El miedo es una parte integral de nuestra vida, de hecho,
visto en cierto modo, el miedo es un mecanismo de autoconservación que busca
protegernos de daños o perjuicios, pero cuando ese miedo nos paraliza en
nuestro andar por la vida deja de beneficiarnos para convertirse en algo
perjudicial.
Todos hemos sentido miedo en nuestra vida, todos tenemos
algo que nos causa temor. En ocasiones son miedos entendibles, naturales,
manejables, en otras se trata más que miedos de verdaderas fobias, con todo y
todo nuestra vida ha sabido construirse considerando esos miedos, pero hay
miedos que lejos de permitirnos avanzar nos detienen en nuestro andar.
Curiosamente el principal miedo que se experimenta ante
los retos que la vida nos pone o ante los sueños, metas y objetivos que nos
planteamos, es precisamente el éxito mismo, pero no por lo que el significa
sino por lo que significa su contraparte: el fracaso.
Y es que ante cualquier intento que hagamos por obtener
lo que sea, existe siempre el riesgo de no lograrlo, con lo que la sombra del
fracaso, como algo amenazante, se cierne en nuestro horizonte oscureciendo
nuestro andar.
La única manera de nunca fracasar sería nunca intentando
nada, pero curiosamente esa es la misma receta para nunca lograr nada en la
vida. Ante esto tenemos que tener claro
que si bien es cierto que todo lo que intentemos conlleva el riesgo de terminar
en un fracaso, el no internarlo siquiera garantiza que nunca lograremos lo que
nos propongamos.
Si bien lo anterior no nos da mayor certeza del resultado
que vayamos a obtener, sí podemos usarlo para tener el contexto completo de lo
que nuestras luchas significan en nuestra vida, ya que en caso de éxito la
lucha misma se verá recompensada, pero incluso en caso de fracaso, al no haber
cedido desde un inicio al miedo paralizante, podremos considerar esto como un
avance en el estado de desarrollo que como persona tenemos.
Y es que si nos damos cuenta, conforme crecemos en
nuestra vida los miedos van cediendo en cantidad, aunque algunos restantes o
nuevos crecen en calidad, pero al ir madurando vamos dejando sólo aquellos
miedos que realmente valen la pena conservar en la vida, no para paralizarnos,
sino para evaluar los riesgos y decidir de una manera más consciente sobre lo
que hagamos.
Y es precisamente cuando vamos venciendo esos miedos que
vemos el potencial que tenemos, el cual, incluso ante los fracasos, nos hablan
de la persona de excelencia que estamos llamados a ser. ¿Miedo a fracasar?, es
normal; pero deberías tener más miedo de ni siquiera intentarlo
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/dXCgNdXYW4w
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