viernes, 2 de febrero de 2018

No hay problema si vas con la corriente... siempre que la corriente seas tú


Un consejo muy común que escuchamos en nuestra vida es aquel que nos habla a no ser como los demás, a diferenciarnos, a vivir nuestra vida, entendiendo esto en un contexto donde somos parte de la sociedad, ¿cómo podríamos ser parte de algo y al mismo tiempo diferenciarnos de eso?

Algo muy común, y no solo común sino cómodo, es esa tendencia social a mimetizarnos como parte de un grupo, esto implica el adoptar las ideas, costumbres, sentimientos, acciones, de esa mayoría. El ser parte de algo sin diferenciarnos de ello, nos da un sentido de pertenencia, nos hace sentir seguros, la previsibilidad del fluir de la vida nos da tranquilidad, pero el costo es muy elevado pues sacrifica nuestra individualidad.

El otro extremo contrario a lo anterior es de aquella persona que no encaja en ningún grupo social, y no solo que no encaja sino que incluso puede llegar a ser antagónico con todos ellos. Esta forma de ser puede fácilmente ubicarse en alguna categoría de patología psicosocial y devenir en un individualismo que de igual forma ni construye ni se enriquece.

Entre estos dos puntos hay un medio que permite convivir en el gran conglomerado social existente, enriqueciéndole con nuestras aportaciones y al mismo tiempo siendo enriquecido por las aportaciones del grupo.  En este punto medio uno conoce y respeta a los demás, participa en la dinámica social, pero al mismo tiempo defiende ese derecho único y personalísimo de trabajar en la construcción de nuestro particular proyecto de vida.

Es así como de todos uno toma lo mejor, a todos uno aporta lo mejor, y con ambas dinámicas uno construye en su persona ese proyecto que es nuestra vida. En ese entendido debe quedar claro que, como un pez en el río, uno no puede salirse de esa dinámica social so pena de perderse de mucho que pudiera enriquecer nuestra existencia, pero de la misma forma que el pez en el río uno utilizaría la corriente para ir a dónde uno desea no dejándose arrastrar por ella hacia donde uno no quiera.

Para lo anterior uno debe tener muy claras sus ideas, sus valores y sus sentimientos, de la misma forma debe haber claridad en cuanto a los sueños, las metas y objetivos que uno se ha planteado para su vida. Ahora bien, y esto hay que aclararlo, esta claridad no es inmediata sino paulatina, es decir,  uno la va obteniendo, se va desarrollando, a lo largo de nuestra vida siempre y cuando trabajemos en ello y apliquemos nuestra razón, nuestra voluntad, nuestra percepción y nuestra atención en ello. Así que no hay de otra: hay que hacer camino al andar, no quedarnos dormidos a orilla de la vereda.

En el andar por nuestra vida nos encontraremos con muchas personas que irán por nuestro propio camino, mientras que otros irán en otra dirección, nuestro carácter nos permitirá afrontar ese andar hacia lo que queremos, dando y recibiendo, pero sin dejarnos desviar de nuestra meta de vida, después de todo no hay problema si vas con la corriente... siempre que la corriente seas tú.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/4rYo6UeKzKA



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