El caminar por la vida, sin duda alguna, presenta tramos
donde el cansancio físico, mental o
espiritual hacen muy pesado el avanzar, es en ese momento donde el
sentido común debe llevarnos a tomar las decisiones que nos permitan, sin dejar
de avanzar, recobrar las fuerzas necesarias para continuar nuestro andar.
El tema del descanso, del detener un momento la marcha,
de tomarse un respiro, es un tema que pocas veces se aborda en las cuestiones
de motivación ya que las mismas están
enfocadas en dinamizar a la persona para que alcance la meta, pero un buen
entrenador, un buen líder, un buen guía sabe que es necesario e incluso
indispensable el tomarse un descanso y esto por una razón muy práctica: el
rendimiento no es el mismo estando cansados.
Todos hemos oído el consejo apremiante de no conducir
cansados cuando viajamos en vehículo por carretera, la razón es que los
reflejos disminuyen y el riesgo de sufrir un accidente se incrementa. De la
misma forma en la vida el conducir cansados, es decir, el querer seguir
avanzando a pesar del cansancio que se experimente, puede conducir a una
disminución de los reflejos, entendiendo por reflejos la capacidad de tomar
buenas decisiones, de resistir los embates de la vida, y de actuar de manera
oportuna.
Ahora bien, este descansar no es sinónimo de claudicar,
volviendo a la historia inicial de la conquista del Everest, vemos como es que
el ascenso de varios días era intercalado con descansos programados, pero una
vez recargadas las fuerzas, el viaje continuaba pues en la mira se tenía lo que
de inicio motivó la odisea.
De la misma forma, cuando iniciamos algo, lo que sea, un
proyecto, una meta, un sueño, se establece un objetivo más o menos claro, pero
detrás del objetivo en su momento hay una serie de motivaciones intangibles,
internas, personales, que hacen iniciar ese andar. Esas motivaciones pueden ser
traídas de nuevo a la mente cuando el cansancio se haga presente para hacer ver
y revalorar el caminar.
Lo anterior es un poco complicado porque las mismas
motivaciones tienen un carácter emocional muy fuerte, carácter que puede verse
diluido con el tiempo dejando solo la parte racional del objetivo, es decir, lo
que queremos lograr, pero el por qué o para qué es aquello emocional que de
inicio nos empujó a iniciar la conquista de ese sueño.
Luego entonces, la sugerencia práctica es que antes de,
como coloquialmente se dice, tirar la toalla, tomarse un tiempo para con calma
recordar los motivos internos que nos movieron hacia el reto que se enfrenta.
La conquista de todo sueño lleva dos fuerzas, la que nos
impele al logro de la meta trazada y aquella que nos jala para detener nuestro
avance, cuando este balance tienda al cansancio, el desánimo y la desazón, hay
que recordar, tener muy en cuenta y reavivar los motivos iniciales que nos
empujaron nuestro caminar, en otras palabras, cuando te canse el camino,
recuerda qué fue lo que te hizo iniciar tu andar.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/MXwUaxPzkik
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