jueves, 13 de julio de 2017

La mejor tarjeta de presentación en tus intentos de cambiar al mundo es tu ejemplo


Todos tenemos algo que decir cuando se nos pregunta sobre lo que está mal en este mundo, opiniones variadas habrá, lo mismo que las soluciones o propuestas que uno pudiera tener, eso es bueno y noble pero no debemos perder de vista que el mundo que más tenemos a la mano para mejorarlo es el que nosotros mismos construimos día con día.

A veces pareciera que todo está mal afuera, pero bien adentro. Por afuera me refiero al mundo exterior, a ese donde vivimos, por adentro me refiero al mundo interior, ese que somos.

Tú eres un mundo en sí mismo, y tus ideas, sentimientos, palabras y acciones, junto con las de miles y miles, junto con las de millones y millones, van conformando ese otro mundo, ese donde vives y te mueves.

Luego entonces si bien podemos, es más: debemos tratar de cambiar ese mundo aún más grande que nosotros mismos, no hay que olvidar la responsabilidad en la aportación, por pequeña que creamos ésta sea, que hacemos con lo que somos a ese mundo.

Si algo te molesta del mundo fíjate muy bien que, en mayor o menor escala tus acciones no estén colaborando para que el mundo sea así. Con que no colabores con que el mundo vaya mal ya es ganancia, ya no digamos que tus acciones personales, es decir las de tu vida, las de ese pequeño mundo que seas, van en otro sentido, más positivo y mejor, tratando de mejorar el mundo mayor.

Todos podemos hacer algo para que este sea un mejor mundo, de igual forma todos podemos hacer algo para empeorarlo. No es correcta esa visión que nos dice que nuestras acciones comparadas con el colectivo son tan insignificantes que lo que hagamos, en un sentido u otro, es casi casi imperceptible. No es correcta por la simple y sencilla razón que la suma de todas las acciones individuales es la que le da forma al gran colectivo que llamamos mundo, luego entonces cualquier cambio le afecta, en mayor o menor medida.

Pero aunque nuestra actitud no logre cambiar el todo, la misma se suma a muchas otras que están buscando hacer de este un mejor mundo y, sea que lo logren o no, al menos ese cambio a ellas sí las cambia haciéndolas mejores personas y, finalmente, un mejor mundo está conformado de cada vez mejores personas.

La necesidad de querer tener un mundo mejor es natural e innata en el ser humano, es algo que traemos con nuestra propia naturaleza de querer hacer siempre las cosas más y mejores, en la medida de lo posible hay que intentarlo sin olvidar que la responsabilidad de mejorar el mundo empieza con nosotros, después de todo la mejor tarjeta de presentación en tus intentos de cambiar al mundo es tu ejemplo.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/NsTq95c700Q


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