viernes, 25 de agosto de 2017

Como dice en algunos espejos retrovisores de autos: "las cosas están más cerca de lo que parecen"


Lograr lo que uno se propone necesariamente podrá llevar mayor o menor esfuerzo, dependiendo de muchas cosas, lo que si siempre requerirá será ingenio y creatividad.

La historia de Dick Fosbury es un ejemplo de cómo cambiando el enfoque se cambian los resultados. En 1968 Dick Fosbury participó en las olimpiadas de México 68 logrando la medalla de oro en salto de altura así como imponer un nuevo récord olímpico: 2.24 metros. Lo curioso de todo esto es la forma en cómo lo logró.

Hasta ese entonces, todos los que hacían el salto de altura lo hacían dando el vientre al listón (listón es la barra horizontal que se coloca a una altura determinada entre dos soportes verticales separados a unos 4 metros), en el caso de Dick Fosbury éste saltaba de espaldas al mismo y con el brazo más próximo extendido. Esto le permitía dejar menos espacio entre el centro de gravedad del saltador y el listón a superar, con lo que se ganaba altura. El resultado es el comentado con anterioridad y a partir de ahí fue la pauta de salto en este tipo de competencia hasta la fecha.

¿Por qué nunca antes nadie había intentado saltar así? Por que implicaba ver las cosas de diferente manera. Un axioma de la programación neurolingüística señala que si sigues haciendo las cosas igual no debes esperar resultados diferentes. Es así como el gran problema cuando nos enfrentamos a retos no es la manera de resolverlos, sino la manera en que los abordamos. Esto por una sencilla razón: todos los problemas tienen alguna solución, pero no todas las visiones pueden dar con ello.

Por eso es muy útil el consejo de corto plazo de dejar las cosas para resolver mañana cuando éstas son complicadas. El solo darle a nuestra mente la oportunidad de "reiniciarse" permite en muchas ocasiones ver las cosas desde otra perspectiva.

Hay un ejercicio que aplico en mis talleres para demostrar como la solución a los retos a veces está justo delante de nosotros y aún así no los vemos: se pone un tapete de 2 x 2 metros y en el centro un dulce. Se les pide a los participantes que sin nada más que su cuerpo y sin pisar el tapete sean capaces de agarrar el dulce. Unos se estiran, otros piden ayuda y los agarran, pero no pueden. Al final (si es que nadie ha dado con la manera de resolver el problema), simplemente me pongo en cuclillas y voy enrollando el tapete hasta llegar al dulce tomándolo sin nunca haber pisado el tapete.

Nuestra mente es muy potente pero también necesita ayuda para resolver de forma diferente los problemas que enfrenta. ¿Cómo podemos ayudarla? Aquí van cuatro sugerencias: (1) escribe tan detalladamente como puedas el problema y léelo de nuevo, te dará otra perspectiva, (2) cambiando actores y circunstancias platícalo con alguien y escucha sus comentarios, te dará otra perspectiva, (3) esfuérzate por escribir una canción o un poema que hable del problema, te dará otra perspectiva, y/o (4) vete a dormir y retoma el problema al día siguiente.

Todas las opciones anteriores hacen que la mente salga de su círculo habitual desde donde está enfocando el problema, hace que trabajen otras partes del cerebro o simplemente le dan una pausa en su razonamiento.

Como dice un dicho: si las cosas tienen solución ¿para qué te preocupas? y si no la tienen ¿para qué te preocupas? Más que preocuparse la cuestión es ocuparse solo recuerda que como dice en algunos espejos retrovisores de autos: "las cosas están más cerca de lo que parecen"



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/Wvwjg1NkaZM


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jueves, 17 de agosto de 2017

Nunca te conformes ni con una vida sin sueños ni con unos sueños sin vida


Cuando en la vida tenemos sueños, ilusiones, objetivos por los que caminar, por los que luchar, estos se vuelven lo mismo motor que destino de todo con lo que estamos llenando nuestro andar y con lo que estamos fortaleciéndonos en nuestras batallas.

Si alguien te invita a salir, ¿qué es lo primero que preguntas? Supongo que si a dónde, ¿verdad? De igual forma en nuestra vida todo lo que hacemos debe tener un sentido, una dirección, un ¿para qué? de lo que estamos haciendo. Así funcionamos.

Nuestra propia naturaleza nos impele hacia el pasado con los ¿para qué? de lo que somos y hacemos, pero el pasado no lo podemos cambiar, aunque sí aprender de él. Por el contrario los ¿para qué? nos impelen hacia el futuro y, lo que es mejor, ese sí lo podemos cambiar.

Luego entonces, ¿cuál es en este momento tu “¿para qué?”?. Es bueno reflexionar sobre esto porque puede ser que simplemente estemos avanzando casi casi por inercia sin metas, sueños ni objetivos en la vida, o bien, puede ser que sí estemos avanzando pero siguiendo metas, sueños y objetivos ajenos, impuestos, extraños a nosotros mismos.

Por otra parte están aquellas personas que tiene su vida llena de sueños, metas y objetivos, que esos sueños, metas y objetivos son propios, están basados en sus ilusiones y en lo que quisieran ser y tener, pero –el gran pero- es que las acciones para conseguirlos son nulas, brillan por su ausencia.

Esto también es un problema ya que a una vida que tiene todo un potencial de logro y conquista se le quita precisamente eso que puede llegar a ser y tener contentándose con las imaginerías de los hechos sin llegar a concretizarlos.

Los sueños, metas y objetivos que podamos tener necesariamente deberán estar llenos de vida, de dinamismo, de acción; vida, dinamismo y acción que sólo nosotros podemos imbuirles a través de la decisión volitiva de salir en busca de ellos.

Tan malo es estar haciendo sin saber el ¿para qué? de ello, como el saber el ¿para qué? pero no imprimir los pasos necesarios para alcanzar lo que deseamos, por ello nunca te conformes ni con una vida sin sueños ni con unos sueños sin vida.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
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jueves, 10 de agosto de 2017

Un líder nunca exige de sus seguidores más de lo que él mismo da, pero si les exige más de lo que ellos pueden dar


La palabra liderazgo es una palabra fascinante, seductora, atrayente. Todos quisieran ser líder pues ello conlleva un reconocimiento social o comunitario, pero, así como el liderazgo implica un reconocimiento, también lleva aparejadas grandes responsabilidades.

Cuando uno habla de liderazgo no debe confundir ese término con la autoridad formal y jerárquica que le da a una persona un puesto organizacional o institucional, el líder goza de un reconocimiento en muchas ocasiones informal otorgado por las personas que lo conocen y que le reconocen su quehacer, pero sobre todo su congruencia. Una vez leí una reflexión entre las diferencias entre un jefe y un líder, entre las muchas que se señalaban venía una que señalaba a que "el jefe empuja al grupo, mientras que el líder va al frente"

Ser líder más que un privilegio es una gran responsabilidad pues implica que el líder tiene influencia sobre las decisiones y acciones de las personas, y por ende, sobre sus vidas.  En ese sentido podemos pensar también en la gran oportunidad que tiene el líder de influir positivamente en la vida de las personas, una de estas reflexiones es el papel que como tal juegan ambos actores.

Una de las principales características valorativas del líder es precisamente su congruencia, una congruencia entre lo que piensa, siente, dice y hace. Es así como el líder siempre da ejemplo de lo que debe hacerse, no está por debajo de las expectativas que él mismo genera sino que demuestra la forma en que pueden conseguirse, es por ello que un líder nunca busca que sus seguidores den lo que el mismo no da. Al contrario, una máxima dice que el líder siempre da más que lo que espera de sus seguidores, ¿y eso por qué? por la simple y sencilla razón de que, como líder, va al frente del grupo en el camino hacia los logros de las metas y objetivos y solo por eso, por ir al frente, siempre debe ir marcando la pauta de las acciones, por lo que va unos pasos delante.

Pero de la misma forma, y para que el grupo avance, el líder debe, como su misma definición lo señala, motivar a sus seguidores a avanzar no solo en la consecución de las metas sino en sus mismos proyectos de vida, es por ello que el líder lo que sí espera y motiva de sus seguidores es que siempre den más de lo que son en un momento dado, de otra forma no habría avance sino estancamiento.

Ahora bien, y esta es la parte interesante, uno puede ser líder, de hecho todos podemos ser líderes, al menos de nuestra propia vida. Y es así que cuando se da ese liderazgo personal, a veces ganado con esfuerzo pero luego reconocido naturalmente, que los demás podrán ver en cada uno de nosotros actitudes y valores que les permitan avanzar en sus proyectos de vida.

Como conclusión de ello podemos decir que el liderazgo no se acota ni se termina en las cuestiones sociales, políticas o empresariales, sino que permea toda nuestra vida haciéndonos ejemplos vivientes del mundo en que deseamos vivir y que con nuestras acciones día a día construimos, en ese sentido recuerda: un líder nunca exige de sus seguidores más de lo que él mismo da, pero si les exige más de lo que ellos pueden dar


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 4 de agosto de 2017

¿Que quieres arreglar el mundo? Excelente... ¿pero qué tal si comienzas por mejorar el pequeño mundo que eres tú mismo?


El ser humano tiene en su misma naturaleza una insatisfacción permanente que lo impele a querer siempre más, y en ese querer más va también aspirar lo mismo a ser que a tener más. La historia humana así como la historia personal de cada quien es una muestra de esto.

El movimiento hippie fue un movimiento contracultural de la década de los 60's iniciado en Estados Unidos, se caracterizaba por rebelarse por el statu quo de la sociedad en la que estaba y a la que denunciaba como falsa e hipócrita, sus intenciones iban destinadas a cambiar el sistema consumista de su época. No lo logró pero sí nos dejó algunas cosas buenas como el respeto por la naturaleza que ha evolucionado a un espíritu ambientalista en la actualidad.

Lo interesante de este movimiento es la coherencia de sus miembros: es cierto que buscaban cambiar al mundo pero primero eran ellos los que cambiaban. Su forma de vestir, de comer, de vivir era cambiada radicalmente y entonces buscaban un cambio en el mundo.

En una ocasión me invitaron a escuchar a un trovador muy famoso cuyas canciones en cierta forma denostaban el capitalismo y el consumismo actual. Terminada la velada les pregunté a mis acompañantes si creían si esa persona usaba aviones, autos, estéreos, vivía en casa con hornos de microondas, televisión y aire acondicionado (a sabiendas que por figura pública todos conocíamos su vida), cuando me contestaron que si les dije "pues ha de andar de incógnito pues lo anticapitalista no se le ve por ningún lado... salvo sus canciones"

¿A qué va todo esto? Es mucho más fácil pretender arreglar el mundo antes siquiera que iniciar con arreglarnos nosotros mismos, ¿y sabes por qué?, porque en realidad no pretendemos arreglar el mundo sino más bien ajustarlo a nuestra forma de pensar. Hay una frase muy sabia que haciendo referencia de esto dice que "es preferible calzarse unos zapatos antes que pretender alfombrar todo el mundo". Es decir, es más fácil que uno cambie a que todo el  mundo sea como uno quiere, ¿es lógico verdad?

Pero no todo está mal en ese sentimiento por cambiar el mundo porque nos dice mucho acerca de nosotros mismos: nuestros miedos, nuestras ilusiones, nuestros deseos, nuestras necesidades, y eso mismo puede ser encauzado para bien.

Por ejemplo, yo creo que todos quisiéramos un mundo sin delitos ¿verdad?, y eso está bien, pero antes de querer que el mundo esté sin delito comencemos a vivir honesta y legalmente. Cuando rechazamos la corrupción, respetamos las leyes, cuando vivimos de acuerdo a esa legalidad, es cuando entonces tenemos "la voz completa" para entonces y solo entonces pretender luchar por lo otro a un nivel mayor.

Cada que algo del mundo te moleste, cada que quieras cambiar la sociedad, cada que quieras que todos sean de otra forma, primero vete a ti mismo para ver si cumples esos estándares que en los demás esperas. ¿Qué quieres arreglar el mundo? Excelente... ¿pero qué tal si comienzas por mejorar el pequeño mundo que eres tú mismo?


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/I92VsW5J0mE


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