A
nadie nos gusta equivocarnos, mucho menos que eso se convierta en un tropiezo
en nuestra vida, pero dado que no nacemos sabiendo todo es lógico que nos
equivoquemos, lo que no es lógico es que no podamos aprender algo de ello.
¿Cuál
es el peor error que has cometido en tu vida? Piensa un momento esta pregunta y
contéstala en tu fuero interno. Ahora bien, ¿qué es lo que aprendiste de ello?
Generalmente
cuando se piensa en un error lo primero que se viene a la mente es lo perdido,
el daño, el dolor experimentado, todo lo cual es válido pero dado que esa es
nuestra primer reacción, debemos ser capaces de pasar a la segunda que es
comprender y aprender, comprender el evento y aprender de él.
Comprender
el evento quiere decir simplemente no hacernos ni sentirnos ni víctimas ni
victimarios. Generalmente en todo evento hay muchas circunstancias que nos
influyen, también hay percepciones de la vida que no hemos logrado del todo e
incluso errores sobre los que sustentamos nuestras decisiones.
Esto
no quiere decir que no seas responsable de toda decisión tuya ya que según lo
dicho hay factores que inciden en ella, al contrario, permite establecer la verdadera
responsabilidad no cargando en tu espalda toda la responsabilidad de la culpa
sino solo la que te corresponde.
Esto
de comprender se requiere para que, sin sentirnos ni hacernos víctimas ni victimarios
podamos entonces pasar a lo segundo: el aprender. Una cosa es comprender, la
otra es aprender. Para aprender se requiere comprender, una vez que has
comprendido en lo que cabe lo que sucedió estás en posibilidad de tener un
correcto aprendizaje, digo correcto ya que si no comprendieras igual podrías aprender,
pero mal.
Por
ejemplo, quien ha sufrido una decepción amorosa y no intenta comprender puede
ponerse en el papel de víctima o victimario y llegar a conclusiones como de que
“ya no vuelvo a confiar en los hombres” o “todas las mujeres son iguales”. Sí,
eso es un aprendizaje, pero un aprendizaje erróneo que parte de una mala comprensión
del evento.
Una
correcta comprensión nos trae un correcto aprendizaje y solo de esta forma podemos
retomar nuestro camino y avanzar hacia nuestra realización como personas,
después de todo no es tan malo tropezarse: cada error te vuelve más sabio.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/zK5L9nMJLqs
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