viernes, 13 de julio de 2018

Para priorizar tus acciones no solo consideres lo urgente o lo importante sino también lo trascendente



Necesariamente, dado que los recursos con que contamos son finitos, debemos hacer un uso eficiente, efectivo y eficaz de ellos, en ese orden de ideas habrá siempre que priorizar lo que hacemos, pero en esa priorización no hay que dejar de lado la esencia de lo que estamos llamados a ser.

Si piensas en cualquier proyecto, del tipo o alcance que quieras, te podrás dar cuenta que está sujeto a las restricciones que sobre los recursos tengas. Todo proyecto tiene un límite financiero, material o humano más allá del cual no puede pasar so pena de volverse inviable.

En nuestra vida pasa lo mismo. Cualquier meta que nos fijemos invariablemente requerirá de acciones las cuales a su vez demandarán recursos. Estos recursos a veces serán de tiempo, en otras ocasiones puede que sean materiales o financieros, incluso tal vez hasta de talento o capacidad.

En este sentido todo proyecto personal estará limitado a la cantidad de recursos que tengamos y sobre los cuales podamos emprender las acciones requeridas. Es por esto que, al igual que en la vida, la priorización de lo que hacemos debe ser un factor decisivo para garantizar el éxito de lo que buscamos.

Esa priorización incluye, como ya se comentó, considerar los recursos con que uno cuenta, pero con todo y todo esa es la base de la cual partimos, no la meta, la meta son los sueños, metas y objetivos que nos hemos fijado. Independientemente de ello, tanto lo que tenemos –recursos- como lo que deseamos –metas, sueños y objetivos- deben ser priorizados y en esa priorización, si: considerar lo urgente e importante, pero no dejar de olvidar lo trascendente.

Priorizar lo trascendente implica llevar el análisis de lo que buscas en función de lo que cuentas, considerando aquello intangible e interno, aquella esencia de lo que eres y, más importante aún, de lo que estás llamado a ser. ¿Mejor formación?, ¿mejor trabajo?, ¿mejor casa? Excelente, pero ¿y la mejor versión de lo que tú eres?

“¿Y cómo priorizar considerando lo trascendente?” –tal vez preguntes. Una manera muy sencilla es que cualquier meta, sueño u objetivo que te propongas, cualquier acción que emprendas para alcanzarlo, la pases por el tamiz de ¿en qué me sirve esto para avanzar en cuanto a lo que soy hacia la excelencia?

Con eso en mente tendrás un elemento adicional –la trascendencia lo llamo yo- para considerar al momento de priorizar lo que quieres a través de lo que tienes y sobre todo cuidar que al final, cuando tus recursos se hayan consumido, puedas tener algo de mayor alcance como logro personal pues todo lo externo es eso, externo, no eres tú, pero lo que tú eres eso realmente te pertenece.  

Hacer sin saber el ¿por qué? y el ¿para qué? nos puede llevar muy lejos y a muchos lados sin realmente movernos de la persona que somos, es por ello que para priorizar tus acciones no solo consideres lo urgente o lo importante sino también lo trascendente.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/OrYSDPQXiNQ


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viernes, 6 de julio de 2018

Mejor contar aquellos pequeños logros que en el andar se han obtenido en vez de contemplar lo que aún no se obtiene



Cuando nos fijamos una meta debemos tener muy claros dos aspectos, uno se refiere a las acciones que en su momento serán necesarias para alcanzar la meta señalada y el segundo es que esas acciones, y por ende la consecución de la meta, llevarán tiempo.

Una de las principales razones de desánimo cuando avanzamos en el camino de la vida hacia las metas que nos hemos fijado tiene que ver con que en ocasiones la consecución de la meta se difiere en el tiempo siendo muy tentador el claudicar de su búsqueda. Pero de la misma forma, todo caminar hacia cualquier meta que nos fijemos necesariamente generará resultados en el corto, mediano y largo plazo, resultados que pueden ayudarnos a sobrellevar ese andar si somos capaces de valorarlos.

Pensemos un ejemplo muy a la mano: la educación. La mayoría de nosotros tenemos en nuestro haber la experiencia que surge de los procesos formativos, sean de nivel básico, medio o superior. No importa si hablamos de un certificado de primaria, secundaria, preparatoria o un título universitario, todos ellos requirieron acciones y llevaron tiempo. Ahora bien, pensemos en todos esos pequeños (o grandes) logros que, pensados o no, formaron parte de nuestro andar hacia la meta final establecida, son muchos ¿verdad?

Pues bien, esos pequeños (o grandes) logros forman parte del camino, forman parte del andar, son como los peldaños de una escalera. El problema surge cuando ante lo distante de la meta, ante lo tardado de su consecución, el desánimo abruma el alma y argumenta en contra del esfuerzo que implica el andar por el camino de la vida. ¿Cuál es la solución? Como en todo no hay una sola solución ni mucho menos una única y fácil solución, pero si estrategias que nos permitan remontar los intentos de sabotaje hacia nuestras metas que surgen de nuestro interior, siendo una de las estrategias más efectivas el relacionar esos pequeños (o grandes) logros que se han obtenido en el andar hacia la meta.

¡Ah!, pero no se trata nomas de aquellos logros relacionados con la meta sino incluso aquello que no tienen (aparentemente) relación alguna. Por ejemplo, en la referencia que se hizo a la educación, el estudiar y finalmente conseguir un certificado o título lleva aparejados logros incluso sociales como los nuevos amigos o conocidos que se cultivan en el proceso formativo. Es así que para relacionar esos logros que hemos comentado se sugiere que se aborde de la siguiente manera: desde que empecé a trabajar para conseguir X meta, ¿qué cosas me han traído gustos o satisfacciones personales o profesionales?

Esa simple pregunta permite poner en perspectiva el andar hacia la meta e identificar (y por ende valorar) aquellos pequeños (o grandes) logros que han llegado a formar parte de nuestra vida y que nos permitirán al llegar a la meta ser más de lo que inicialmente habíamos pensado.

El tiempo que nos lleva conquistar una meta no es tiempo ocioso sino un tiempo en el cual se dan muchos pequeños o grandes logros que pueden hacernos más llevadero el caminar si sabemos darnos cuenta y valorarlos, después de todo es mejor contar aquellos pequeños logros que en el andar se han obtenido en vez de contemplar lo que aún no se obtiene.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/tdrvqiban_8


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