En el mundo hay muchas cosas buenas, nobles,
enaltecedoras del espíritu humano, pero de igual forma no puede menos que
reconocerse que también existen cosas malas, viles, que nos empobrecen como
personas, dado que ambas cosas no existen por sí mismas sino que nosotros las
creamos ¿qué responsabilidad tenemos cada uno de nosotros en ello?
Generalmente tendemos a reconocer, a aplaudir, cuando
vemos algo relacionado con lo que el mundo es, donde como humanidad tenemos
injerencia, y que denota un avance, un progreso, una mejora material,
intelectual, emocional o espiritual.
De igual forma cuando vemos en el mundo algo relacionado
con la participación de la humanidad en él que lo demerita, que lo hace menos o
peor, no podemos menos que emitir un juicio condenatorio al respecto.
Pero lo que la mayor parte del tiempo pasa por alto es
que ambas situaciones no existen de sí y por sí mismas, sino que son creadas
por el conjunto de seres que conformamos esto que llamamos humanidad.
En este orden de ideas, así como todas las gotas que
forman el océano participan de él mismo y le dan su forma y su existencia,
todos nosotros, de alguna manera, colaboramos para que aquello positivo
relacionado con la humanidad exista, lo mismo que aquello que pudiéramos
identificar como negativo.
En este punto no podemos menos que entender que todo lo
que hacemos, bueno o malo, contribuye, como la gota del océanos, a ese efecto
que acumulado deviene finalmente en un evento que identificamos como parte del
quehacer de la humanidad y, que por lo tanto, somos corresponsables.
Cuando uno adquiere este nivel de pensamiento comienza a
darse cuenta que sus acciones, por pequeñas e insignificantes que parezcan,
terminan haciendo este mundo algo mejor o algo peor. Y mira que digo que esas
acciones pueden parecer pequeñas e insignificantes, parecer, no ser.
Así como el ejemplo del océano y sus gotas, podemos
pensar en muchos otros donde el conjunto de elementos llegan a conformar la
unidad total: un saco de granos de trigo, una maceta con tierra, un galón de
leche. Cada totalidad está conformada de particularidades, en el caso de la
humanidad las particularidades somos nosotros y lo que hacemos.
Una manera práctica de ver esto es aquel pensamiento que
tiene la persona que tira un papel en la calle, total: sólo es un papel, pero
así piensan otros cientos, miles, que terminan generando un problema urbano de
contaminación.
Pero bueno, la basura del ejemplo anterior sólo es un
ejemplo, nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras emociones e incluso
nuestra espiritualidad, ejercidas de manera individual en el fuero personal de
cada uno, deviene poco a poco en un efecto acumulativo que finalmente emergerá
como parte de la humanidad para ser reconocido por nosotros o para ser
recriminado, siendo que en ese reconocimiento o en esa recriminación tendremos
algo de parte en la responsabilidad.
Las cosas cosas positivas que este mundo tiene, así como
las cosas negativas que nos presenta, nos habla del resultado final de lo que
cada uno hace, después de todo lo que ves en el mundo es un reflejo de lo que
haces o dejas de hacer, así que menos queja y más acción.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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