En
algún momento de nuestra vida todos experimentaremos lo que denominamos caídas,
es decir, esos tropiezos que se nos presentan en nuestro caminar hacia nuestras
metas, y si bien este hecho será en su momento doloroso peor que ello es el
tirar la toalla y quedarse tirado.
“¿Ya
para qué?, ¿qué caso tiene?, no vale la pena”, ¿cuántas veces has escuchado o
incluso tal vez dicho alguna de las frases anteriores ante alguna contrariedad
que en tu andar hayas experimentado? Yo creo que a tú, yo y muchos más nos
hemos sentido en algún momento de nuestra vida abatidos ante algún tropiezo que
hayamos vivido.
Este
sentimiento es natural, incluso si me permites la expresión diría que es hasta
benéfico pues nos permite desahogar esa contrariedad ante un leve fracaso
experimentado, también como nos detenemos un momento en nuestro andar, nos
permite descansar y renovar fuerzas.
Pero
una cosa es caer y por un momento, como se dice coloquialmente “lamernos las
heridas” y otra cosa muy distinta de plano dar la batalla por perdida y,
también como se dice coloquialmente, “tirar la toalla”.
“Pero
es que esto, esto y esto otro”, podrás argumentar para tratar de justificar un
estado no de desánimo sino más bien de derrotismo, y la verdad no es mi
intención entrar en una lucha de razonamientos respecto de si vale o no la pena
luchar por algo o más bien darse por vencido.
En
vez de eso quiero proponerte que veas un tropiezo, una caída, con otra
perspectiva: ¿cómo te sentirías si, dentro de unos 5, 10 o 20 años, voltearas
atrás y vieras que dejaste de luchar?
Es
más que evidente que ante una caída experimentada la sensación, como ya
comenté, es de desánimo, pero una vez que pasé ese sentimiento, ¿cómo crees que
te sentirías si dejaste de luchar?
Mucha
gente con el tiempo se recrimina por las decisiones que en su momento tomó
respecto de dar todo por perdido y dejarse vencer por las dificultades que en
su momento experimentaba. Por el contrario, los que han seguido luchando,
incluso aunque no hayan conseguido por lo que luchaban, se sienten en lo
personal satisfechos por el simple y sencillo hecho de que pueden decir que al
menos de su parte no quedó, que hicieron todo lo que estuvo a su alcance.
Es
así como caerte y levantarte, si bien no garantiza logres en automático lo
propuesto, sí genera en ti carácter, madurez y determinación, después de todo
caer duele un momento, no levantarse duele toda la vida.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/JjDv_I8A_QM
También puede descargarse gratis el poemario del
mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la línea del pensamiento
cristiano-, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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