Sin
duda alguna que la actitud que adoptamos frente a la vida puede servirnos o
entorpecer nuestro andar dependiendo si ésta es positiva o negativa, y dado que
la actitud depende de nosotros, ¿qué más que optar por una actitud triunfadora?
Cuando
me toca dar alguna plática sobre liderazgo, emprendedurismo o motivación, en
ocasiones veo que muchos creen que la actitud es garantía de éxito. Si bien me
gusta mucho el tema no por eso dejo de ser práctico por lo que cuando se da la
oportunidad me gusta aclarar que una cosa es nuestra actitud y otra muy
distinta el resultado de lo que emprendamos.
En
el caso de nuestra actitud ésta depende de nosotros, en el caso del resultado
de todo lo que emprendamos esto depende no solo de nosotros sino de muchos otro
factores, luego entonces si bien lo uno está relacionado con lo otro la actitud
no define el resultado.
Entonces,
si no define el resultado la actitud que tengamos, ¿para qué una actitud
positiva, de triunfo? La respuesta es sencilla: si bien una actitud positiva,
de triunfo no define el resultado sí define el proceso que emprendemos y que
experimentamos y ese proceso influye (ojo con la palabra: influye, no define)
sobre lo que podamos lograr.
Pero
independientemente del grado de influencia que nuestra actitud pueda tener en
lo que buscamos lograr lo más importante es lo que experimentamos y en el caso
de una actitud positiva, de triunfo, el proceso se vuelve en una experiencia
mucho muy superior en lo personal que un proceso guiado por una actitud
negativa o de fracaso.
Además,
de una actitud positiva o de triunfo hay efectos secundarios, como en las
medicinas, solo que estos efectos secundarios, a diferencia de las medicinas,
generalmente son favorables. ¿Cómo cuáles?, por ejemplo que una actitud
positiva o de triunfo nos permite más fácilmente encarar las dificultades que
experimentemos, de igual forma una actitud positiva o de triunfo nos permite
ver nuevas oportunidades que la misma lucha o nuestro andar por la vida nos van
poniendo enfrente, y por último, independientemente del resultado de nuestra
lucha, una actitud positiva o de triunfo nos habilita a seguir caminando en la
consecución de nuestro proyecto de vida.
¿Y
cómo puede tener uno una actitud positiva o de triunfo? Para ello es importante
la manera en que abordamos todo lo que nos sucede sea como una bendición o una
maldición, como una fortuna o una fatalidad, como algo bueno o algo malo, esto no
cambia lo que experimentamos, es verdad, pero sí cambia la manera en que lo
experimentamos que es lo importante.
Otra
técnica es tratar de observar sin juzgar nuestros estados de ánimo y tratar de
ver qué es lo que subyace en ellos. Así, por ejemplo, si nos sentimos muy mal
por algo en vez de echarle más leña al fuego, como comúnmente se dice, podemos
tratar de ver, entender y comprender el porqué de ese sentimiento. Créeme que
una vez asimilado, el sentimiento derrotista deja de existir y de manera natural
surge la actitud positiva requerida para enfrentar todo.
Por
último, otro tip es el de cambiar el paradigma de nuestra mente, así en vez de
repetir lo malo, dañino o negativo que fue una experiencia comenzar a decir lo
bueno, favorable o positivo que pudimos obtener de ésta, sea como experiencia,
como carácter o cómo madurez. No se trata de engañarnos sino de enfocar nuestra
mente en algo más que lo que inmediatamente percibimos.
Nuestro
andar por la vida nos irá enfrentando con retos y obstáculos que nos permitirán
crecer como persona, independientemente el resultado final de ello, después de
todo uno no puede ganar siempre, pero lo que sí puede hacer siempre es salir a
luchar con actitud triunfadora.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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