miércoles, 13 de marzo de 2024

La vida está llena de incertidumbre, la única manera de tener certezas es ¡intentándolo!

 


La misma naturaleza de nuestra existencia impregna por completo nuestra vida con la condición permanente de la incertidumbre, este hecho, si bien es algo que puede no gustarnos, nos permite desarrollar una fortaleza de mente y de espíritu al momento de emprender nuestras metas.

 

Frases como el que “La única constante es el cambio” o que “Nadie se baña dos veces en el mismo río”, hacen referencia a esa condición de la vida que tiene que ver con la incertidumbre que constantemente la envuelve, incluso los mejores planes, las mejores estrategias, la mejor prospectiva, se ve sujeta a una incertidumbre que puede cambiar completamente el destino y consecuencia de los eventos y de las acciones que emprendemos.

 

Esa incertidumbre está en prácticamente todo lo que hacemos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos el no tener la certeza de lo que sucederá es algo con lo que convivimos a diario, incluso aquello que damos por hecho drásticamente puede cambiar como efecto de alguna circunstancia no considerada.

 

Si bien lo anterior puede ser muy frustrante, sobre todo cuando el resultado es completamente adverso a lo esperado, hay que ver eso como una oportunidad para desarrollar un carácter a prueba a de todo, entendiendo por carácter esa entereza de mente y de espíritu al momento de iniciar cualquier acción.

 

En una ocasión surgió este tema en un taller de liderazgo que me encontraba dirigiendo y surgieron las dos posturas (a favor y en contra) con relación a esa incertidumbre que muchas veces da al traste con los proyectos que uno trae. En ese momento les propuse un ejercicio (mismo que te propongo a ti en este momento). Les dije que por favor escribieran en una hoja las acciones que desearían realizar mañana como si estás dependieran totalmente de ellos, es decir, como si lo que escribieran se fuera a dar partiendo del hecho de que no existiera incertidumbre alguna. Para esto se dieron diez minutos.

 

Una vez que escribieron su día “perfecto” (por llamarlo en cierta forma), les pedí que lo leyeran de manera individual pero (aquí vino el pero), tachando aquellas acciones que involucraran a otras personas. Por ejemplo, si alguien puso “reunirme con fulano o zutano” pues tendría que tachar eso. Al principio no entendían el por qué de ello pero al final les expliqué. Les dije que así como cada uno había redactado lo que sería su día “ideal” donde su voluntad imponía la agenda descartando cualquier incertidumbre, de la misma forma las personas que ellos consideraron en su relatoría también tenían su agenda y pues ellos no podían imponérsela pues así como ellos descartaban la incertidumbre, los otros también tendrían esa prerrogativa de disminuir la incertidumbre y darle la certeza a sus agendas.

 

En ese momento se captó que no puede darse un mundo sin incertidumbre pues los deseos de las personas son diferentes, divergentes y aunque sean convergentes son cambiantes, y todo eso sin considerar las variables que escapan de nuestro control.

 

Pero de la misma forma luego el análisis derivó en señalar que si todo lo que intentamos no tuviera esa incertidumbre que lo acompaña, no diéramos ese extra que en muchas ocasiones damos para alcanzar lo que queremos, lo cual nos hace ir más allá incluso a veces de nuestras propias expectativas llegando más allá de los límites que en ocasiones nos autoimponemos.

 

Pero bueno, al final de cuentas a nadie nos gusta esa incertidumbre que en ocasiones rodea nuestra vida, nuestras decisiones y nuestras acciones así que ¿qué podemos hacer para disminuirla o incluso eliminarla? Una pregunta puede ayudarnos a ello: si nos llega un paquete cerrado, sin remitente ni nada que nos permita inferir de qué se trata, ¿cómo salimos de la duda respecto de su contenido? Obvio que abriéndolo. Pues en la vida es igual, la incertidumbre se reduce e incluso se elimina una vez que accionamos, que tratamos, que lo intentamos, ya que después de ello, se logre o no lo deseado, la incertidumbre se vuelve certeza.

 

El no saber a ciencia cierta el resultado de nuestras acciones nos obliga a ese esfuerzo extra que nos hace ir más allá de nuestras limitaciones superándonos a nosotros mismos día a día hasta llegar a ser el ser e excelencia que estamos llamados a ser, después de todo la vida está llena de incertidumbre, la única manera de tener certezas es ¡intentándolo!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/uMbzT2ZtXic

 

 

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