquello que tiene grandes posibilidades de éxito, esto último nos hace reo de circunstancias externas pues solo cuando todo este de nuestra parte es cuando decidiremos intentar algo. Este pensamiento no solo no nos hace líderes de nuestra vida sino que nos quita en vez de darnos.

 

Ejemplos de sobra hay: en el deporte, la ciencia, la política, la vida misma; cientos, miles de ejemplos donde personas se han jugado el todo por el todo incluso cuando las circunstancias les eran adversas; curiosamente lo más importante de esto es que independientemente del resultado, sea este favorable o no, el carácter obtenido es algo que permanece.

 

Este carácter es el que permite continuar avanzando aún y cuando todo está en contra, el que nos habilita a soñar incluso con lo imposible, el que nos lleva a levantarnos ante grandes caídas, y el que nos permite erigirnos como líderes de nuestra propia vida.

 

Otro hecho interesante es que ese intentar aunque a veces no se tenga el resultado deseado inmediato, puede verse, más que como fracasos o derrotas, como prácticas para un éxito futuro.

 

Veamos el caso de Abraham Lincoln: Fracasó en los negocios a los 31 años, fue derrotado a los 32 como candidato para unas legislativas, volvió a fracasar en los negocios a los 34, perdió en unas elecciones a los 38, no consiguió ser elegido congresista a los 43, no consiguió ser elegido congresista a los 46, no consiguió ser elegido congresista a los 48, no consiguió ser elegido senador a los 55, a los 56 fracasó en el intento de ser vicepresidente, fue derrotado y no salió senador a los 58, por último fue elegido presidente de los Estados Unidos a los 60.

 

Una cuestión incómoda pero real es que en ocasiones se requiere de esos pequeños tropiezos en la vida para moldear el carácter de las personas que les permita posteriormente desempeñarse con éxito. Al igual que cuando a un hijo se le da todo sin esfuerzo y éste termina maleándose, lograr todo y a la primera no nos permitirá generar un carácter no solo de fortaleza sino también de comprensión y entendimiento.

 

Los sueños y las metas que realmente valen la pena generalmente requieren de tiempo y esfuerzo para ser alcanzadas, tiempo y esfuerzo que conlleva a un intentar constante pues generalmente el éxito no viene a la primera. En un mundo donde lo rápido es norma, entender esto nos evitará muchas frustraciones y nos habilitará para no darnos por vencido a la primera, recuerda: comienza intentándolo... terminarás lográndolo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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jueves, 12 de octubre de 2023

El quedarte sentado solo hará que más pasos te separen de tu meta


 

La vida como tal es un regalo maravilloso lleno de retos, enseñanzas y sorpresas; retos para crecer, enseñanzas para aprender y sorpresas para gozar, siendo la conjunción de estas tres aristas las que la hacen realmente maravillosa.

 

Al igual que una carrera, donde el destino final es la conquista de una meta, la vida presenta caminos con retos cuyos fines por tramos conducen a metas planteadas, de la misma forma, estos retos en ocasiones pueden ser tan abrumadores que requerirán no de una, ni dos, ni tres, sino más intentos para ser superados. En este escenario es factible en ocasiones sentir el cansancio fatigoso del andar e incluso la frustración del no avanzar, siendo que en ocasiones puede pasar por la mente la idea de desistir de la búsqueda de la meta.

 

A veces este desistir es momentáneo, esto sucede cuando se requiere de tiempo para recuperarse física, anímica o mentalmente, y decir momentáneo significa que una vez recuperada la totalidad de la energía, uno se lanza de nuevo a la conquista de la meta; pero en otras ocasiones la intención es desistir completamente de cualquier intento subsecuente por alcanzar el objetivo. En ambos casos sucede un fenómeno curioso: a diferencia del símil de la carrera donde uno puede descansar y la meta permanece fija en el horizonte, en el caso de las metas de la vida la meta no solo no permanece fija sino que se aleja.

 

El estar en lucha constante por alcanzar algo va generando en nosotros mismos una condición que nos va capacitando para superar los retos planteados, pero una vez que uno cesa en esa lucha inmediatamente comienza a avanzar el deterioro del desarrollo logrado haciendo que lo avanzado se pierda.

 

Es como cuando uno comienza a dominar un idioma, constantemente se tiene que estar avanzando hacia el dominio del idioma mismo, pero ¿qué pasa si se deja de practicar uno, dos o tres años? pues que el pleno dominio se vuelve más complicado pues incluso lo que ya se dominaba comienza a ser olvidado. De la misma forma, un atleta, como parte de su acondicionamiento físico constantemente se somete a esfuerzos físicos que le van dando mayor capacidad, pero al dejar de ejercitarse al cabo de unos meses todo lo logrado se pierde y debe comenzar de nuevo si es que quiere conseguir lo deseado.

 

De la misma forma en la vida, cuando nos planteamos metas que valen la pena, el reto de las mismas nos va imprimiendo un carácter de conducta que nos va habilitando no solo para conseguir la meta planteada sino -ojo- incluso para vivir la vida a plenitud.

 

Y es en este no desistir donde los retos nos hacen crecer, las enseñanzas nos hacen aprender y las sorpresas nos permiten gozar. Crecer en sentido de horizontes, de visión, de carácter, de logros y alcances; enseñanzas en sentido de lecciones, de conocimientos, de sabiduría; y sorpresas en sentido de alegrías, tristezas y trascendencia.

 

Cuando sientas que la vida pesa y te pase por la mente la intención de desistir, recuerda que la meta no te esperará, sino que al contrario se alejará haciendo más difícil su consecución después de todo el quedarte sentado solo hará que más pasos te separen de tu meta.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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