Si bien el soñar por sí mismo no implica que esos sueño se hagan realidad si es un requisito para que esto último se consiga ya que si sueños no habrá ese deseo de alcanzar nuestras metas y objetivos.
La
idea que tenemos de soñar, es decir, de pensar en lo que queremos hacer o lograr,
en ocasiones raya en una noción de perder tiempo. Incluso cuando alguien habla
de eso que quiere obtener un dicho muy socorrido para ayudarle a que
“ponga
los pies en la tierra”, como comúnmente se dice, es hacerle ver que no hay que
querer vender los huevos de una gallina antes de tenerlos.
En
mis conferencias, frases, artículos o videos comparto plenamente la idea de que
a la intención hay que ponerle acción para que lo pensado se vuelva algo tangible,
eso sin embargo no quita la riqueza que “perder” el tiempo soñando pudiera
tener para nosotros.
¿Cómo
qué riqueza? Déjame ponerte un ejemplo. Imagínate que tienes hambre, no antojo
sino hambre y que no sabes que comer. Vas a un buffet y ¿qué haces?, ¡te pones
a ver todo lo que el buffet te ofrece para ver qué es lo que se te antoja!
¿Verdad?
Pues con los sueños pasa lo mismo: en tu mente comienzan a aparecer escenas de
cosas que quisieras tener o lograr o de situaciones que quisieras vivir hasta
que uno de esos pensamientos te engancha a tal grado que debes salir tras él
para hacerlo realidad.
A
lo mejor y esto que te he comentado ya te ha pasado, pero ¿cuántas veces ese tiempo
“desperdiciado” en soñar nos puede? Vivimos en lo que yo denomino “la sociedad
de la escasez” donde la falta de recursos o el deseo de optimizarlos al máximo
nos lleva a pensar que el destinar tiempo simplemente a soñar es una pérdida
del mismo, pero visto como anteriormente te lo mencioné no es así.
Ahora
bien, esto hay que verlo en su justa dimensión y no irse al otro extremo donde
los sueños suplan toda acción para tratar de conseguirlos. La idea es que exista
una etapa sin penas ni remordimientos donde podamos usar tiempo para soñar,
pero una vez enganchado con un sueño debe venir otra etapa de acción, mucha
acción, para hacer ese sueño realidad.
Todo
esto te lo digo para que tengas cuidado pues hay quienes se pierden entre la primera
y la segunda etapa, es decir, sueñan y sueñan y sueñas y cuando aparece un
sueño del cual se enganchan por desidia, falta de voluntad o miedos y temores
no dan inmediatamente el paso para poner acción a su ideación; eso sí: pasan a
otra etapa de soñar con lo que este ciclo improductivo se repite.
La
motivación surge de la ideación pero es necesario poner acción para lograr lo que
deseamos, es así como decimos que los sueños son como el aroma de los alimentos:
despiertan en nosotros el apetito por ellos.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/bEL-Tqch8XA
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