La
cuestión del liderazgo, el emprendedurismo y la motivación necesaria y
forzosamente deben sustentar sus fundamentos en el hecho de saberte y
reconocerte responsable y dueño de tus decisiones, acciones y resultados, solo
de esta forma puedes realmente ser y saberte libre y en función de esto
alcanzar tu potencial.
Uno
de los principales retos que he enfrentado al tratar temas de liderazgo,
emprendedurismo
y motivación es precisamente el quitar a las personas de la cabeza el hecho de
sentirse víctimas de las circunstancias para poder así tomar las riendas de su
vida.
Siempre
hay una excusa para muchas de las cosas que hemos hecho o que hemos dejado de
hacer, que si se tuvo o no el dinero para ello, que si se tuvieron o no las
oportunidades para ello, que si se tuvo o no el apoyo para ello. Pensar de esta
forma es convertirnos en una veleta que nos movemos hacia donde el viento del
mundo, de los demás y de las circunstancias nos mueve.
Pero
pensar así reduce nuestra vida a una serie de circunstancias donde nos convertimos,
o más bien nos ostentamos como dije, en víctimas transfiriendo cómodamente la
responsabilidad de lo que somos y de lo que hacemos.
Cuando
cambiamos el casete de nuestra cabeza por otro donde nos vemos y sabemos
hacedores de nuestro andar y constructores de nuestro destino es cuando
comenzamos a estar en posesión de nuestras capacidades para realmente hacer de
nuestra vida una obra de arte y no un pretexto para un trabajo inconcluso.
Retos
hay, tropiezos también, nadie dice que la vida es fácil, mucho menos que en nuestras
batallas se garantiza el éxito, lo que estoy diciendo es que finalmente lo que
uno sea, lo que uno pueda llegar a ser, depende de uno mismo y así debemos verlo
para no justificarnos echando sobre los demás las responsabilidades que corresponden
a nuestra vida.
Estos
retos, estos tropiezos incluso estos fracasos que menciono pueden ser abordados
con dos estados de ánimos: el de valentía como le llamo, y también el de los
miedos. En el primero no quiere decir que no sentimos lo que nos pasa o que
incluso no nos afecta sino que aunque lo sintamos o nos afecte no dejamos que
sean esas cosas ajenas a nosotros las que decidan sobre nuestra vida. En el segundo,
en el de los miedos, es cuando nos escondemos debajo de la cama de la vida
esperando todo pase cuando lo único que está pasando mientras estamos de
víctimas es el tiempo que sobre esta tierra disponemos.
Pero
no se trata de polemizar con nadie respecto a la actitud que cada quien quiera
desarrollar ante la vida, si alguien quiere derrotarse antes de comenzar a luchar
tiene todo el derecho y la libertad para ello, pero de igual forma si alguien quiere
salir con actitud triunfadora a pelear cada batalla que la vida nos ponga enfrente
de igual forma tiene todo su derecho, toda su libertad.
Independientemente
de la actitud que se tome ante la vida, la responsabilidad de la misma siempre
será de nosotros. Si salimos a luchar con actitud triunfadora y a pesar de los
golpes o las caídas no nos detenemos somos responsables de lo que lleguemos a
ser y de lo que lleguemos a lograr. Pero de igual forma si dejamos que los
miedos, los demás, las circunstancias o el mundo sean quienes decidan sobre
nosotros, pues libremente habremos cedido la responsabilidad de nuestra vida a
factores ajenos a nosotros mismos, pero en esa cesión va la responsabilidad de
que así lo decidimos, de que así lo hicimos, y por lo tanto que somos
responsables de ello.
Así
como el salir de día a la calle y decir que es de noche no cambia la realidad.
Ceder
las decisiones de nuestra vida a factores externos no nos quita la responsabilidad
de lo que lleguemos a ser y de lo que lleguemos a lograr, así que no lo olvides
ya sean tu miedo o tu valentía, tú decides que deseas guíe tu vida.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/NJUknhm-js4
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