viernes, 31 de agosto de 2018

Éxito no solo es lograr una meta, sino también saberte mejor que cuando comenzaste tu andar



Cuando nos fijamos una meta suceden dos cosas. Una muy perceptible es la manera con que cada paso nos acerca a la meta, la otra menos perceptible son  os cambios internos y personales que produce en nosotros ese andar.

Las metas surgen de las necesidades o deseos que todos como humanos tenemos. Hay metas materiales otras intelectuales e incluso espirituales, las hay del corto, mediano y largo plazo, también hay metas individualistas y otras que por ser compartidas se vuelven colectivas, pero todas las metas comparten algo en común y es el hecho de que quien la persigue está dispuesto a dar algo a cambio de esa meta, generalmente tiempo, recursos y esfuerzo.

Cuando de recursos personales hablamos, sea este nuestro tiempo, nuestros recursos o nuestro esfuerzo, es normal y natural que estemos dispuestos a darlos a cambio de conseguir la meta que nos hemos planteado, esa es la percepción subjetiva del valor: consideramos de mayor valor lo que hemos de obtener que lo que entregamos a cambio.

Pero de la misma forma hay que ver que eso que entregamos implica que cedemos aspectos que tienen que ver con nosotros mismos y que por lo tanto reconfiguran nuestra misma persona y traen aparejados cambios que generalmente no consideramos, ¿y por qué no consideramos esos cambios en nuestra persona?, pues por la simple y sencilla razón de la complejidad de las variables y sus interrelaciones que hacen imposible el saber que va a pasar con nosotros en el camino hacia la meta.

Pero el no saber qué va a pasar no quiere decir que no nos vayamos dando cuenta de qué es lo que va pasando y en función de eso evaluarlo y en caso de ser necesario ajustar nuestro andar. ¿Cuántos casos no podríamos enumerar de personas que llegan a las metas de éxito o triunfo que se han planteado pero que al final terminan peor como individuos que como comenzaron? Eso es porque no había nada de mayor importancia (que no confundir con valor) que la meta trazada, siendo que estuvieron dispuestos a sacrificar lo que fuera por alcanzarla, el problema es cuando se sacrifican cosas de mayor valor que la meta como el carácter, el autorespeto, la honestidad, la congruencia, la veracidad, la tranquilidad, la familia, los valores, etc.

Para cuidar lo anterior se requieren dos cosas, una es tener muy en claro cuáles son aquellos valores que nos definen como personas y que consideramos que no son susceptibles de sacrificarse por una meta, lo otro es hacer de vez en cuando un alto en el camino hacia la meta para vernos y sabernos y entender qué  ámbitos se han dado en nuestra persona, sobre todo cambios profundos en este sentido. Es así como podemos ver qué el éxito entonces tiene dos vertientes: una se refiere propiamente a la consecución de las metas que uno se plantea, pero la otra tiene que ver con la mejora como persona que pudiéramos experimentar como parte del andar hacia esa meta.

Cuando uno descuida lo segundo es cuando se dan los vacíos depresivos pues la meta (que es algo externo) no alcanza a compensar lo perdido como personas (que es algo interno), de ahí tener muy en claro qué cosa quiere uno y en qué persona quiere transformarse uno, después de todo éxito no solo es lograr una meta, sino también saberte mejor que cuando comenzaste tu andar.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/8TOtrtQqzpg


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viernes, 24 de agosto de 2018

¿Miedo a fracasar?, es normal; pero deberías tener más miedo de ni siquiera intentarlo



El miedo es una parte integral de nuestra vida, de hecho, visto en cierto modo, el miedo es un mecanismo de autoconservación que busca protegernos de daños o perjuicios, pero cuando ese miedo nos paraliza en nuestro andar por la vida deja de beneficiarnos para convertirse en algo perjudicial.

Todos hemos sentido miedo en nuestra vida, todos tenemos algo que nos causa temor. En ocasiones son miedos entendibles, naturales, manejables, en otras se trata más que miedos de verdaderas fobias, con todo y todo nuestra vida ha sabido construirse considerando esos miedos, pero hay miedos que lejos de permitirnos avanzar nos detienen en nuestro andar.

Curiosamente el principal miedo que se experimenta ante los retos que la vida nos pone o ante los sueños, metas y objetivos que nos planteamos, es precisamente el éxito mismo, pero no por lo que el significa sino por lo que significa su contraparte: el fracaso.

Y es que ante cualquier intento que hagamos por obtener lo que sea, existe siempre el riesgo de no lograrlo, con lo que la sombra del fracaso, como algo amenazante, se cierne en nuestro horizonte oscureciendo nuestro andar.

La única manera de nunca fracasar sería nunca intentando nada, pero curiosamente esa es la misma receta para nunca lograr nada en la vida.  Ante esto tenemos que tener claro que si bien es cierto que todo lo que intentemos conlleva el riesgo de terminar en un fracaso, el no internarlo siquiera garantiza que nunca lograremos lo que nos propongamos.

Si bien lo anterior no nos da mayor certeza del resultado que vayamos a obtener, sí podemos usarlo para tener el contexto completo de lo que nuestras luchas significan en nuestra vida, ya que en caso de éxito la lucha misma se verá recompensada, pero incluso en caso de fracaso, al no haber cedido desde un inicio al miedo paralizante, podremos considerar esto como un avance en el estado de desarrollo que como persona tenemos.

Y es que si nos damos cuenta, conforme crecemos en nuestra vida los miedos van cediendo en cantidad, aunque algunos restantes o nuevos crecen en calidad, pero al ir madurando vamos dejando sólo aquellos miedos que realmente valen la pena conservar en la vida, no para paralizarnos, sino para evaluar los riesgos y decidir de una manera más consciente sobre lo que hagamos.

Y es precisamente cuando vamos venciendo esos miedos que vemos el potencial que tenemos, el cual, incluso ante los fracasos, nos hablan de la persona de excelencia que estamos llamados a ser. ¿Miedo a fracasar?, es normal; pero deberías tener más miedo de ni siquiera intentarlo


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/dXCgNdXYW4w


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viernes, 17 de agosto de 2018

Dice un dicho que el soñar no cuesta nada, y tiene razón, pero el no soñar cuesta todo



Sin duda alguna nuestra vida está hecha a base de sueños, sí, de sueños, pero de sueños que con nuestra acción volvemos realidad, en este sentido quien no tiene sueños, realmente no tiene una realidad que ir construyendo como parte de su proyecto de vida.

Cuando hablamos de lo que uno logra en esta vida, necesariamente tenemos que considerar que esos logros tuvieron un nacimiento incipiente cuando comenzaron a ser sueños en nuestro interior.

Las metas que devinieron de esos sueños y que posteriormente se trasformaron en objetivos, nos permitieron echar a andar la maquinaria de las acciones requeridas para alcanzarlos.

Si alguien ha logrado algo en esta vida, si alguien sigue luchando por alcanzarlo, detrás de eso siempre podremos encontrar un sueño, algo que en su mente y en su corazón bullía al grado de mover a alguien a caminar pasando de un estado de seguridad ante lo conocido a uno desconocido por sus resultados inciertos, desconocido pero excitante.

Si lo pensamos un poco, cualquier cosa que deseemos lograr en la vida es por la obvia razón de que no la tenemos, luego entonces implica avanzar hacia un estado futuro desconocido, desconocido desde el momento mismo que no tenemos lo que buscamos y de que las acciones para conseguirlos son nuevas para nosotros, además de desconocer el resultado final que lograremos obtener.

Con todo y todo, a pesar de esa incertidumbre, es un hecho que ese andar se vuelve excitante pues estamos yendo en pos de algo que bulle en nuestro interior por ser alcanzado.

Desafortunadamente hay quienes ante el camino incierto que ante sus ojos se abre al pensar en la consecución de un sueño, prefieren la seguridad, la tranquilidad de lo conocido negándose a salir de esa zona de confort y con ello renunciando al logro de su sueño.

De igual forma hay quienes sí comienzan a buscar su sueños, pero esos sueños que tangiblemente se relacionan con un mejor trabajo, con un mejor status, dejando de lado los sueños que si bien son satisfactorios personalmente hablando, se consideran no redituables económica o socialmente hablando.

Cada quien, desde el momento mismo de comenzar a vivir, tiene una cantidad limitada de tiempo para ello. En esa cantidad limitada de tiempo hay ciertas acciones que en función de los recursos y capacidades pueden ser emprendidas, de ahí que de manera sabia cada quien deberá decidir qué hará con eso que se le ha otorgado y salir a conquistar los sueños que hay en su interior, no sólo los rentables, sino también los satisfactorios.

Está medio complicado hablar de liderazgo, emprendedurismo y motivación cuando no se tiene algo que uno desee vehementemente lograr en esta vida, así que de vez en cuando será bueno observar lo que estamos haciendo en función de la voz interior que nos mueva lograrlo, después de todo dice un dicho que el soñar no cuesta nada, y tiene razón, pero el no soñar cuesta todo.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/wB0eRMm1h_4


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viernes, 10 de agosto de 2018

Si te quieres detener en la búsqueda de tu sueño, solo recuerda que los demás, el mundo y tú mismo sueño no se detendrán



Nuestro andar por la vida trae momentos aciagos en los cuales quisiéramos, más que seguir avanzando, tirar todo por la borda. En esos momentos es bueno tomarse un respiro teniendo en cuenta que la vida sigue y nada, ni siquiera nuestros sueños, se detendrán a esperarnos.

Los sueños, metas y objetivos son al mismo tiempo nuestro motor y nuestra gasolina para avanzar por la vida, desafortunadamente en ocasiones las pruebas a las que nos enfrentamos pueden ser de tal magnitud que incluso el más fuerte motor y la mejor gasolina no den para superarlos.

Todo ocupa en algún momento dado un descanso, dejar la acción y pasar al reposo, a la recuperación, así que en ese momento que las fuerzas faltan, como todo en la naturaleza, será necesario tomar un descanso para recuperar fuerzas o bien, ver las cosas desde otra perspectiva.

Si bien lo anterior, como ya se comentó, no sólo es loable sino necesario, de igual forma hay que dejar claro que el mismo puede convertirse en una trampa, ¿por qué? porque una vez iniciado el descanso, el reposo, la tentación de desistir de volver a emprender la lucha puede hacerse presente.

Sin duda alguna descansar implica menos esfuerzo que la acción, y cuando uno viene de una batalla aún no ganada, puede sentir no sólo el peso del desgaste ocasionado por la lucha sino lo imponente de la lucha que aún nos espera.

Descansar está bien, pero cuando la tentación de dejar la lucha se haga presente es bueno reflexionar sobre lo que nos hizo en primer lugar emprender la batalla. Siempre encontraremos mayores razones, razones de peso, para darnos cuenta que la lucha vale la pena y que seguir en ella es mejor que tirar todo por la borda.

Pero incluso con la perspectiva anterior, es decir, con la clara intención de volver a la pelea, uno puede dejar pasar el tiempo para ello para un mejor momento cuando nos sintamos completamente recuperados o con el ánimo para reemprender nuestro andar.

Es por ello que incluso descansando debemos tener presente que la vida sigue y que cada momento que estamos fuera de la batalla nuestros sueños, metas y objetivos se alejan más o se vuelven más difíciles de alcanzar. Esto nos servirá para reposar, sí, pero lo mínimamente necesario para comenzar la batalla con nuevos bríos.

En nuestro andar por la vida será necesario en ocasiones tomar un descanso, pero hay que tener presente que un descanso solo es una breve pausa para seguir nuestra lucha, tan breve como sea necesaria para recuperarnos y reiniciar la batalla, así que si te quieres detener en la búsqueda de tu sueño, solo recuerda que los demás, el mundo y tú mismo sueño no se detendrán.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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