Siempre que con relación a la vida se habla de lucha que
uno debe enfrentar se habla con un ánimo motivador que deja ver que
prácticamente el triunfo está en nuestras manos, pero la realidad es que en
muchas ocasiones esto no es así, ni uno logra lo que desea ni mucho menos
consigue que los demás piensen como uno, pero el hecho de luchar permite
defender lo que uno es.
Hagamos un ejercicio con honestidad: ¿cuántas veces has
luchado por algo, alguna meta, algún ideal, sin que hayas podido conseguirlo?
Yo creo que sin necesidad de mucho esfuerzo varias ocasiones son las que
pudieran considerarse en este contexto pues así es la vida, algunas veces uno
logra lo que procura y otras no.
Cuando uno está luchando por algo, de manera subyacente
están las actitudes y valores que como personas nos definen. A veces esas
actitudes y esos valores son muy nobles, otras veces son más bien prácticos,
pero en todos los casos la lucha por algo que ellos generan es porque sentimos
que eso que buscamos lo requerimos para ser o tener más como personas.
Esto está bien, pero algo que puede suceder cuando no se
logran las cosas que uno procura es que uno puede desanimarse, puede pensar en
tirar la toalla, total, parece que nunca se logrará lo que uno procura.
Si bien uno siempre es libre de decidir si lucha o si se
da por vencido, hay que entender que, dada la ley de la dualidad, el darse por
vencido implica que algo ajeno a nosotros ganó, este algo pueden ser las
personas o las circunstancias que nos rodean.
Cuando son las personas o las circunstancias que nos
rodean las que ganan es prácticamente como si ellas fueran las que pusieran e
impusieran sobre nosotros las metas de vida.
Si bien es cierto que en ocasiones algunas cosas no
pueden lograrse, los pensamientos y sentimientos que generaron esa lucha no
deben tirarse por la borda ya que nos definen como personas, más si son nobles,
y los mismos pueden ayudarnos más delante en otras batallas que ante la vida
tengamos que combatir.
Las luchas que uno enfrenta en la vida no necesariamente
conllevan un triunfo, mucho menos que los demás piensen como uno, pero aun así
permiten definir lo que somos y por lo que estamos dispuestos a combatir,
después de todo a veces hay que seguir luchando, no para cambiar a los demás,
sino para que no los demás no lo cambien a uno.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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