Cuando hablamos de sueños, esfuerzos y logro de metas hay dos ideas que deben quedar claras: una es obvia y se refiere a la meta en sí, a lo que queremos lograr; la otra idea más sutil es la que se refiere a mostros y los cambios que
experimentamos en nuestro andar, cambios
que son más permanentes que la misma meta.
Nuestro andar por la vida está lleno de
luchas y esfuerzos, luchas y esfuerzos que en ocasiones dan como resultado
éxitos y en otras ocasiones fracasos; quienes tienen solo la vista puesta en la
meta que desean pueden llegar a frustrarse si no entiende que en este juego,
independientemente de los logros y fracasos, hay cambios sutiles en nuestra
persona que pueden hacernos verdaderos triunfadores independientemente del
resultado de la lucha.
En una ocasión en un taller les pedí a los
asistentes que enlistaran tres grandes fracasos que hubiesen tenido en los
últimos cinco años. Una vez que hicieron esa pequeña lista, lo siguiente es que
en cada fracaso pusieran lo que a su juicio habían sacado de valor: alguna
enseñanza, algún cambio en su carácter, alguna perspectiva de vida. No hubo uno
solo de los participantes que no pudiera poner algo positivo relacionado con su
persona que tuviera que ver con ese fracaso que había de inicio señalado.
Tú mismo puedes hacer ese ejercicio
anteriormente señalado y darte cuenta de lo mismo: los logros y fracasos son
una cosa, nuestra persona es otra y ésta siempre sale beneficiada de lo
primero. Si puedes darte cuenta de esto en cada paso que des en tu vida no solo
aligerarás la carga de la misma, pues tu estado de ánimo ya no dependerá al
100% del logro favorable de lo que intentes, sino que te permitirá ser testigo
y copartícipe de lo que te va sucediendo en tu andar.
En este punto del argumento quiero hacer
una pausa ya que si siempre ganas a nivel personal, independientemente del
resultado exterior, podrías estar tentado entonces a no hacer gran esfuerzo,
total, en algunos casos lo primero puede compensar a lo segundo, y tal vez
tengas razón, no voy a discutir eso, lo que sí quiero hacerte ver que en este
caso te vuelves víctima de las circunstancias al actuar de manera pasiva,
cuando emprendes, luchas, te esfuerzas, tu participación en los cambios que
como personas te van sucediendo se dan de una manera proactiva y dinámica donde
tú imprimes tu sello personal.
Piensa esto de otra forma: imagina una
casa, la casa te la pueden regalar o bien la puedes construir, en ambos casos
al final tendrás un hogar, pero créeme que en el segundo te sentirás
inmensamente más satisfecho por el esfuerzo que imprimiste en la meta.
Por último, y relativo a lo anterior, date
cuenta que constantemente estamos sujetos a diversas fuerzas externas que
ayudan o entorpecen nuestro caminar, si dejas de luchar ellas dictan lo que
conseguirás externamente y en lo que te convertirás internamente, si luchas
constantemente eres tu el que tiene la directriz de tu vida, aunque triunfes o
fracases de manera externa.
Ya en otras ocasiones he señalado que
contrariamente a lo que creemos, la vida no es algo que se nos da al nacer sino
algo que debemos ganarnos día a día con el fragor de la batalla cotidiana, así
que no olvides que tú decides: O conquistas al mundo o el mundo te conquista a
ti.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/wferfBNWX-s
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