La
cuestión de liderazgo entraña dos vertientes, una tiene que ver con el
liderazgo personal, es decir, la capacidad de automotivarse para alcanzar las
metas, sueños y objetivos que establezcamos, la segunda vertiente tiene que ver
con el liderazgo grupal, lo que llamamos líder, donde quien se se ostente como
tal debe ser capaz de formar liderazgo personal en los integrantes del grupo.
Cuando
hablamos de liderazgo la primera etapa del mismo necesaria y forzosamente
tendrá que ver con el liderazgo que podamos desarrollar en nosotros mismos, es
decir, con formar la capacidad de ir en pos de las metas, sueños y objetivos
que nos fijemos a pesar de los obstáculos, retos y caídas que enfrentemos.
Pero
el liderazgo no termina ahí, sin ser necesario ni forzoso como lo es la primera
etapa comentada anteriormente, existe una segunda etapa donde quien ostenta las
características de liderazgo se convierte en líder, es decir, en alguien quien,
al frente de un grupo, los lleva a lograr lo que se propongan.
En
este segundo caso, en el del líder, hay dos expresiones del mismo. Una es la
del líder que motiva, dirige, lleva, fortalece al grupo para que con su guía
lleguen a dónde desean llegar; la otra expresión es aquella donde ese líder, no
conforme con ser una guía para el grupo, busca desarrollar en cada uno de sus
integrantes la capacidad, la habilidad y el carácter del liderazgo personal.
Esta
segunda expresión del liderazgo es más retadora que la primera, entraña mayores
riesgos y esfuerzos pues el líder no solo está trabajando con metas, sueños y
objetivos grupales sino con metas, sueños y objetivos personales y más que eso
con un proceso de transformación personal de cada integrante para llevarlo de
lo que es a lo que puede ser cuyo fin último es que deje de necesitar al líder
como tal al tener cada integrante las capacidades, habilidades y el carácter
del liderazgo personal.
Obvio
que no todos estamos llamados a ser líderes, tampoco siendo líderes estamos
llamados a formar líderes, lo que sí estamos llamados todos es a tener al menos
ese liderazgo personal que nos permita ir de manera autosustentada en pos de
nuestros sueños, metas y objetivos, pero en el caso de que alguien esté en la
posición de líder y que no solo quiera dirigir al grupo sino formar el
liderazgo en sus integrantes, una buena forma de medir eso es ver en cada uno
de los miembros del grupo esa motivación personal para luchar en pos de lo que
se quiere y desea.
Así
como un buen maestro sabe que su tarea se ha cumplido cuando el alumno deja de
necesitarlo, un buen líder que está formando líderes sabe que su labor se ha
cumplido cuando sus seguidores dejan de serlo, cuando ya no lo necesitan más y
cuando son capaces de ir por sí mismos tras lo que se han planteado.
La
cuestión del liderazgo grupal enfrenta su máxima expresión cuando quien está
frente a un grupo se plantea el objetivo de formar liderazgo en cada uno de sus
integrantes sabiendo que llegará el momento cuando, habiendo logrado esto, cada
seguidor dejará de serlo para alzar el vuelo y volar con sus propias alas,
después de todo un buen líder no solo te muestra el camino sino que incendia tu
corazón para que ilumine tu andar.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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