jueves, 26 de junio de 2025

Detener tu andar no mantiene la distancia entre tú y tus sueños sino que la incrementa


 En muchas ocasiones usamos la imagen del andar o el caminar para referirnos a nuestro paso por esta vida, pero contrariamente al andar o caminar real, si nos detenemos en la vida no solo no avanzamos, sino que curiosamente retrocedemos.

 

En otras ocasiones he comentado la necesidad de detener nuestro andar por la vida cuando nos sentimos cansados con la finalidad de retomarlo una vez recuperadas nuestras fuerzas, esta sugerencia reconoce el hecho de que como personas nos cansamos y que lo más saludable física, emocional, intelectual e incluso espiritualmente hablando es recuperarnos para retomar nuestro paso.

 

Eso, que es algo eminentemente práctico, no implica el detenernos definitivamente en nuestro camino a nuestras metas, sueños y objetivos; tampoco implica el diferir el seguir nuestro andar aún y cuando nuestras fuerzas se hayan recuperado solo por desidia o comodidad; implica recobrar las energías para seguir luchando por ellos.

 

Cuando hablo de esto me gusta hacer una comparación entre lo que es la vida física y lo que es nuestra vida personal, una comparación que muestra cuán diferente es una cosa de la otra. Identifica dos puntos A y B distantes entre sí geográficamente, imagina ahora que partes del A al B y que avanzas lo que quieras pero en un punto intermedio te detienes; suponiendo que sabes la distancia que te separa desde donde te detuviste y hasta el punto B, imagina te mantienes ahí por el tiempo, el que quieras, te pregunto ¿si pasa un día la distancia será mayor? ¿y qué tal si pasa un mes, un año o diez años? Obvio que la distancia entre dos puntos en el mundo físico no se incrementa por el tiempo que transcurra.

 

Ahora veamos otro ejemplo. Supón que quieres mejorar tu nivel de dominio de un idioma y comienzas a estudiarlo con mucho ímpetu, pero a los años, ya que has alcanzado cierto nivel dejas el estudio y la práctica, ¿qué pasaría con tu conocimiento del idioma si pasan uno, dos, tres, cinco o diez años? Es lógico suponer que perderías mucho de lo aprendido, pero en caso extremo ¿pudieras llegar al mismo punto en que comenzaste o a un punto inferior a este?

 

Yo sostengo que podrías llegar a un punto inferior, ¿cómo es esto? Sencillo: el idioma sigue avanzando, hay nuevos modismos que se incorporan como parte de la cultura por lo que al paso del tiempo no solo habrás perdido lo logrado sino que

será más lo que desconozcas.

 

Eso mismo podemos decir de otros aspectos de la vida tanto en su forma profesional, social, cultural, política, religiosa y demás: todo sigue avanzando, la sociedad y la vida misma se mueven, así que en el caso de la vida, a diferencia que en el mundo físico, el detenerte incrementa la brecha entre tu persona y lo que deseas.

 

¿Nunca lo habías pensado así? Yo conozco mucha gente que cree que puede dejar lo que quiere y que de la misma forma cuando quiera puede retomar su lucha por ello como si las cosas se quedaran estáticas en los puntos donde las dejó, esperando solo a que sean retomadas para continuar de la misma forma que antes.

 

La vida no es una película que uno puede detener y que puede retomar donde se quedó en el momento que uno lo desee. El creer eso hace que en muchas ocasiones nos encontremos personas que se quejan de que la vida “se les fue” sin saber cómo y, lo que es peor aún, sin lograr (o al menos intentar lograr) lo que querían.

 

No creas que el dejar de trabajar por lo que queremos dejará las cosas estáticas para cuando quieras retomar la lucha, como dice una frase “el martes no le pide permiso al lunes para llegar”, más bien ten en mente que detener tu andar no mantiene la distancia entre tú y tus sueños sino que la incrementa.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/afqrcNAwmw4

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q

 

 


miércoles, 18 de junio de 2025

¿Qué no te gusta el plato que la vida te sirvió? ¡Pues levántate y prepárate otro!


 

La inconformidad permanente que como seres humanos experimentamos nos sirve para buscar día con día mejorar nuestra situación, la de los demás, y mejorarnos como personas, pero de la misma forma puede servirnos de pretexto para la desidia, la desmotivación y para querer cargar en los demás la responsabilidad de nuestra vida.

 

Cuando uno lanza al viento sus palabras nunca sabe qué es lo que éstas traerán de vuelta, lo que sí es que siempre esto nos sorprenderá. En una ocasión con motivo de un artículo que sobre liderazgo y emprendedurismo publiqué un lector se tomó el tiempo para escribirme un comentario donde, a su ver, justificaba el por qué él no había podido hacer gran cosa de su vida, achacando a lo que le había tocado vivir la causa de eso y señalando que el artículo, si bien era motivador, era difícil de aplicar.

 

He aprendido que la experiencia personal de cada quien es sumamente valiosa y que merece respeto aún y cuando su visión no coincida del todo con la nuestra, en este caso actué de igual forma y más que convencer en la razón personal sobre mi artículo, le di la razón a quién me escribía en el sentido de lo difícil que le había resultado su vida, pero al final le lancé la pregunta que regresaba la responsabilidad de su vida en sus manos “¿qué estás haciendo para cambiar todo eso?”

 

Esa misma pregunta me la hago a mí mismo, y en esta ocasión te la hago a ti, cuando las circunstancias que nos han tocado vivir no son del todo de nuestro  grado, o peor aún, para nada favorables con nuestro ideal de proyecto de vida: “¿qué estás haciendo para cambiar todo eso?”

 

Las cosas que nos pasan en muchas ocasiones no son controlables en el sentido que no dependen de nosotros. Uno es parte de un sistema infinito de variables donde no puede siquiera el creer que pueda controlarlo como para responsabilizarnos de nuestro entorno y lo que nos pasa, pero lo que sí podemos responsabilizarnos es de lo que depende de nosotros, y esas son nuestras acciones, nuestras emociones, nuestros pensamientos.

 

A pesar de lo anterior, hay personas que al parecer razonan ese mismo cuadro de otra forma: se molestan por las cosas que les pasan como si de ellas dependiera lo que les sucede y le achacan a los demás, sean eventos o personas, la responsabilidad sobre los actos que ellos deberían desempeñar. Todo esto es una sinrazón.

 

Los demás no son responsables de lo que hacemos o no hacemos, de la misma forma nosotros no somos responsables de lo que nos pasa y que excede nuestras capacidades para incidir en dichas eventualidades. Entender esto nos permite retomar la responsabilidad sobre nuestra vida no buscando ni victimas (nosotros) ni victimarios (los demás, sean eventos o personas) de lo que llamamos nuestro proyecto de vida.

 

Independientemente de todo esto hay ocasiones en que aunque hagamos y deshagamos no podemos cambiar ciertas cosas que nos pasan, pero el solo hecho de no quedarnos tirados a la orilla del camino de nuestra vida nos habilita para encontrar otros caminos por los cuales transitar.

 

Siempre que te encuentres quejándote de lo que te ha pasado en la vida recuerda que nuestra responsabilidad está en lo que podamos hacer no tanto con lo que hemos recibido sino incluso a pesar de lo que nos ha faltado, así que recuerda ¿qué no te gusta el plato que la vida te sirvió? ¡Pues levántate y prepárate otro!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/hQjiyAS8xmg

 

 

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jueves, 12 de junio de 2025

Si quieres algo encontraras el camino para alcanzarlo y si no lo hay ¡tú mismo lo trazaras!


 La conquista de una meta no solo implica el saber qué es lo que se quiere lograr sino también cómo es que se va a lograr, de la claridad que exista en ambos dependerá la eficiencia de los esfuerzos que hagamos, lo cual no quiere decir que todo esté ya hecho, pero sí que podemos hacer lo que haga falta.

 

En ocasiones sucede algo curioso: la mayoría de nosotros tenemos cierta claridad en lo que queremos lograr, pero de manera inversa la forma o el cómo para lograr eso carece de definición. El objetivo, la meta, es algo que tiene características definidas pues responde a un deseo personal, pero el camino para llegar a él es lo que no siempre está claro pues no depende en su totalidad de uno y, peor aún, las condiciones que lo rigen pueden ir cambiando.

 

Lo anterior implica que el no tener un camino claro para avanzar por él hacia la meta trazada nos obligará de manera doble no solo a luchar por dicha meta sino a trabajar por estar construyendo el camino que necesitamos para cumplir lo que deseamos.

 

Seamos claros: en muchas ocasiones no están las formas para lograr nuestros deseos como si alguien ya las hubiera construido solo para que llegáramos nosotros e hiciéramos uso de ellas, en muchas ocasiones hay ciertos indicios de lo que hay que hacer, pero en muchas más ocasiones uno mismo va haciendo el camino necesario para avanzar.

 

Te propongo un ejercicio que realizo en mis talleres de liderazgo dinámico: escribe en un papel una meta que desees lograr, puede ser una meta personal, profesional, económica, intelectual, emocional e incluso espiritual. Pon debajo de esa meta aquellas cosas que sabes necesitas hacer para alcanzar tu objetivo, mientras más claro seas en estas actividades mejor y por claridad me refiero a que mientras más preciso seas en los cuándos, cómo y dónde, mejor. A continuación, debajo de todo eso pon aquellas cosas que sabes necesitas para lograr la meta pero que no sabes cómo lograrlas. Por último, de estas últimas cosas que apuntaste, escribe qué se te ocurre deberías empezar a hacer para ver si con eso te va dando guía o luz de lo que debes hacer para lograr esto de lo que no tienes idea.

 

En todas las ocasiones en que he efectuado este ejercicio no hay una sola cosa que se necesite hacer y de la cual inicialmente no se tenga idea de cómo entrarle, a la que finalmente no pueda señalársele alguna actividad que nos permita al menos dar el primer paso para comenzar a hacer ese camino.

 

Una vez que haces este ejercicio, mejor aún: una vez que das ese primer paso (aunque no estés del todo seguro que sea el indicado para alcanzar esas cosas que sabes requieres para lograr tu meta, pero no sabes cómo entrarles), comenzarás a darte cuenta cómo es que el camino comienza a abrirse paso ante tu andar.

 

El problema no es no saber en muchas ocasiones qué debe hacerse a ciencia cierta sino más bien el no dar siquiera un primer paso que nos permita ir identificando lo que puede hacerse al mismo tiempo que se camina hacia nuestro objetivo.

 

Muchas de nuestras metas no tendrán de manera implícita un camino claro y sencillo para alcanzarlas, pero eso solo quiere decir que nos corresponde a nosotros trazarlo, después de todo si quieres algo encontraras el camino para alcanzarlo y si no lo hay ¡tú mismo lo trazaras!

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/FLpHxrz_AuI  

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q

 

 


jueves, 5 de junio de 2025

Tú decides: O conquistas al mundo o el mundo te conquista a ti


 Cuando hablamos de sueños, esfuerzos y logro de metas hay dos ideas que deben quedar claras: una es obvia y se refiere a la meta en sí, a lo que queremos lograr; la otra idea más sutil es la que se refiere a mostros y los cambios que

experimentamos en nuestro andar, cambios que son más permanentes que la misma meta.

 

Nuestro andar por la vida está lleno de luchas y esfuerzos, luchas y esfuerzos que en ocasiones dan como resultado éxitos y en otras ocasiones fracasos; quienes tienen solo la vista puesta en la meta que desean pueden llegar a frustrarse si no entiende que en este juego, independientemente de los logros y fracasos, hay cambios sutiles en nuestra persona que pueden hacernos verdaderos triunfadores independientemente del resultado de la lucha.

 

En una ocasión en un taller les pedí a los asistentes que enlistaran tres grandes fracasos que hubiesen tenido en los últimos cinco años. Una vez que hicieron esa pequeña lista, lo siguiente es que en cada fracaso pusieran lo que a su juicio habían sacado de valor: alguna enseñanza, algún cambio en su carácter, alguna perspectiva de vida. No hubo uno solo de los participantes que no pudiera poner algo positivo relacionado con su persona que tuviera que ver con ese fracaso que había de inicio señalado.

 

Tú mismo puedes hacer ese ejercicio anteriormente señalado y darte cuenta de lo mismo: los logros y fracasos son una cosa, nuestra persona es otra y ésta siempre sale beneficiada de lo primero. Si puedes darte cuenta de esto en cada paso que des en tu vida no solo aligerarás la carga de la misma, pues tu estado de ánimo ya no dependerá al 100% del logro favorable de lo que intentes, sino que te permitirá ser testigo y copartícipe de lo que te va sucediendo en tu andar.

 

En este punto del argumento quiero hacer una pausa ya que si siempre ganas a nivel personal, independientemente del resultado exterior, podrías estar tentado entonces a no hacer gran esfuerzo, total, en algunos casos lo primero puede compensar a lo segundo, y tal vez tengas razón, no voy a discutir eso, lo que sí quiero hacerte ver que en este caso te vuelves víctima de las circunstancias al actuar de manera pasiva, cuando emprendes, luchas, te esfuerzas, tu participación en los cambios que como personas te van sucediendo se dan de una manera proactiva y dinámica donde tú imprimes tu sello personal.

 

Piensa esto de otra forma: imagina una casa, la casa te la pueden regalar o bien la puedes construir, en ambos casos al final tendrás un hogar, pero créeme que en el segundo te sentirás inmensamente más satisfecho por el esfuerzo que imprimiste en la meta.

 

Por último, y relativo a lo anterior, date cuenta que constantemente estamos sujetos a diversas fuerzas externas que ayudan o entorpecen nuestro caminar, si dejas de luchar ellas dictan lo que conseguirás externamente y en lo que te convertirás internamente, si luchas constantemente eres tu el que tiene la directriz de tu vida, aunque triunfes o fracases de manera externa.

 

Ya en otras ocasiones he señalado que contrariamente a lo que creemos, la vida no es algo que se nos da al nacer sino algo que debemos ganarnos día a día con el fragor de la batalla cotidiana, así que no olvides que tú decides: O conquistas al mundo o el mundo te conquista a ti.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/wferfBNWX-s

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q