Cuando nos fijamos una meta debemos tener muy claros dos
aspectos, uno se refiere a las acciones que en su momento serán necesarias para
alcanzar la meta señalada y el segundo es que esas acciones, y por ende la
consecución de la meta, llevarán tiempo.
Una de las principales razones de desánimo cuando
avanzamos en el camino de la vida hacia las metas que nos hemos fijado tiene
que ver con que en ocasiones la consecución de la meta se difiere en el tiempo
siendo muy tentador el claudicar de su búsqueda. Pero de la misma forma, todo
caminar hacia cualquier meta que nos fijemos necesariamente generará resultados
en el corto, mediano y largo plazo, resultados que pueden ayudarnos a
sobrellevar ese andar si somos capaces de valorarlos.
Pensemos un ejemplo muy a la mano: la educación. La
mayoría de nosotros tenemos en nuestro haber la experiencia que surge de los
procesos formativos, sean de nivel básico, medio o superior. No importa si
hablamos de un certificado de primaria, secundaria, preparatoria o un título
universitario, todos ellos requirieron acciones y llevaron tiempo. Ahora bien,
pensemos en todos esos pequeños (o grandes) logros que, pensados o no, formaron
parte de nuestro andar hacia la meta final establecida, son muchos ¿verdad?
Pues bien, esos pequeños (o grandes) logros forman parte
del camino, forman parte del andar, son como los peldaños de una escalera. El
problema surge cuando ante lo distante de la meta, ante lo tardado de su
consecución, el desánimo abruma el alma y argumenta en contra del esfuerzo que
implica el andar por el camino de la vida. ¿Cuál es la solución? Como en todo
no hay una sola solución ni mucho menos una única y fácil solución, pero si
estrategias que nos permitan remontar los intentos de sabotaje hacia nuestras
metas que surgen de nuestro interior, siendo una de las estrategias más
efectivas el relacionar esos pequeños (o grandes) logros que se han obtenido en
el andar hacia la meta.
¡Ah!, pero no se trata nomas de aquellos logros
relacionados con la meta sino incluso aquello que no tienen (aparentemente)
relación alguna. Por ejemplo, en la referencia que se hizo a la educación, el
estudiar y finalmente conseguir un certificado o título lleva aparejados logros
incluso sociales como los nuevos amigos o conocidos que se cultivan en el
proceso formativo. Es así que para relacionar esos logros que hemos comentado
se sugiere que se aborde de la siguiente manera: desde que empecé a trabajar
para conseguir X meta, ¿qué cosas me han traído gustos o satisfacciones
personales o profesionales?
Esa simple pregunta permite poner en perspectiva el andar
hacia la meta e identificar (y por ende valorar) aquellos pequeños (o grandes)
logros que han llegado a formar parte de nuestra vida y que nos permitirán al
llegar a la meta ser más de lo que inicialmente habíamos pensado.
El tiempo que nos lleva conquistar una meta no es tiempo
ocioso sino un tiempo en el cual se dan muchos pequeños o grandes logros que
pueden hacernos más llevadero el caminar si sabemos darnos cuenta y valorarlos,
después de todo es mejor contar aquellos pequeños logros que en el andar se han
obtenido en vez de contemplar lo que aún no se obtiene.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/tdrvqiban_8
También
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Helado se Derritió? -Construcción Dinámica de Liderazgo Trascendental- Los 4
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