viernes, 28 de junio de 2019

Para lograr sueños... ¡lo primero es tenerlos!



En la vida todos queremos ser alguien, todos queremos lograr algo, pero la premisa para ello es precisamente el saber qué queremos ser y qué queremos lograr, pero sobre todo por qué y para, solo así no solo seremos y tendremos sino aún más importante aún, trascenderemos.

Todos conocemos la reflexión del escultor que después de mucho trabajo en su taller muestra al público una obra de gran belleza; al ser felicitado por la obra que había esculpido, el escultor de manera humilde señala "la escultura ya estaba ahí, lo único que yo hice fue quitar lo que estaba de más".

Nuestra vida misma es como la escultura anterior, en nosotros está el germen de todo lo que podemos ser, de todo lo que podemos lograr; solo que, como el escultor de la historia, necesitamos quitar todo aquello que está de más y que en ocasiones, sino es que siempre, funciona como lastre.

Un dicho en tono de broma dice que "el que tenga perro que lo amarre, y el que no pues no". Es algo por demás lógico que raya en lo absurdo, pero de ese absurdo podemos sacar una instrucción para la vida: para amarrar un perro tenemos que tenerlo, pues bien, para lograr un sueño de igual forma tenemos que primero tenerlo.

En otras ocasiones en artículos previos hemos mencionado esto de los sueños. Un sueño no es una ideación, no es una fantasía, no es algo abstracto en lo que nos regocijamos con solo imaginarlo, por el contrario, al menos en la manera que nos referimos cuando en esta serie de artículos los mencionamos, un sueño es aquello interno que nos mueve, lo que nos motiva a ser mejores, lo que nos permite sentirnos vivos, en pocas palabras, lo que le da sentido a nuestra vida.

Ahora bien, ¿todos tenemos sueños por los que vale la pena vivir? En una ocasión en un taller de liderazgo hice esta pregunta, obvio que nadie dijo que no, así que pregunté si conocían a alguien que ya no tuviera sueños, uno levantó la mano y platicó de un conocido que ya no tenía lo que llamaríamos esperanzas por las cosas que le habían tocado vivir, que sentía que su vida no tenía sentido y que no valía la pena seguir adelante.

Luego le pregunte a la persona que nos hablaba de esta persona si alguna vez en todo este tiempo que lo conocía, incluso en este estado de ánimo, lo había visto alegre, motivado, ¡lo que diríamos vivo! Comenzó a darnos dos o tres ejemplos en los que su amigo prácticamente era otro, la vida le volvía al cuerpo y su forma de ser, de ver, de hablar, era otra.

La conclusión, tal vez simplista, era obvia, la persona de la que hablábamos realmente no es que no tuviera algo que lo animara, que lo llenara de vida, que realmente lo motivara, lo que pasaba es que la mayor parte de su tiempo lo dedicaba a lo contrario, luego entonces la vida le parecía sin sentido en general.

Este mismo ejercicio podemos todos y cada uno de nosotros aplicarlo en nuestra vida, ¿qué es lo que mayormente hacemos?, ¿qué es aquello que realmente nos llena de gozo y satisfacción?, ¿cuánto le dedicamos a una actividad y a otra?, ¿qué nos impide dedicarle más a lo que nos hace vibrar por dentro y por fuera?

Si haciendo un balance de vida ésta te parece satisfactoria y tienes motivos para estar agradecido ¡enhorabuena!, pero si no es así, tal vez debas sentarte y pensar bien que quieres hacer de este pequeño interludio consciente que se te ha permitido experimentar, después de todo recuerda que para lograr sueños... ¡lo primero es tenerlos!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/J0jnAbFAJrE

También puede descargarse gratis el libro  “Muerto a la ley por la Ley –Temporalidad y perpetuidad de las leyes de Dios-””, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 21 de junio de 2019

Cuando te canse el camino, recuerda qué fue lo que te hizo iniciar tu andar



El caminar por la vida, sin duda alguna, presenta tramos donde el cansancio físico, mental o  espiritual hacen muy pesado el avanzar, es en ese momento donde el sentido común debe llevarnos a tomar las decisiones que nos permitan, sin dejar de avanzar, recobrar las fuerzas necesarias para continuar nuestro andar.

El tema del descanso, del detener un momento la marcha, de tomarse un respiro, es un tema que pocas veces se aborda en las cuestiones de motivación ya que las  mismas están enfocadas en dinamizar a la persona para que alcance la meta, pero un buen entrenador, un buen líder, un buen guía sabe que es necesario e incluso indispensable el tomarse un descanso y esto por una razón muy práctica: el rendimiento no es el mismo estando cansados.

Todos hemos oído el consejo apremiante de no conducir cansados cuando viajamos en vehículo por carretera, la razón es que los reflejos disminuyen y el riesgo de sufrir un accidente se incrementa. De la misma forma en la vida el conducir cansados, es decir, el querer seguir avanzando a pesar del cansancio que se experimente, puede conducir a una disminución de los reflejos, entendiendo por reflejos la capacidad de tomar buenas decisiones, de resistir los embates de la vida, y de actuar de manera oportuna.

Ahora bien, este descansar no es sinónimo de claudicar, volviendo a la historia inicial de la conquista del Everest, vemos como es que el ascenso de varios días era intercalado con descansos programados, pero una vez recargadas las fuerzas, el viaje continuaba pues en la mira se tenía lo que de inicio motivó la odisea.

De la misma forma, cuando iniciamos algo, lo que sea, un proyecto, una meta, un sueño, se establece un objetivo más o menos claro, pero detrás del objetivo en su momento hay una serie de motivaciones intangibles, internas, personales, que hacen iniciar ese andar. Esas motivaciones pueden ser traídas de nuevo a la mente cuando el cansancio se haga presente para hacer ver y revalorar el caminar.

Lo anterior es un poco complicado porque las mismas motivaciones tienen un carácter emocional muy fuerte, carácter que puede verse diluido con el tiempo dejando solo la parte racional del objetivo, es decir, lo que queremos lograr, pero el por qué o para qué es aquello emocional que de inicio nos empujó a iniciar la conquista de ese sueño.

Luego entonces, la sugerencia práctica es que antes de, como coloquialmente se dice, tirar la toalla, tomarse un tiempo para con calma recordar los motivos internos que nos movieron hacia el reto que se enfrenta.

La conquista de todo sueño lleva dos fuerzas, la que nos impele al logro de la meta trazada y aquella que nos jala para detener nuestro avance, cuando este balance tienda al cansancio, el desánimo y la desazón, hay que recordar, tener muy en cuenta y reavivar los motivos iniciales que nos empujaron nuestro caminar, en otras palabras, cuando te canse el camino, recuerda qué fue lo que te hizo iniciar tu andar.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/MXwUaxPzkik

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viernes, 14 de junio de 2019

Prepárate desde ya para que cuando encuentres tu camino es que tengas la capacidad, coraje y fortaleza de seguirlo



Nuestro andar por la vida nos exige en ocasiones un esfuerzo extra, tanto físico, como mental  e incluso espiritual, sobre todo cuando consideramos situaciones inesperadas que sirven para resaltar le verdadera esencia de lo que estamos hechos.

Cuenta una historia que un niño no quería estudiar y cuando le preguntaban que si por qué, señalaba que por que aún no sabía que quería ser de grande. Dicen que después, ya de joven, no quería trabajar, cuando le preguntaban por qué, señalaba que por que aún no estaba seguro a qué quería dedicarse. Ya de adulto de igual forma no se dedicaba a nada con el pretexto que aún no sabía a ciencia cierta qué quería hacer de su vida. Finalmente dicen que al final de su vida, al voltear en retrospectiva, lo único que pudo decir fue: “cuántos caminos, y ninguno recorrí”.

La historia anterior tiene un símil parecido en la vida de muchos los cuales, por estar esperando esa seguridad en cuanto a lo que viene, dejan pasar muchas oportunidades, pero peor aún, ni siquiera se preparan para las oportunidades que están por venir, es decir, no aprovechan lo que la vida les ofrece pero tampoco se preparan para lo que les puede ofrecer.

El hecho de reflexionar sobre nuestra vida, fugaz, efímera y momentánea, nos debería de motivar a prepararnos para estar listos para cuando la oportunidad se presente. Dice un dicho que a la oportunidad la pintan calva, ese dicho va en el sentido que a veces la oportunidad pasa tan veloz que ni siquiera da tiempo a asirla de los cabellos (como en el caso de alguien calvo). Luego entonces la cuestión es estar preparado como quien se agazapa para atrapar a un animal salvaje.

Juega un poco en tu mente con la imagen del animal salvaje, imagínate por un momento que fueras a África a atrapar a un animal salvaje, ¿qué harías?, supongo que pensarás que previamente tendrías que prepararte, no solo con los materiales que necesitarías para ello sino también con una condición física y mental que te permitiera esa faena. Después, ya en el lugar, supongo verías cuál es la parte idónea para lo que quieres lograr y, tal vez lo más importante, que estarías en todo tiempo a la expectativa por si surge otra oportunidad, tal vez otro animal más grande, más ágil o más veloz.

Pues esa imagen es la misma que debes aplicar en tu vida ¿y sabes por qué?, porque de la misma forma nuestra vida es como estar en un lugar salvaje: no sabemos qué pasará, todo es cambiante, todo es riesgoso, y no solo eso sino que también hay otros que están cazando, muchas veces incluso lo mismo que tú, por lo que lo no puedes confiarte y creer que el conejo caerá en la bolsa con solo abrirla (y eso que no estamos atrapando conejos ¡sino tu futuro, tus sueños y tu misma realización!).

No se trata de vivir en una tensión constante, pero tampoco de comenzar el esfuerzo hasta que la claridad de las metas y objetivos sea tal que prácticamente esté garantizada su consecución. El esfuerzo es constante y cansa, en ese momento puede uno descansar, pero no con el ánimo de dejar la lucha sino más bien de recargar fuerzas.

La vida por su misma naturaleza cambiante en muchas ocasiones se nos presentará con oportunidades imprevistas, oportunidades que si las tomamos con fuerza como si nuestra vida dependiera de ello nos permitirán desarrollarnos e ir a un lugar más allá de los límites que en muchas ocasiones nos autoimponemos, un lugar que es precisamente donde nuestros sueños se hacen realidad.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 7 de junio de 2019

No seas tú quien te ponga límites... y no dejes que sean los demás quienes lo hagan



Como seres humanos experimentamos constantemente las limitaciones, sobre todo físicas, propias de nuestra condición, pero de la misma forma, la voluntad, la tenacidad y la perseverancia son condiciones que si bien son humanas pueden conducirnos al mundo de lo ilimitado.

Philippe Croizon, tal vez su nombre no te diga mucho, pero lo que él ha hecho retumbará en tu mente: sin brazos ni piernas ha logrado cruzar a nado tramos de mar entre continentes mostrando que nada es imposible.  En 1994 Philippe Croizon perdió sus cuatro extremidades tras un accidente en el que resultó electrocutado cuando reparaba la antena del techo de su casa; hoy la historia es totalmente asombrosa: Usando unas patas de rana colocadas sobre sus prótesis, Philippe Croizon recorrió a nado las aguas heladas del estrecho de Bering entre la isla estadounidense de Diómedes Menor y Diómedes Mayor, uniendo de este modo Asia y América. Durante los últimos tres meses pasó a nado de Papúa Nueva Guinea (Oceanía) a Indonesia, enlazando así Oceanía y Asia. Luego unió Asia con África cruzando el Mar Rojo, y pasó el estrecho de Gibraltar que separa África de Europa.

Ejemplos como el anterior vemos todos los días, ejemplos que nos dicen que los límites no existen, que podemos llegar mucho más allá de lo que creemos, y que lo único que en ocasiones lo impide somos nosotros. Pero de la misma forma vemos constantemente (y en ocasiones experimentamos) actitudes derrotistas ante las adversidades que prácticamente ponen en estado de postración ante la vida a quién las permite.

Y fíjate que digo “permite”, porque de eso depende todo, de permitir o no que se impongan límites a nuestras aspiraciones. Y en esto de limitar hay dos fuentes: la externa, es decir de los demás, y la interna, es decir de nosotros mismos.

La fuente externa son esas opiniones que incluso bienintencionadas limitan con mucho los alcances de nuestras acciones, de esto hay que aclarar que curiosamente estas opiniones limitadoras “bienintencionadas” son a veces más difíciles de captar y de rechazar pues en su forma y en su fondo buscan y creen hacer un bien cuando en realidad no nos permiten llegar a donde deseamos y podemos.

La otra fuente, la interna, es cuando nosotros mismos, por nuestros miedos, nuestra historia, nuestra zona de confort, nos limitamos en nuestras acciones por miedo a perder o simplemente a actuar sin lograr. Lo curioso de esta forma, es como los argumentos que crea nuestra mente para “justificar” las limitaciones que nos autoimponemos pueden llegar a ser muy lógicos, correctos y convincentes.

Independientemente de que las limitaciones vinieran de fuentes externas o internas, ambas nos impiden en muchas ocasiones intentarlo y hay que reconocer que tienen tal fuerza que fácilmente pueden socavar cualquier intento por remontarla, ¿qué hacer ante esto?

Técnicas para superar nuestras limitaciones hay muchas, te propongo una fácil de hacer: cuando estés por iniciar algo y sientas esas voces de fuera o de dentro que te dicen no hacer, no actuar, no avanzar, escribe los argumentos que se te vengan para ello, pero –y aquí está el truco- comienza escribiéndolos con esta frase: “No intentaré alcanzar mi sueño, la vida se me va, se me acaba, y aún así ni siquiera me voy a permitir luchar por lo que quiero por…”, en esta parte tu completas la frase escribiendo la “razón” por la que creas no puedes hacer lo que quieres. Una vez escrito debes leerlo en voz alta frente a un espejo.

No uses la lógica para entender lo anterior, experiméntalo. La mente es otra cuando se siente observada, y más cuando se siente expuesta. Exponla frente a ti mismo para que veas como eso que temes no es tan grande como crees o al menos no tan grande como tus sueños, tu fuerza y tu capacidad de lograr lo que quieres.

La vida es una danza eterna entre lo que podemos hacer y las limitaciones que se nos ponen para no hacerlo, en la medida que aprendamos poco a poco ir más allá de esos límites, nos daremos cuenta que nunca existieron, pero que eran necesarios para permitirnos crecer y alcanzar las estrellas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/FKyp_SQxHxA

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