Un
consejo muy común que escuchamos en nuestra vida es aquel que nos habla a no
ser como los demás, a diferenciarnos, a vivir nuestra vida, entendiendo esto en
un contexto donde somos parte de la sociedad, ¿cómo podríamos ser parte de algo
y al mismo tiempo diferenciarnos de eso?
Algo
muy común, y no solo común sino cómodo, es esa tendencia social a mimetizarnos
como parte de un grupo, esto implica el adoptar las ideas, costumbres,
sentimientos, acciones, de esa mayoría. El ser parte de algo sin diferenciarnos
de ello, nos da un sentido de pertenencia, nos hace sentir seguros, la
previsibilidad del fluir de la vida nos da tranquilidad, pero el costo es muy
elevado pues sacrifica nuestra individualidad.
El
otro extremo contrario a lo anterior es de aquella persona que no encaja en
ningún grupo social, y no solo que no encaja sino que incluso puede llegar a
ser antagónico con todos ellos. Esta forma de ser puede fácilmente ubicarse en
alguna categoría de patología psicosocial y devenir en un individualismo que de
igual forma ni construye ni se enriquece.
Entre
estos dos puntos hay un medio que permite convivir en el gran conglomerado
social existente, enriqueciéndole con nuestras aportaciones y al mismo tiempo
siendo enriquecido por las aportaciones del grupo. En este punto medio uno conoce y respeta a los
demás, participa en la dinámica social, pero al mismo tiempo defiende ese
derecho único y personalísimo de trabajar en la construcción de nuestro
particular proyecto de vida.
Es
así como de todos uno toma lo mejor, a todos uno aporta lo mejor, y con ambas
dinámicas uno construye en su persona ese proyecto que es nuestra vida. En ese
entendido debe quedar claro que, como un pez en el río, uno no puede salirse de
esa dinámica social so pena de perderse de mucho que pudiera enriquecer nuestra
existencia, pero de la misma forma que el pez en el río uno utilizaría la
corriente para ir a dónde uno desea no dejándose arrastrar por ella hacia donde
uno no quiera.
Para
lo anterior uno debe tener muy claras sus ideas, sus valores y sus
sentimientos, de la misma forma debe haber claridad en cuanto a los sueños, las
metas y objetivos que uno se ha planteado para su vida. Ahora bien, y esto hay que
aclararlo, esta claridad no es inmediata sino paulatina, es decir, uno la va obteniendo, se va desarrollando, a
lo largo de nuestra vida siempre y cuando trabajemos en ello y apliquemos
nuestra razón, nuestra voluntad, nuestra percepción y nuestra atención en ello.
Así que no hay de otra: hay que hacer camino al andar, no quedarnos dormidos a
orilla de la vereda.
En
el andar por nuestra vida nos encontraremos con muchas personas que irán por
nuestro propio camino, mientras que otros irán en otra dirección, nuestro
carácter nos permitirá afrontar ese andar hacia lo que queremos, dando y
recibiendo, pero sin dejarnos desviar de nuestra meta de vida, después de todo
no hay problema si vas con la corriente... siempre que la corriente seas tú.
Roberto Celaya
Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/4rYo6UeKzKA
También puede descargarse gratis el libro “…Si las
hicieres -Un camino de vida de la mano de las otras bienaventuranzas” , desde www.rocefi.com.mx (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)
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