viernes, 28 de julio de 2017

Recuerda: no hay oscuridad tan grande que no ceda ante una simple vela. Tus sueños por pequeños que sean pueden llevarte a grandes cosas


La vida bien puede parecer a veces fácil o difícil dependiendo de los retos que en ese momento se estén enfrentando,  lo que sí, nunca dejará de ser sorprendente. Sorprendente por los giros inesperados que toma, sorprendente por las sorpresas que a cada momento da, sorprendente por los resultados que se obtienen, sorprendente por las lecciones que uno aprende, pero siempre sorprendente.

A mediados del siglo XVII, la gente creía que poseíamos dos sistemas sanguíneos impulsados por espíritus, hasta que William Harvey demostró que el corazón era quien realizaba esa función; en el siglo XVIII la gente creía que la luz era blanca, hasta que Newton la descompuso con un prisma demostrando que está compuesta de diferentes colores; en el siglo XIX se creía que el calor era una sustancia invisible que recorría los metales, hasta que James Joule demostró  que el calor es un estado producido por el movimiento. Estas ideas que hoy nos parecen algo normal y de sentido común en ese entonces significaron un parteaguas en la historia de la humanidad al hacernos ver el universo, la naturaleza y nosotros mismos con otros ojos.

De la misma forma, nuestra vida es un reflejo de la historia humana: ideas erradas o preconcebidas con las que crecemos, a veces limitadoras otras que solo nos confunden, pero que con nuestra misma historia y la vida con la que llenamos cada día, van cambiando hasta llevarnos a puntos de inflexión donde podemos ver un antes y un después.

Todos podemos numerar cosas que no creíamos nunca poder hacer y que ahora las vemos como parte de nuestra vida. Tal vez el nombre de María Amelia no te diga nada, se trata de una señora que nació en 1911 en Muxía (Galicia, España) y murió en 2009, ¿te imaginas el mundo a inicios del siglo XX?, pues bien esta señora en 2006 inició, a sus 95 años, un blog que todavía es conservado activo en su recuerdo. Imagínate a los 95 años comenzar un blog, y sin embargo lo hizo.

¿Qué limitación podría enarbolar uno que justificara una incapacidad para lograr algo?

En un taller que me tocó dar de motivación les planteé el siguiente ejercicio a los asistentes: primero les pedí escribieran cosas que no habían hecho sea por miedo, vergüenza, etc; luego les dije que escribieran claramente las razones por las que no las habían hecho; por ultimo pedí voluntarios que leyeran sus "acciones no realizadas" y sus argumentos para no hacerlas. Cuando terminaban de leer sus argumentos mi pregunta era sencilla: ¿cómo estás tan seguro de lo que acabas de argumentarnos si NUNCA has intentado eso?

La conclusión del ejercicio era muy obvia: nosotros mismos nos vamos convenciendo de las paredes mentales que construimos sin darnos cuenta que son solo eso: ilusiones que nos permiten comodidad sin darnos cuenta que por ese confort pagamos con nuestra propia vida.

Te sugiero hagas el mismo ejercicio, pero con un paso adicional: una vez que pongas las razones por las que no has hecho algo, escribas a un lado una razón, una sola, por lo que crees valdría la pena siquiera intentarlo. Te asombraras de la reacción de tu mente al ver una ventana que se abre a las limitaciones autoimpuestas.

La vida es temporal, es fugaz, es efímera. Date la oportunidad, inténtalo. Recuerda: no hay oscuridad tan grande que no ceda ante una simple vela. Tus sueños por pequeños que sean pueden llevarte a grandes cosas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/CcZhvjE0QW8


También puede descargarse gratis el libro "Un sólo Dios, el Padre; un sólo Señor, Jesucristo", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


viernes, 21 de julio de 2017

Establece bien tus metas... no sea que al final veas que estuviste siguiendo metas ajenas


Constantemente escuchamos enunciados motivacionales que nos impelen a conseguir las metas que nos propongamos, esa motivación es igual que la leña que requiere el fuego para arder, lo interesante de esto es que tal motivación nos lleve a lograr nuestras metas, ya que de lo contrario habremos logrado metas ajenas.

¿Alguna vez te has preguntado cómo le hacían los antiguos navegantes para orientarse y llegar a buen puerto? La observación, la memoria y el registro así como  el uso de instrumentos fueron el soporte para ello en un mundo dónde no había GPS, radares ni las formas actuales de orientación. Almanaques (tablas astronómicas con posiciones planetarias), brújulas, astrolabios y azafeas (instrumento para determinar las posiciones de las estrellas), nocturbios (instrumento para determinar la hora durante la noche), sextantes astronómicos (usado para medir las posiciones de las estrellas), y los mapas fueron algunos de los instrumentos que ayudaban a orientarse en las largas travesías marítimas.

Ahora imagínate contar con todo ese instrumental e incluso aplicar su uso correctamente, pero al llegar darte cuenta que no era el sitio al que querías, sería realmente frustrante, ¿verdad? Es por ello que en lo posible debemos estar seguros que lo que estamos tratando de lograr son nuestras propias metas, e incluso aunque a veces no lo estemos seguir caminando con los ojos bien abiertos a las señales que, a manera de las estrellas en la antigüedad, puedan orientarnos hacia nuestras metas.

Pero, ¿es que acaso puede uno estar siguiendo metas ajenas en su vida? Tú mismo puedes contestar esta pregunta, pero antes déjame decirte dos secretos: el primero es que para saber si lo que buscas es lo que te hace sentirte autorrealizado tendrías que probar todos los caminos que tienes ante ti, lo cual de inicio es casi imposible, pero peor aún, y este es el segundo secreto, aunque llegaras a probar todas las opciones que tienes ante ti y eligieras una, con el tiempo lo más probable es que cambiara tu meta por la simple y sencilla razón que constantemente estás cambiando tu, lo cual implica que tus pensamientos y tus sentimientos están cambiando.

¿Quiere decir esto que nunca sabemos si lo que seguimos es nuestro camino? ¡Claro que podemos saberlo! Si ese andar te da satisfacción, alegrías, logros, si a pesar de todo, los frutos compensan el esfuerzo, si incluso aunque no obtengas los frutos deseados el solo andar el camino te hace sentir que no cabes en ti, ese es el camino correcto. Pero, y repito: pero, debes estar muy atento a las señales del camino para ver si tu meta no ha cambiado de lugar.

Franz Schubert (1797-1828), ahora es un clásico de la música. Se le denominó cuando niño como el prodigio de Viena. Tocaba el violín cuando no era más alto que él, lo mismo que el piano y el órgano. Con leer una vez una canción, tenía bastante para ponerla en música exquisita, que parece de sueño y de capricho, y como si fuera un aire de colores. Escribió más de quinientas melodías, a más de óperas, misas, sonatas, sinfonías y cuartetos. Murió pobre a los treinta y un años.

¿Leíste lo último? Murió pobre. El éxito no le vino en vida, al igual que muchos músicos y pintores de la antigüedad, la fama les vino años después de muertos. Pero lo importante de esto es que ¡ellos no dejaban de pintar o de componer!, eso era su vida, en ello encontraban tal realización personal que parecía que todo lo demás, incluyendo las riquezas, salían sobrando. Ese es el nivel de pasión que te dirá si vas por el camino correcto. Pero no creas que el esfuerzo y la dedicación no tienen su recompensa, también hay casos de éxito donde la pasión por el camino genera frutos, como Alfred Nobel quien pudo dejar tal cantidad de dinero en su testamento como para crear un fideicomiso que instituyera a finales del siglo XVII los famosos Premios Nobel. Se calcula que su fortuna en el momento de su muerte era de 33.000.000 coronas, de las que legó a su familia apenas 100.000 coronas. El resto fue destinado a los premios Nobel.

¿Te das cuenta? La pasión por el camino es el mejor indicativo de si sigues tus metas, si lo que persigues de inicio es fama o fortuna ya estamos mal, ¿por qué?, pues simple y sencillamente porque algo ajeno (fama y fortuna) actúa como una zanahoria que estarías siguiendo. En el otro caso, cuando dentro de ti sientes ese volcán ardiente cada que avanzas en tu camino te das cuenta que eres tú mismo quien guía tus pasos.

Pero no te preocupes, puede que ya estés siguiendo tus metas, puede que aún no sientas esa pasión de la que hemos hablado, lo importante es seguirlo intentando, es no detenerse, es continuar ya que no eres tú quien encuentra el camino sino el camino quien te encuentra a ti, lo importante en ese momento es que seas capaz de reconocerlo y que tengas la capacidad, coraje y fortaleza de seguirlo, siendo en ese momento cuando te harás dueño y señor de tu destino. Un último consejo.: establece bien tus metas... no sea que al final veas  que estuviste siguiendo metas ajenas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/0Kdpi2vW9lM


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jueves, 13 de julio de 2017

La mejor tarjeta de presentación en tus intentos de cambiar al mundo es tu ejemplo


Todos tenemos algo que decir cuando se nos pregunta sobre lo que está mal en este mundo, opiniones variadas habrá, lo mismo que las soluciones o propuestas que uno pudiera tener, eso es bueno y noble pero no debemos perder de vista que el mundo que más tenemos a la mano para mejorarlo es el que nosotros mismos construimos día con día.

A veces pareciera que todo está mal afuera, pero bien adentro. Por afuera me refiero al mundo exterior, a ese donde vivimos, por adentro me refiero al mundo interior, ese que somos.

Tú eres un mundo en sí mismo, y tus ideas, sentimientos, palabras y acciones, junto con las de miles y miles, junto con las de millones y millones, van conformando ese otro mundo, ese donde vives y te mueves.

Luego entonces si bien podemos, es más: debemos tratar de cambiar ese mundo aún más grande que nosotros mismos, no hay que olvidar la responsabilidad en la aportación, por pequeña que creamos ésta sea, que hacemos con lo que somos a ese mundo.

Si algo te molesta del mundo fíjate muy bien que, en mayor o menor escala tus acciones no estén colaborando para que el mundo sea así. Con que no colabores con que el mundo vaya mal ya es ganancia, ya no digamos que tus acciones personales, es decir las de tu vida, las de ese pequeño mundo que seas, van en otro sentido, más positivo y mejor, tratando de mejorar el mundo mayor.

Todos podemos hacer algo para que este sea un mejor mundo, de igual forma todos podemos hacer algo para empeorarlo. No es correcta esa visión que nos dice que nuestras acciones comparadas con el colectivo son tan insignificantes que lo que hagamos, en un sentido u otro, es casi casi imperceptible. No es correcta por la simple y sencilla razón que la suma de todas las acciones individuales es la que le da forma al gran colectivo que llamamos mundo, luego entonces cualquier cambio le afecta, en mayor o menor medida.

Pero aunque nuestra actitud no logre cambiar el todo, la misma se suma a muchas otras que están buscando hacer de este un mejor mundo y, sea que lo logren o no, al menos ese cambio a ellas sí las cambia haciéndolas mejores personas y, finalmente, un mejor mundo está conformado de cada vez mejores personas.

La necesidad de querer tener un mundo mejor es natural e innata en el ser humano, es algo que traemos con nuestra propia naturaleza de querer hacer siempre las cosas más y mejores, en la medida de lo posible hay que intentarlo sin olvidar que la responsabilidad de mejorar el mundo empieza con nosotros, después de todo la mejor tarjeta de presentación en tus intentos de cambiar al mundo es tu ejemplo.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/NsTq95c700Q


También puede descargarse gratis el libro "Un sólo Dios, el Padre; un sólo Señor, Jesucristo", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 7 de julio de 2017

Quien no se arriesga por no perder, lo único que asegura es no ganar


En muchas ocasiones en nuestra vida deberemos de tomar decisiones que conllevan algún riesgo, ese riesgo siempre implicará, sí, el perder, el fallar, el no lograr algo, pero también, y esto no hay que perderlo de vista, el ganar, el alcanzar, el conseguir lo que uno desea.

“¿Y si fracaso?, ¿y si no resulta?, ¿y si me equivoco?”, a lo mejor te suenan estas frases ya que en alguna ocasión en la vida de todos llegamos a escucharlas, sino audiblemente, al menos de manera cognitiva o emocional ante los riesgos que implica intentar algo en nuestra vida.

Estamos hechos de una manera formidable y la precaución ante la vida es una manera de protegernos. Si no tuviéramos esa configuración, ¿te imaginas todos los actos riesgosos que intentaríamos al grado de poner incluso en riesgo nuestra existencia?  Ahora bien, una cosa es ser precavidos y otra muy distinta vivir presos del miedo.

Imagínate vas a salir en un viaje en auto. Obvio existe el riesgo de que se reviente un neumático, ¿verdad?, pero eso no te detiene. Revisas lleves llanta de refacción, gato hidráulico, cruceta e incluso si puedes una bomba de aire para cualquier contingencia y te vas de viaje. Muy distinto de alguien que viendo ese riesgo optase por mejor quedarse en casa.

Igual pasa en tu vida. Las metas, sueños y objetivos que te planteas es más que evidente que tiene algún riesgo, por lo menos el riesgo de no lograr lo que uno se propone. Pero, veamos el ejemplo del auto. El que tomo las precauciones se fue de viaje. El que se quedó en casa no salió. ¿Cuál de los dos tiene más probabilidad de llegar a su destino?

Aunque la pinchadura de un neumático es algo real, no quiere decir que fatídicamente así vaya a ser por lo que a lo mejor no pasa, e incluso en el caso de que pase puede ser resuelto por las precauciones que se tomaron. Pero el que no salió y optó ante el riesgo quedarse en casa es más que claro que nunca jamás llegará a su destino.

Riesgo hay en la vida pero el no intentar nada, sobre todo lo que es valioso para tu crecimiento personal te garantizará únicamente el estancamiento, el no avanzar, el no conseguir lo que te propones, el no crecer.

“Pero, ¿y si no lo logro?” –tal vez digas. Pues no lograrías la meta, el sueño, el objetivo propuesto, pero al menos por haberlo intentado algo en ti cambiaría en tu carácter, tu decisión, tu fuerza, tu entereza. Así que visto de este modo ni siquiera en caso de no lograr lo que te propongas podríamos hablar propiamente dicho de un fracaso.

Ante las opciones que nos presenta la vida de correr o no los riesgos que el ir en pos de nuestras metas, sueños y objetivos implica, hay que tener muy en mente que quien no se arriesga por no perder, lo único que asegura es no ganar.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/zxGIpbCM-fI


También puede descargarse gratis el libro "Un sólo Dios, el Padre; un sólo Señor, Jesucristo", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)