viernes, 25 de marzo de 2016

Uno no puede ganar siempre, pero lo que sí puede hacer siempre es salir a luchar con actitud triunfadora


Sin duda alguna que la actitud que adoptamos frente a la vida puede servirnos o entorpecer nuestro andar dependiendo si ésta es positiva o negativa, y dado que la actitud depende de nosotros, ¿qué más que optar por una actitud triunfadora?

Cuando me toca dar alguna plática sobre liderazgo, emprendedurismo o motivación, en ocasiones veo que muchos creen que la actitud es garantía de éxito. Si bien me gusta mucho el tema no por eso dejo de ser práctico por lo que cuando se da la oportunidad me gusta aclarar que una cosa es nuestra actitud y otra muy distinta el resultado de lo que emprendamos.

En el caso de nuestra actitud ésta depende de nosotros, en el caso del resultado de todo lo que emprendamos esto depende no solo de nosotros sino de muchos otro factores, luego entonces si bien lo uno está relacionado con lo otro la actitud no define el resultado.

Entonces, si no define el resultado la actitud que tengamos, ¿para qué una actitud positiva, de triunfo? La respuesta es sencilla: si bien una actitud positiva, de triunfo no define el resultado sí define el proceso que emprendemos y que experimentamos y ese proceso influye (ojo con la palabra: influye, no define) sobre lo que podamos lograr.

Pero independientemente del grado de influencia que nuestra actitud pueda tener en lo que buscamos lograr lo más importante es lo que experimentamos y en el caso de una actitud positiva, de triunfo, el proceso se vuelve en una experiencia mucho muy superior en lo personal que un proceso guiado por una actitud negativa o de fracaso.

Además, de una actitud positiva o de triunfo hay efectos secundarios, como en las medicinas, solo que estos efectos secundarios, a diferencia de las medicinas, generalmente son favorables. ¿Cómo cuáles?, por ejemplo que una actitud positiva o de triunfo nos permite más fácilmente encarar las dificultades que experimentemos, de igual forma una actitud positiva o de triunfo nos permite ver nuevas oportunidades que la misma lucha o nuestro andar por la vida nos van poniendo enfrente, y por último, independientemente del resultado de nuestra lucha, una actitud positiva o de triunfo nos habilita a seguir caminando en la consecución de nuestro proyecto de vida.

¿Y cómo puede tener uno una actitud positiva o de triunfo? Para ello es importante la manera en que abordamos todo lo que nos sucede sea como una bendición o una maldición, como una fortuna o una fatalidad, como algo bueno o algo malo, esto no cambia lo que experimentamos, es verdad, pero sí cambia la manera en que lo experimentamos que es lo importante.

Otra técnica es tratar de observar sin juzgar nuestros estados de ánimo y tratar de ver qué es lo que subyace en ellos. Así, por ejemplo, si nos sentimos muy mal por algo en vez de echarle más leña al fuego, como comúnmente se dice, podemos tratar de ver, entender y comprender el porqué de ese sentimiento. Créeme que una vez asimilado, el sentimiento derrotista deja de existir y de manera natural surge la actitud positiva requerida para enfrentar todo.

Por último, otro tip es el de cambiar el paradigma de nuestra mente, así en vez de repetir lo malo, dañino o negativo que fue una experiencia comenzar a decir lo bueno, favorable o positivo que pudimos obtener de ésta, sea como experiencia, como carácter o cómo madurez. No se trata de engañarnos sino de enfocar nuestra mente en algo más que lo que inmediatamente percibimos.

Nuestro andar por la vida nos irá enfrentando con retos y obstáculos que nos permitirán crecer como persona, independientemente el resultado final de ello, después de todo uno no puede ganar siempre, pero lo que sí puede hacer siempre es salir a luchar con actitud triunfadora.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en   https://youtu.be/dXkPryMsyKM

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jueves, 17 de marzo de 2016

No puedes impedir el que la vida tenga cosas buenas y malas, lo que si puedes es decidir cada día con que te quedas


La vida está hecha de buenos y malos momentos, si de uno dependiera seguro estoy que siempre optaríamos por los buenos momentos pero sin los malos ¿cómo podríamos valorar los primeros y crecer como personas?

Vamos a suponer que vas a preparar una comida, la que gustes. Pones los ingredientes y comienzas su preparación, una cosa que seguro va a suceder es que de esos ingredientes habrá algo que desecharas: cáscaras o raíces en el caso de frutas y verduras, grasa o dentros en el caso de animales, etc. Si todo lo usaras no solo el resultados sería muy diferente sino incluso tal vez incomible.

Lo mismo pasa en la vida, solo que en vez de una comida día con día trabajas en lo que es tu proyecto personal, pero de la misma forma ese proyecto recibe ingredientes, si los llamamos de alguna forma, que pueden ser buenos o malos. Vivencias, experiencias, situaciones que lo mismo nos pueden se agradables que desagradables, a esto me refiero cuando hablo de ingredientes buenos y malos.

Ahora bien, si en el primer ejemplo de la comida somos capaces de desechar aquellas cosas de los ingredientes que no nos sirven para nuestro propósito, ¿por qué no aplicamos lo mismo para lo que vamos experimentando como parte de nuestra existencia?

No creo que puedas imaginarte que, por ejemplo, si vas a hacer un caldo de pescado éste salga comible si echas el pescado entero con todo y dentros al agua donde se va a hervir. De igual forma no creo supongas que si te quedas con todo lo que experimentas, bueno o malo, sobretodo esto último, el resultado vaya a ser el mismo que si te quedaras, usaras y valoraras lo bueno que te sucede.

Pero entonces, ¿qué hacer con las malas experiencias que nos acontecen? Antes que nada déjame decirte que no hay que pensar en función de experiencias buenas o malas, sino de solo experiencias. Ahora bien eso no quita que algunas no son sean tan agradables como otras, pero incluso éstas últimas algo pueden dejarnos que nos sirva para nuestro proyecto de vida.

¿Has oído de la composta? Es un abono natural que uno mismo puede crear para nuestras plantas donde se combinan tierra, hojas y ramas secas y los desperdicios de comida que salen de forma cotidiana de nuestras casas. Igual podemos hacer con las experiencias malas que a nuestra vida llegan. No se trata de ocultar nuestra cara a ellas y hacer de cuenta que no existieran sino, al igual que el proceso para preparar composta, permitir que estas experiencias se conviertan el algo que podamos usar de otra manera.

¿Y cómo se logra esto? Como te comenté, lo primero es quitarle esa etiqueta de algo mal y lo segundo es preguntarnos ¿qué puedo aprender de esto? El simple hecho de hacer esta pregunta nos pone frente a la situación experimentada con otra actitud, una actitud que nos permite sacar algo de provecho de ella. De esta forma la misma situación nos deja libres, o nosotros la dejamos ir a ella, como quieras verlo, pero nos quedamos con algo que podamos utilizar en nuestro proyecto de vida.

Esto no es tan sencillo como parece sino que implica mucho esfuerzo y disciplina pero ese esfuerzo y esa disciplina reditúan más que el simplemente quedarnos con las cosas malas que experimentamos y estar rumiando nuestra amargura por ello, después de todo no puedes impedir el que la vida tenga cosas buenas y malas, lo que si puedes es decidir cada día con que te quedas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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jueves, 10 de marzo de 2016

Sea que la vida se canse de golpear o tú te canses de ser golpeado, al final el resultado es ganancia


Sin duda  alguna la motivación es un factor determinante para alcanzar lo que nos propongamos, pero el término motivación no debe ser confundido con esa sensación momentánea que tenemos cuando, como se dice coloquialmente, andamos al 100, sino en su acepción más amplia debe ser entendida como la fuerza interna que nos lleva a avanzar a pesar incluso de los obstáculos.

Me ha tocado estar, sea como asistente o como expositor, en eventos relacionados con la motivación. Por regla general uno sale de esos eventos con las pilas recargadas, pero al igual que las pilas al pasar el tiempo esa sensación de, como comúnmente se dice, poderlas todas va aminorando hasta hacerse casi imperceptible.

La motivación anterior, que surge de algún evento, de leer algo, de platicar con alguien, generalmente es de corta duración. Nuestra misma naturaleza no puede mantenerse en ese nivel y busca regresar a niveles más aceptables o manejables para ella. Esto es incluso entendible pues al igual que cualquier otra actividad física, mental o emocional, un híper-estado consume mucha energía y de igual forma desgasta.

Lo anterior no quiere decir que esa sensación no sea aceptable o que no la debamos de procurar. Al contrario, esa sensación es como las cápsulas vitamínicas que de vez en cuando necesitamos para dinamizar nuestro paso hacia las metas. Pero, el gran pero, es pretender enganchar con esa sensación momentánea nuestras acciones y nuestro andar, ¿por qué?, pues por el problema que surge cuando ésta sensación disminuye hasta hacerse imperceptible generando que, si estamos anclados a ella para nuestro avance, nos detengamos.

¿Entonces cuál es la solución? La solución es la motivación multi-plataforma, como la llamo yo, es decir, aquella que no solo se sustenta en la parte sentimental (como la de los ejemplos citados), sino que también se sustenta en la parte física, mental e incluso espiritual. En esos casos, aunque pase la sensación de la que hemos estado hablando nuestro andar no se detendrá pues tendremos otros elementos para movernos en pos de nuestras metas.

¿Cuál es el resultado de esto? Un carácter a prueba de pruebas. Un carácter que nos permite afrontar los obstáculos y levantarnos de las caídas incluso con mayor facilidad que si solo tuviéramos el canal de la motivación emocional. Es así que ante los escollos que se enfrenten en la vida uno siempre estará avanzando.

¿Cuál sería mi sugerencia? Si tienes una meta que estés consiguiendo y veas que solo avanzas cuando te sientes motivado (si digo “te sientes” es porque señalo el carácter emocional de ese tipo de motivación), entonces lo que debes hacer es que a esa misma meta le encuentres otras “razones” físicas, mentales o espirituales que puedan servirte de asidero para cuando el sentimiento emotivo se vaya.

Lo que sucederá es que al igual que si estuvieras en un barco con tormenta, tendrás más mástiles de dónde agarrarte en tanto las pruebas pasan, lo cual no sería así si solo tienes el mástil de la motivación emocional. Y dado que siempre estaremos experimentando pruebas qué más que contar con esa motivación multi-plataforma para mayor soporte y dinamismo.

Las pruebas, los obstáculos, las caídas pueden enfrentarse con mayores recursos si uno no solo cuenta con la motivación sentimental, sino también se sustenta en la motivación física, emocional, e incluso espiritual, así que no lo olvides sea que la vida se canse de golpear o tú te canses de ser golpeado, al final el resultado es ganancia.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
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jueves, 3 de marzo de 2016

Un sueño, por más difícil que parezca, si aplicas voluntad, pasa de imposible a inevitable


Un hecho de la vida es que los sueños requieren de esfuerzo para ser alcanzados, mientras mayor sea el alcance de estos sueños mayor deberá ser el esfuerzo que tengamos que imprimir en su consecución, pero la dificultad de alcanzar ese sueño no es la que definirá su conquista sino tu decisión y voluntad para ello.

Una vez escuché una reflexión interesante. Partiendo del hecho de que durante mucho tiempo los científicos no podían explicarse cómo es que podía volar la abeja, ya que su cuerpo era demasiado grande para las alas que posee, me gustó lo que alguien dijo: lo que pasa es que a la abeja nadie le ha dicho que no puede.

Aún y cuando ese hecho pueda ya ser explicado la reflexión procedente del mismo no deja de ser verdad: mucho de lo que logramos así como de lo que no logramos debe su resultado a la creencia que en ello tengamos.

No quiero reducir todo como algunos simplistamente pretenden señalando que es solamente necesario imprimir fe en algo para que se realice, sé que se requiere esfuerzo, constancia, disciplina y pasión, pero también sé que el ánimo con que uno emprenda esas pequeñas batallas que nos guían al triunfo final es un factor determinante.

Aplicando esto a los sueños tenemos que si éstos son en realidad relevantes, si realmente tienen que ver con nuestro potencial y nuestro destino, es obvio que requerirán de un esfuerzo considerable, pero de la misma forma es lógico pensar que detrás de la conquista del mismo estará la satisfacción del logro y también de nuestro avance como persona.

De todo esto podemos deducir que la voluntad que apliquemos a este proceso es la que finalmente decidirá hacia donde se incline la balanza. No cómo nos sintamos, no cómo nos veamos, no cómo avance el proyecto en sí, sino la decisión expresada como voluntad para alcanzar nuestra meta.

En este punto quiero ampliar la connotación dada a “voluntad” pues en el extremo de su acepción debe ser entendida como el actuar independientemente de las circunstancias. Esto podemos ejemplificarlo si vemos el caso de un deportista, un músico o un empresario que a pesar de las adversidades, las pruebas, las dificultades que experimente, sigue entrenando, sigue estudiando, sigue trabajando pues en su mente solo existe una cosa: la meta que quiere lograr.

De esta forma la voluntad puede salvar incluso aquellas circunstancias que harían que cualquier otra persona desistiese pues desasocia las acciones de los sentimientos o de los pensamientos y las asocia con la decisión de conseguir lo que uno se ha propuesto.

Los sueños, metas y objetivos de vida requieren de un esfuerzo que podemos englobar con el término de voluntad, esfuerzo que si es constante decidirá el resultado final del mismo, es así como entonces un sueño, por más difícil que parezca, si aplicas voluntad, pasa de imposible a inevitable.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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