viernes, 25 de mayo de 2018

Cada paso que das te acerca o te aleja de tu objetivo, piénsalo muy bien y ¡actúa!



Cuando hablamos de metas y objetivos hemos dejado muy claro la necesidad de ponerle acción a las ideas, pero de la misma manera, estas acciones deben estar pensadas en función de lo que se desea lograr, de otra forma, no solo es posible que no avances a tu meta sino que incluso retrocedas.

En una ocasión me tocó realizar un trabajo de consultoría en una empresa, su dueño se quejaba amargamente de que era el primero que llegaba, el último que se iba y que todos sus empleados trabajaban muy duro pero que la empresa no salía de sus problemas. No tiene caso relatar aquí los pasos que se dieron para realizar un diagnóstico serio de la situación, lo que sí quiero comentar es que al final nos dimos cuenta (sobre todo el empresario) que las acciones, si bien había muchas, no estaban encaminadas a los objetivos que se deseaban.

La vida es nuestra empresa, a ella le damos nuestro tiempo, nuestros esfuerzos, pero en ocasiones sucede que hay una diferencia entre lo que deseamos y lo que estamos haciendo para conseguirlo. A diferencia de un destino físico (una ciudad, una plaza) a donde podemos por diferentes caminos solo dirigiéndonos a ese destino llegar, generalmente las metas de la vida son un poco más complejas y requieren de ponerle al asunto tanto razón como corazón.

Esto de ponerle razón significa analizar concienzudamente el objetivo planteado así como los pasos para alcanzarlo, lo de ponerle corazón se refiere a que tanto el objetivo planteado como los pasos para alcanzarlo motiven en uno sentimientos muy fuertes de motivación y esperanza para que el andar sea autosustentable.

¿Y cómo podemos hacer lo anterior? Antes de decir cómo hay que aclarar que esto es un poco complicado, ¿por qué? pues por varias razones, una es que las metas de la vida cambian constantemente (en otras palabras los deseos de uno traducidos en metas cambian), otra razón es que aunque los deseos de uno no cambien a veces es uno el que cambia, con lo que deben redirigirse las acciones, y por último, porque aunque las metas no cambien y tampoco uno cambie, las circunstancias externas pueden cambiar a tal grado que obliguen a cambio de planes. Y en ocasiones estas tres observaciones dadas se dan ¡al mismo tiempo!

Pero bueno, uno no puede quedarse sin hacer nada. Así que ¿cómo podemos en cierta forma analizar las metas y las acciones a la luz de nuestra razón y nuestro corazón?

Primero, en una hoja escribir de la manera más clara en la parte superior la meta, el objetivo o lo que se desea lograr. A continuación, debajo del enunciado de nuestra meta/objetivo/deseo dividir la hoja en tres columnas. Posteriormente en la primera columna hay que escribir las razones emocionales por las que uno desea alcanzar esa meta/objetivo/deseo, ojo con esto, son razones emocionales, es decir, aquello que motive sentimientos fuertes en nuestro interior para alcanzar la meta/objetivo/deseo en cuestión. En la segunda columna hay que poner de una manera muy clara, precisa y concisa, las acciones (con tiempo y resultados medibles) que uno realizará para alcanzar esa meta/objetivo/deseo. En la tercera columna y para cada acción hay que poner las razones emocionales para realizar cada una de esas acciones.

Pero esto no termina aquí, ahora viene la prueba de fuego. Después de todo este ejercicio hay que escribir una pregunta y contestarla tan sinceramente como sea posible (después de todo a nadie vamos a engañar contestando de otra manera). La pregunta con la que este ejercicio cierra es la siguiente: si hicieras todas esas acciones pero no lograras la meta, ¿cómo te sentirías?

Desafortunadamente debo adelantarte la respuesta, y esa es que si lo que contestas va en términos de "me sentiría mal, deprimido, triste, fracasado, etc.", quiere decir que algo está mal, que tus acciones no son lo suficientemente satisfactorias como para sentirte pleno por el solo hecho de realizarlas, ¿Y a qué viene esto?, casi a nada, recuerda lo que platicamos al principio de la dificultad de alcanzar metas, en ocasiones factores externos a ti impedirán alcanzar esas metas, eso no depende al 100% de ti, lo que si depende totalmente de ti son las acciones. La meta es agradable, pero las acciones deben ser plenas pues son las que te definen a ti como persona.

Esto es un pensamiento complejo pero que si lo llegas a dominar hará de ti (paradójicamente) un triunfador aunque no logres todas las metas que te propongas.

Mientras esto llega pon claridad en tus ideas y en tu corazón para las metas que te plantees y, sobre todo, para los pasos que des para alcanzarlas, después de todo cada paso que das te acerca o te aleja de tu objetivo, piénsalo muy bien y ¡actúa!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/LXjDlJx0oUo


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viernes, 18 de mayo de 2018

La trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?



Hay conceptos que en el transcurso de la historia de la humanidad han llamado la atención lo mismo de las sociedades que de las personas, uno de esos conceptos es el de la inmortalidad, curiosamente la inmortalidad puede construirse día a día, siendo que, desde esa perspectiva, uno debe cuidar lo que construye pues eso permanecerá para siempre.

Cuando hablamos de inmortalidad hay dos acepciones que se nos vienen a la mente, una de ella es la de la imposibilidad de morir, pero la otra, y que es la que nos interesa, se refiere a la perdurabilidad de algo en la memoria, ya que eso implica que todos podemos alcanzar este estado (al menos en su segunda acepción) para lo cual debemos cuidar nuestro actuar presente.

El pensamiento anterior puede ser muy poderoso cuando pensamos nuestras acciones temporales con un sentido de trascendencia ya que nos motiva a dar ese esfuerzo extra para poder así tener un efecto que vaya más del momento presente. Curiosamente mucha gente piensa en el corto plazo, en el beneficio que en su tiempo pudiera acarrearle alguna acción, lo cual cobra su máxima expresión en cuestiones de corrupción y delitos. La corrupción y los delitos son el camino fácil y rápido para obtener hoy lo que se quiere, pero no solo obtener hoy lo que se quiere sino obtenerlo hoy a costa del futuro.

Por el contrario, cuando uno piensa en función de la trascendencia de sus actos se da cuenta que la cobardía de no exigir, de no señalar, de no criticar, la complacencia de ocultarse, de beneficiarse, de hacerse cómplice, genera en el largo plazo, a manera del efecto fractal, un boomerang de consecuencias que, aunque no lleguen a afectar a uno, afectaran a las generaciones futuras de nuestros amigos y familiares.

Eso en la cuestión social o comunitaria, pero también está la cuestión personal. Todos conocemos casos de amigos, familiares o simples conocidos a los cuales todavía se les recuerda, más que por su carácter o su personalidad, por aquellos actos que definieron su vida, siendo que los actos de valor, de carácter, de congruencia, serán reconocidos por las generaciones incluso una vez que uno se haya ya ido, pero de la misma forma los actuares tibios, convenencieros o de plano cobardes, serán señalados de forma recriminatoria en la trascendencia de nuestros actos.

Hay un ejercicio que en ocasiones uso en mis talleres de liderazgo y que es bien sencillo y a la vez aleccionador y que te comparto: en una hoja blanca pon tu nombre en la parte de arriba, después, en cuando mucho cinco renglones pon la manera en que te gustaría te recordaran (en este punto y como ayuda les digo que se imaginen que abren una enciclopedia del futuro donde estuvieran, ¿qué te gustaría dijera?); una vez efectuados los dos pasos anteriores, trazar una raya horizontal que divida lo que se acaba de escribir y poner debajo de esa línea todas las acciones que ahora mismo están desarrollando para lograr esa manera en que quieren ser recordados.

Como mencioné, es un ejercicio sencillo que generalmente arroja una deficiencia de acciones actuales para ese recuerdo que se desea se asocie con uno. Generalmente un 80% levanta la mano cuando les pregunto ¿quién no cree que con lo que ahorita está haciendo se logre esa forma en que quieren ser recordados?, pero acto seguido señalo –y de igual forma te señalo a ti quien lees esto- que no todo está perdido, es más que hay buenas noticias: todavía tienes tiempo de entrar a la historia con el carácter y el valor que solo la gente libre posee.

El camino a la eternidad, comienza en el presente; nuestras acciones nos conducen, no solo a las metas planteadas, sino también a la forma en que seremos recordados, de ahí el valorar con creces el momento presente para trabajar ahora por la inmortalidad que ya es nuestra pero que nosotros decidiremos como se nos recuerda, después de todo la trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?




Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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viernes, 11 de mayo de 2018

Cuando se disfruta el camino no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso



Lo mejor que le puede pasar a uno en esta vida es disfrutar realmente lo que hace, eso le da más sentido a las ideas que uno tiene y a las acciones que uno emprende, incluso en ocasiones tiene más sentido que lograr las metas que uno se proponga.

Cuantas veces no hemos visto personas que ante las obligaciones que tienen en su vida muestran no solo una apatía sino en muchas ocasiones una actitud verdaderamente negativa, para esas personas lo que hacen es una carga por más nimio que nos parezca.

De la misma forma, todos conocemos personas que su vida la viven con gozo, con alegría, y que sus obligaciones y los retos mismos que enfrentan lo hacen con un estado de ánimo que incluso llega a contagiar.

La diferencia entre estos dos extremos está precisamente en saber disfrutar lo que uno hace, esto es la clave de todo, incluso del éxito, ya que el éxito es escurridizo y ocupa mucho esfuerzo, mucha energía, y que mejor manera de dar todo ese esfuerzo y esa energía que con un ánimo optimista, de confianza, de gozo por estar vivo.

Al principio se comentó que esta actitud le da más sentido a las ideas y a las acciones que incluso lograr las metas que se proponga, esto parecería ser una contradicción pero no es así. Una meta es un objetivo, si lo vemos objetivamente la consecución de una meta dura un momento infinitamente pequeño, por ejemplo, ¿cuánto dura en el tiempo el que un corredor cruce la meta?, ¿o en que alguien obtenga un título?, ¿o en que un emprendedor inicie un negocio?, no nos confundamos, lo que dura tiempo es el camino hacia esas metas, pero el lograrlo dura un pequeñísimo instante, tal vez unos segundos, después la meta queda atrás y vienen otras.

Siempre habrá metas, siempre habrá caminos, la manera de llegar a esas metas y de recorrer esos caminos es lo que nos dará riqueza en nuestra existencia, más incluso del alcanzar una meta ya que ésta puede llegar muy tarde en nuestra vida (o incluso no llegar), mientras que el camino hacia ella estará presente en todo el trayecto.

Ahora bien, a veces uno no puede escoger del todo la meta o el camino, las obligaciones que la misma vida va poniendo en ocasiones casi nos obliga a tomar ciertas decisiones, pero ¿por qué amargarnos por ello?, siempre habrá algo positivo de lo que hagamos, algo que nos guste o que nos llene; pues por pequeño que esto sea, debemos enfocarnos en ello para darle no solo sentido a nuestra existencia sino fuerza y motivación.

En una ocasión, en un taller de emprendedurismo que me tocó dar, alguien se quejaba de lo dura y difícil que le era la vida, de lo casi imposible que se le hacía el ver algo positivo cada día que le permitiera avanzar con gozo el camino que tenía que recorrer, que lo que yo le proponía era realmente imposible. En ocasiones uno tiene que ser drástico ante actitudes tan extremosas. Es así como le acerqué un pequeño cuchillo que había quedado del entremés que nos habían dado y le dije que si la vida le era tan pesada por qué no terminaba en ese instante con ella. La persona se me quedó viendo incrédula de lo que oía. "¿Qué pasa? -le pregunté- ¿por qué no acabar con esto de una vez? ¡vamos!". El silencio reinaba en la sala. Después de un momento le quite el pequeño cuchillo y le dije con la intención que todos oyeran "eso mismo que te detiene para una acción como esta es de lo que cada día debes aferrarte para transitar este período que te ha tocado en este momento".

No podemos ser ingenuos, la vida es dura, es pesada, a veces los trayectos son oscuros, lo único que a veces uno tiene es su ánimo, su entereza, su voluntad de seguir adelante esperando salga el sol y las cosas mejoren, puede que esto suceda, puede que no, pero desde el momento mismo en que uno avanza con esa actitud ya ha ganado, después de todo cuando se disfruta el camino no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 4 de mayo de 2018

Establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos



La vida está hecha de retos, retos que para superarse requieren de utilizar recursos, recursos que como el dinero son renovables o como el tiempo no lo son, pero que independientemente de ello requieren de estrategia para que dichos recursos no sean desperdiciados.

Las metas, más que como punto final de una serie de acciones, en muchas ocasiones se convierte en un nuevo punto de partida que nos permite iniciar nuevos andares en nuestra vida, en la medida que la meta establecida sea elevada y noble, nos permitirá partir con ventaja hacia nuevos horizontes.

La meta no solo es un “qué quiero lograr” sino más bien un “por qué lo quiero lograr”, eso es establecer un propósito, algo no solo que nos guíe sino que nos motive. La misma palabra “propósito” hace referencia a un acto volitivo, una acción donde tanto la mente como los sentimientos intervienen voluntaria y libremente para conseguir un objetivo, donde hemos calculado los costos y beneficios y donde nos sentimos lo suficientemente motivados para avanzar hacia la consecución de las metas, es así pues que para esto requerimos tener claridad de ideas y fuerza de corazón.

En este sentido, tanto mente y sentimientos deben ir a la par ya que si solo le ponemos cabeza a las cosas estaremos caminando por un terreno sumamente árido que fácilmente terminará desgastándonos; por el contrario, si somos todo corazón, es decir, sentimientos y motivación pero sin objetividad de pensamiento, corremos el riesgo de llegar con mucho entusiasmo a lugares que no queríamos.

Propósito es trazar una meta sabiendo los qué y andar el camino hacia ella sabiendo los porqué; y ambos, qué y por qué, son cobijados por las estrategias que incluyen esfuerzos y recursos.

En este punto, cuando hablamos de esfuerzos y recursos, ojo, nos referimos tanto a esfuerzos y recursos tangibles como intangibles. Entre los tangibles están los recursos materiales y financieros y dentro de los intangibles los de tiempo y motivación. Todos ellos se consumen como si fuera alimento para el alma y para el cuerpo en el camino hacia nuestra meta. En este sentido, mientras más elevada o retadora sea esta meta, mayores recursos tangibles e intangibles requerirá, es así que al iniciar el caminar hacia una meta debemos constantemente ver con que contamos en cuanto a recursos para conseguir nuestro objetivo.

Esto último, el saber con qué contamos, no necesaria y forzosamente implica que deberemos tener todos los recursos que necesitaremos para nuestro camino desde un principio, pero si al menos tener claridad en cuanto a lo que se cuenta para iniciar ese caminar y en la manera en que durante el andar se solventarán las necesidades de recursos que se vayan presentando.

No hay nada más satisfactorio que proponerse algo y alcanzarlo, y para ello se requiere esa claridad intelectual y esa fuerza interior de la que hemos hablado, todo ello nos permitirá eficientar nuestro andar ya que establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/ZC8Ki6fv4_Y


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