La
forma en que uno aborda la cuestión del liderazgo, el emprendedurismo y la
motivación, necesaria y forzosamente pasan por la manera en que uno es capaz de
administrar los tropiezos, caídas y frustraciones que tarde que temprano
experimentaremos en nuestra vida.
Una
de las características básicas del ser
humano, independientemente de su género, nacionalidad, historia, cultura
o creencias es que siempre se encuentra éste en un permanente estado de
insatisfacción. Este estado de insatisfacción no quiere decir que no esté
disfrutando de la vida o que siempre esté amargado sino que de una u otra forma
en su mente y en su corazón siempre está viendo que más puede ser, hacer o
tener.
Esta
inconformidad es parte inherente de nuestra naturaleza y a mí, en lo personal,
me dice mucho sobre el increíble potencial humano que todos tenemos. Déjame te
lo explico. El que uno desee siempre ser, hacer o tener más es una muestra
tangible de que estamos llamados para niveles de excelencia, perfección y
totalidad que difícilmente podemos alcanzar como humanos, y mira que digo
difícilmente aunque creo que la palabra correcta más bien sería imposiblemente.
Si
bien este logro de la excelencia, perfección y totalidad, al menos en su grado
completo, nos es imposible por nuestra propia naturaleza inferior, imperfecta e
incompleta, esto no impide que en nuestra mente y en nuestro corazón esté el
deseo, deseo perennemente insatisfecho, de alcanzar aquello.
Este
deseo nos lleva a ser, hacer y tener cada vez más o por lo menos a intentarlo;
y es en este intento donde debemos saber, entender, comprender y aceptar que en
ocasiones lograremos lo que nos propongamos pero en otras ocasiones no.
Son
esas ocasiones en las que no logramos lo que nos proponemos, lo que llamo tropiezos,
caídas y frustraciones las que, dado necesaria y forzosamente experimentaremos,
debemos desarrollar alguna forma de administrar para que no malogren el resto
de nuestro andar por la vida.
Y
mira que uso intencionalmente el término de “administrar” pues cual si fuera un
proyecto, los tropiezos, caídas y frustraciones también deben hacernos
establecer una estrategia para pasar del punto A (el tropiezo, las caídas o la
frustración) al punto B de continuar avanzando en nuestra vida.
En
la actualidad, a través de la increíble cantidad de información a la que todos
tenemos alcance, podemos encontrar un sinfín de sugerencias, tácticas y
estrategias que nos permitan de una manera práctica enfrentar el fracaso,
entendiendo por fracaso, fracaso temporal, esos tropiezos, caídas y frustraciones.
Lo
que en esta ocasión quiero proponerte es reflexionar sobre la actitud ante el
mismo, más que las sugerencias, tácticas y estrategias que encontrarás para
enfrentar ese fracaso temporal.
¿A
qué me refiero con actitud? A esos sentimientos, a esos pensamientos, que bien
pueden embargarnos cuando experimentamos esos tropiezos, caídas y frustraciones.
Mira que en esto hay una trampa: nuestra insatisfacción surge del deseo
permanente de cada vez más y mejores niveles de excelencia, perfección y totalidad,
pero como esto último es imposible lograrlo en grado total esa insatisfacción
permanece generando en nosotros sentimientos y pensamientos que para nada nos
sirven en nuestro andar. Es así como esa insatisfacción que bien puede ser
usada para avanzar en nuestra vida hacia más y mejores estados de desarrollo
puede también volverse en nuestra contra para intentar (y lograr si se lo
permitimos) sabotear nuestro proyecto de vida.
Visto
de esta forma, ¿cuál es la aportación de este artículo? Simplemente el que te
des cuenta de lo anterior. Así como que quien vela dificulta que un ladrón se
meta a su casa, de igual forma el que tú te des cuenta de que esos sentimientos
y pensamientos negativos que experimentamos ante los tropiezos, caídas y
frustraciones si permitimos nos controlen y nos definan terminarán
deteniéndonos en nuestro andar y socavando la posibilidad de avanzar en nuestro
proyecto de vida.
Los
tropiezos, caídas y frustraciones son algo que tarde que temprano todos
experimentaremos varias veces en nuestra vida, pero los mismos, curiosamente,
nos servirán para desarrollar carácter, entereza y capacidad para avanzar con
mayor decisión en nuestro proyecto de vida, claro siempre y cuando no cedamos
el control de nuestra vida a los sentimientos negativos que surgen cuando
enfrentamos las adversidades, después de todo tú no sostendrías en la mano un
carbón ardiendo, entonces ¿por qué guardar en tu alma sentimientos que te
dañan?
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/FiZWINp7DvU
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