jueves, 29 de mayo de 2025

No todo es incierto en la vida: no intentar algo te da 100% de garantía de no lograrlo


 Una característica de la vida es precisamente la incertidumbre de la misma, nunca sabemos que es lo que va a pasar; una característica de nosotros como personas es que siempre buscamos certidumbre, seguridad, en lo que hacemos y buscamos; si somos capaces de avanzar a pesar de esa incertidumbre y a pesar de nuestro deseo de certezas, habremos desarrollado un carácter a prueba de todo.

 

En una ocasión estaba platicando con un compañero, ya hace rato, sobre un proyecto que traía, en realidad no implicaba mucha inversión de dinero, sino tal vez de tiempo y esfuerzo, aún así mi amigo dudaba de intentarlo. En la charla con él comentó lo que era evidente, y que de hecho es evidente para toda la vida: la probabilidad de no tener el éxito que esperaba. Le comenté que en efecto, cabía esa posibilidad y jugando con los números le pregunté que si que probabilidad le daba al evento de resultar exitoso, después de pensar un rato le asignó apenas un 20% de probabilidad, ante esto le dije “¿sabes una cosa? El no intentarlo cambia esa probabilidad a cero y el no lograrlo se vuelve una certeza”.

 

Es algo natural en nosotros ese temor a la incertidumbre y, en muchos casos, ese temor al fracaso, pero pensemos una cosa: si solo intentáramos aquello en lo que tenemos certeza de éxito prácticamente nunca haríamos nada. Pero también piensa que prácticamente todo lo que hacemos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos (e incluso el inter de nuestro dormir) es incierto, nunca sabemos que es lo que va a pasar. Aceptémoslo: la vida es incierta y tenemos que aprender a vivir así, pensar de otro modo es un ejercicio banal e improductivo.

 

Ahora bien, no estoy diciendo que todo debe intentarse sin ton ni son, sin evaluar ni recursos, capacidades o riesgos. Nada más alejado de la realidad. Es importante, incluso necesario, el utilizar nuestra capacidad de razonamiento, de análisis, de síntesis y de inferencia, para planear lo que queremos hacer. Lo que estoy diciendo es que en esa fórmula que sustenta nuestra toma de decisiones la variable “miedo a la incertidumbre” debe ser excluida. No debe ser el miedo el que tenga el peso decisivo en las decisiones que tomemos, menos el miedo a lo que pudiera pasar, sino más bien el peso debe estar en nuestro carácter, nuestra voluntad y en la pasión que nos mueva a realizar las cosas.

 

Te propongo dos ejercicios. El primero es que pienses en una de las cosas que consideres importante que hiciste el día de hoy, la que quieras. Pregúntate del para qué hiciste eso. Ahora pregúntate si estabas realmente seguro, con una certeza del 100% que ibas a lograr eso. No es así ¿verdad? Y sin embargo lo hiciste. El segundo ejercicio es parecido: piensa en uno de los mayores logros que hayas tenido en tu vida hasta la fecha, ¿estabas seguro con una certeza del 100% que lograrías eso cuando estabas en pos de ello? Tampoco, ¿verdad?, pero gracias a tus acciones a pesar de la incertidumbre lo lograste. Por último, el cierre de los dos ejercicios tiene que ver con contestar la pregunta: si no hubieras hecho absolutamente nada en los dos casos, ¿qué probabilidad habrías tenido de logarlo?

 

Hay quienes buscan vivir sin esa incertidumbre normal de nuestra existencia y por ello rehúyen todo lo que implique riesgos cuando lo único que logran es cancelar la posibilidad de lograr sus sueños después de todo hay que entender que no todo es incierto en la vida: no intentar algo te da 100% de garantía de no lograrlo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/n9kEOOpGfjI

 

 

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miércoles, 21 de mayo de 2025

En la vida, correr volteando hacia atrás solo te hará ganar un tropezón


 El ser humano es una serie de hechos y potencialidades, los hechos se refieren a nuestra historia, las potencialidades a nuestro futuro, en tanto sepamos diferenciar ambos y no permitamos que uno interfiera con el otro, estaremos en plenitud de facultades para desarrollar todo nuestro potencial.

 

Una pregunta: ¿conoces a alguien que siempre esté recordando algo de su pasado con odio, tristeza o pesadumbre?, otra pregunta: cuándo esa persona hace eso, ¿la ves en plenitud de sus potencialidades o menoscabada en ellas? Es un hecho demostrado que las personas estamos hechas de energía, energía que cotidianamente debe renovarse vía la alimentación o el descanso. De la misma forma es un hecho demostrado que cualquier actividad que realicemos, sea esta física, mental o emocional, requiere un aporte de energía, energía que se desgasta independientemente de si la actividad es noble o no lo es.

 

Piensa en la energía que tienes como un tesoro que posees, ¿en qué lo gastarías? Hay quienes lo gastan (e incluso justifican el gastarlo así) en cuestiones negativas como odios o amarguras, hay otras personas que se regodean en recuerdos que les hacen mal sin percatarse que están usando su reserva de energía en alimentar ese aspecto negativo de ellos mismos.

 

Te pregunto: ¿puedes cambiar el pasado? Sé tú respuesta, pero ¿cuánta gente conoces que se la pasa recordando el pasado, haciéndolo más bien un presente, cuando incluso ese pasado por su propia negatividad le resta, le quita, no le aporta sino que la disminuye.

 

Sé que ya habrás escuchado eso de olvidar, de dejar ir, en esta ocasión no quiero argumentar a favor de ese olvidar, ¿sabes por qué? Porque simple y sencillamente no podemos olvidar, pero lo que si podemos es ver las cosas en perspectiva y usar incluso ese pasado para impulsarnos hacia un mejor futuro.

Pero no vayamos tan lejos, seguro estoy que conoces gente que le ha pasado en su vida cosas realmente dramáticas y que aún así pudieron salir adelante. Eso demuestra que incluso los peores errores que hayamos cometido o las peores injurias o daños que los demás nos hayan ocasionado, no son factores que nos definan como personas ni mucho menos que definan nuestro futuro.

 

Pero bueno, no podemos controlarnos siempre. Habrá momentos en que esos recuerdos negativos que nos restan energía (y nos quitan tiempo), afloren en nuestra mente, ¿qué hacer en ese momento? Lo primero es darte cuenta de ello, a lo mejor pasan minutos u horas hasta que caigas en la cuenta de cómo tu mente está detenida en un momento del pasado quejándose, justificándose o autocomplaciéndose, no importa el tiempo que haya pasado, el darte cuenta de eso es el primer paso; el segundo es no juzgarte, no condenarte por estar destinando tiempo y energía en recuerdos banales que en nada te aportan, todos somos personas y es una tendencia natural esa; lo tercero es que analices y te respondas si ese recuerdo, si ese sentimiento, te hace más o te hace menos, si te aporta o te resta, si te da energía o si te la quita.

 

Esos tres pasos, por su misma sencillez, son fáciles de hacer y asombrosos en sus resultados. Te permiten tener perspectiva y darte cuenta que el pasado no es para detenernos en él sino para impulsarnos hacia nuevos y mejores estadios de desarrollo.

 

La historia que hemos vivido es como un camino que hemos recorrido, no es deteniéndonos para ver lo andado como es que avanzaremos sino continuando con nuestros pasos, así que recuerda en la vida, correr volteando hacia atrás solo te hará ganar un tropezón.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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jueves, 15 de mayo de 2025

Triunfar, pero perder la esencia de uno es pagar un precio muy alto por el éxito


 

Cuando se menciona la palabra éxito, generalmente se le asocia con el logro de una meta, meta que puede ser personal, profesional, social, etcétera así como material, económica, intelectual, etcétera; pero en esa perspectiva no debemos perder la visión que el origen y destino de todos nuestros esfuerzos somos nosotros mismos por lo que conseguir la meta no debe pasar por perder nuestra esencia.

 

Siempre he dicho que la vida nunca deja de sorprendernos… ni de enseñarnos. Cuando nacemos somos como un lienzo en blanco donde se irán plasmando todas nuestras experiencias, tanto nuestros aciertos como nuestros errores, pero ese lienzo blanco que de inicio no está supeditado más que a vivir conforme crecemos comienzan a definirse ciertas metas a las cuales supeditamos nuestro esfuerzo.

 

Todos conocemos el caso de gente que pudiéramos señalar como de éxito: cantantes, actores, magnates, de los cuales luego nos consterna las noticias de los escándalos de drogas o alcohol en los que se ven envueltos por no decir otros desenlaces aún más impactantes. Cuando uno descuida su parte interna, ese esfuerzo por el logro y la conquista, aún cuando las metas sean logradas, se transforma en un vacío que avasalla y termina por doblegarnos.

 

Todos tenemos gustos, deseos y necesidades que se transforman en los objetivos que queremos lograr, de la misma forma esas metas que nos ponemos requerirán  ue le dediquemos tiempo y esfuerzo, por decir lo menos, tiempo y esfuerzo que será la moneda con la que paguemos por lo que deseamos obtener. Solo que en ambos casos lo que está detrás de ese tiempo y ese esfuerzo no es otra cosa más que la vida misma. Así es: nuestra vida. ¿Qué precio le podrías a eso?

 

Esa pregunta tiene la intención de hacerte reflexionar sobre las metas y objetivos que persigues, dado que tu vida es algo a lo que no puede ponérsele precio es obvio suponer que las metas y objetivos que nos pongamos deben ser lo más trascendentes posibles, de otra forma haremos un mal negocio y no solo eso sino que nos sentiremos vacíos al final.

 

Esa sensación de vacío se da precisamente por que nos vaciamos en nuestro andar hacia lo que queríamos lograr. Tal como se expresa en el párrafo anterior: dimos nuestra vida a la que no puede ponérsele precio por algo que tal vez es de valor ínfimo si comparamos con la vida por lo que al final nos quedamos con menos (si no es que con nada) de cómo comenzamos.

 

¿Cómo puede uno siquiera intuir si va por buen camino? Un indicador es la forma en que te sientes. De la misma manera que cuando uno come algo en mal estado, si en tu vida vas avanzando por el camino incorrecto tendrás esa sensación de que algo no está bien. Por el contrario, si en cada paso sientes un gozo, o al menos el balance entre las sensaciones buenas y las malas es positivo, puedes confiar que vas por buen camino.

 

Pero no somos solo seres de instinto, sino también de razón, así que otra forma que complementa lo anterior es pensar sobre lo que hacemos, por qué lo hacemos y para qué lo hacemos. Saber, entender y comprender el sentido que tiene nuestra vida y el sentido que queremos darle.

 

Esas dos maneras, el instinto (la sensación relativa a nuestro andar por la vida) y la razón (el sentido racional que le damos a nuestra existencia), son dos maneras  n la que podemos ir tomando la temperatura de nuestra vida para garantizar una vida no solo plena sino trascendente, después de todo recuerda que triunfar pero perder la esencia de uno es pagar un precio muy alto por el éxito.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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jueves, 8 de mayo de 2025

Recuerda: El esfuerzo es momentáneo, el triunfo es para siempre


 

Todo en esta vida requiere esfuerzo, de la misma forma todo esfuerzo por su misma naturaleza es desgastante; puede llegar incluso ese momento de quiebre donde nuestra decisión sea lo único que haga la diferencia entre lograr nuestra meta o desistir de ello.

 

Imagínate que hubiera sido de la historia si Edmund Hillary hubiera desistido de conquistar el Everest, o Roald Amundsen en llegar al Polo Sur, o Neil Armstrong en poner su pie en la luna, necesariamente la historia hubiera sido diferente, otros se hubieran colgado esos logros, pero no ellos.

 

Así como estos ejemplos, todos los grandes logros de la humanidad, tanto en su forma individual como colectiva, han implicado esfuerzo, esfuerzo que es proporcional en cuanto magnitud al de la meta que se desea alcanzar; de la misma forma, esfuerzo que por su naturaleza puede llegar a desgastar a cualquiera en el camino hacia la meta.

 

Este desgaste no solo es físico o emocional sino también puede ser intelectual e incluso espiritual. Desgastarse implica que la energía motivadora llega a niveles mínimos poniendo en riesgo nuestra lucha por conquistar la meta.

 

En otras ocasiones he señalado que en estos momentos de desgaste, igual que cuando uno toma una siesta reparadora, es válido, y no solo válido sino incluso necesario, el tomarse un breve respiro para recuperar nuestras energías sin pretender con ello el desistir de conquistar nuestra meta. Aún así, el riesgo tanto del desgaste como del descanso, es que en el primero no encontremos fuerzas  para continuar nuestro andar mientras que en el segundo por comodidad no queramos reiniciar la lucha.

 

Ese momento llegará. A todos nos llega en alguna ocasión. Y la diferencia entre desistir y continuar forma parte del milagro de ser humano: nuestra voluntad. Cuando tenemos una reserva de motivación para avanzar podemos continuar nuestro andar ya que esa reserva funciona como el combustible en un vehículo, pero cuando esa reserva ha desaparecido, lo único que queda es continuar el camino solo porque así lo deseamos, es decir, por que ejercemos nuestra voluntad para ello.

 

Volvamos a los ejemplos anteriores, o incluso trae a tu mente cualquier ejemplo de logro que quieras; date cuenta de cómo es que todos los logros permanecen en el tiempo, incluso cuando las personas que los obtuvieron ya se han ido. De la misma forma reflexiona como es que el esfuerzo que ellas imprimieron en conseguir esa meta ya ceso, no sigue existiendo en la actualidad. Ahora compara ambas situaciones: esfuerzo-logro.

 

Si hiciéramos una analogía pensaríamos en ese binomio esfuerzo-logro como el de una moneda y un producto; el esfuerzo es la moneda y el logro es el producto, pero si vemos que el esfuerzo es de un instante y que el logro es para siempre, podemos imaginar ese producto que es el logro como algo que excede con mucho el valor de la moneda que es el esfuerzo. Luego entonces si desistimos de conseguir nuestra meta por que el esfuerzo nos parece demasiado pesado, pensemos que estaríamos pagando un costo demasiado alto ya que el producto valiosísimo que es el logro lo estaríamos cambiando por la moneda de mucho menor valor que es nuestro esfuerzo.

 

En esos momentos de cansancio piensa que no hay esfuerzo que dure para siempre, pero que la meta que conquistes te pertenecerá para toda la vida; así que recuerda: El esfuerzo es momentáneo, el triunfo es para siempre.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/oC71HckbqHU

 

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