jueves, 27 de febrero de 2025

Ante lo corto de la vida tienes dos posibilidades: aprovecharla o desperdiciarla, tú decides


 Hay un dicho que señala que nadie experimenta en cabeza ajena, pero este dicho, aunque verdadero, no es una sentencia fatal que no pueda revertirse; si logramos esto, un gran logro será escuchar, entender y experimentar lo que dicen nuestros mayores cuando señalan que la vida se va como un suspiro por lo que depende de nosotros aprovecharla.

 

No sé si les ha pasado (a mí sí), encontrarse con personas que prácticamente desean que sea uno quien las cargue por su vida, no solo esperan que uno les diga el hacia donde, por qué y para qué, sino incluso que esperan de uno que casi las haga avanzar a empujones.

 

Si te han tocado ejemplos como los anteriores sabrás que, independientemente de los altruistas y buenos deseos que inicialmente lo muevan a uno a tratar de ayudar a esas personas, lo único que logra es una dependencia de ellos y un detenerse de uno.

 

No estoy criticando esa loable actitud que nos permite en ocasiones ser factor de cambio, de éxito, de dinamismo en la vida de otras personas, estoy señalando lo negativo de pretender ser uno quien dé los pasos en el camino de la vida que requieren ser dados por otro.

 

Si nos fijamos, hasta aquí ya hemos tocado dos personajes: el que desea uno le haga prácticamente todo y aquel que aprovecha el empujoncito que uno pudiera darle para emprender el vuelo. Ambos son ejemplos de la actitud que podemos tomar ante la vida de aprovecharla o desperdiciarla, de la misma forma ambas actitudes dependen de nosotros, no de los demás.

 

Relativo a este último punto, me ha tocado en ocasiones escuchar gente que se queja de cómo le ha ido en su vida señalando las personas, factores o instancias que dieron al traste con su proyecto o tal o cual meta u objetivo trazado. Cuando tengo la confianza para, le digo a esa persona “muy bien, ya me explicaste y entendí todas aquellas cosas que en su momento estuvieron en tu contra para tal o cual proyecto, ahora dime, ¿ante tales circunstancias de qué manera tú redoblaste tus esfuerzos para salir avante de ellas?"

 

Obvio que si se quejan es porque no salieron avante, pero la pregunta va más bien en el sentido de señalarle la responsabilidad inherente que tiene –y todos tenemos- de actuar o no ante cualquier reto que la vida nos presente, siendo esto la diferencia entre el lograr o no.

 

Entiendo, comprendo y lo he experimentado: no todo es cuestión de querer, poder y hacer, a veces en efecto las circunstancias nos sobrepasan, pero la única forma de decir que de nuestra parte no quedó nada por hacer es precisamente demostrando que se hizo todo lo que estaba a nuestro alcance, todo e incluso más, de otra forma solo es una argumentación para justificar nuestro estado y buscar así deslindar la responsabilidad personal de nuestras acciones o inacciones.

 

Cuando me toca estar en algún evento relacionado con cuestiones de liderazgo o emprendedurismo, me gusta preguntar lo siguiente: si no somos eternos, ¿por qué comportarnos como si lo fuéramos? Detente un momento, mira tu vida que tan aprisa ha transcurrido. Los mayores señalan que la vida es un suspiro, solo que nos damos cuenta de ello ya que se ha ido. Pero si eres capaz ahorita de ver eso, bien puedes usar esa reflexión para la siguiente vez que tengas una decisión de importancia en tu vida.

 

Me gusta pensar en la vida como un breve interludio consciente que se nos ha permitido experimentar, tal vez más que breve, brevísimo. En ese contexto lo que hagamos o dejemos de hacer dependerá de nuestro deseo y actitud por aprovechar el momento, así que recuerda: ante lo corto de la vida tienes dos posibilidades: aprovecharla o desperdiciarla, tú decides

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/Vd4sMXIRAZU

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q

 

 


jueves, 20 de febrero de 2025

Si no has encontrado lo que buscabas, la respuesta no es dejar de buscar sino buscar en otro lado


 No hay duda que nuestra vida es un constante buscar: buscar nuestras metas, buscar nuestro camino, buscar nuestro destino. Las constantes preguntas que nos hacemos sobre nuestra existencia nos impelen a buscar una respuesta no solo que nos satisfaga sino incluso que nos trascienda.

 

Cuenta una historia que una persona estaba buscando algo en la calle, en eso se le acerca alguien y le pregunta que si qué busca, el otro le responde que un anillo y el recién llegado se ofrece a buscarlo junto con él para ayudarlo. Dicen que así estuvieron buen tiempo hasta que el recién llegado le preguntó que más o menos dónde lo había perdido, a lo que el que buscaba le dijo que fue como a tres cuadras de ahí. Asombrado el otro por la respuesta le dice que si lo perdió como a tres cuadras que si por qué lo está buscando ahí, a lo que el que originalmente buscaba le responde que simple y sencillamente que por qué ahí hay más luz.

 

El relato anterior, medio en serio medio en broma, es una alegoría de lo que nos sucede en la vida cuando nos empecinamos en buscar en el lugar incorrecto acusando a la vida o el destino de no poder encontrar lo que deseamos cuando en eso nadie más que nosotros tenemos la responsabilidad de ello.

 

En otras participaciones hemos hablando de la tenacidad en nuestro andar, de no cejar en el esfuerzo, pero eso no quiere decir empecinarse en una sola forma de alcanzar lo que nos proponemos. Debemos tener la flexibilidad de adaptarnos a  las circunstancias e incluso de ver las señales que nos da la misma vida para

avanzar hacia nuestra realización.

 

En una ocasión, en el receso de un taller de administración del tiempo para el logro de metas y objetivos que daba, una persona me comentó de sus deseos por avanzar en su vida profesional, pero que eso se le estaba haciendo mucho muy pesado. Al preguntar un poco el por qué de ello me comentó que para avanzar en su vida profesional había decidido estudiar un posgrado, una maestría, pero que no le gustaba para nada. Le pregunté que si no le gustaba por qué entonces la estaba estudiando, la respuesta fue que la estudiaba para adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para avanzar en su carrera profesional. No le comenté más pero me quedé pensando en cómo avanzaría más adelante en su carrera profesional cuando tendría necesariamente que aplicar lo aprendido en una maestría que por lo visto no le gustaba para nada.

 

Todos tenemos metas, sueños, objetivos. La mayoría tenemos las maneras en que creemos que podemos lograr esas metas y objetivos, y aunque, como dice el dicho, todos los caminos conducen a roma, unos son más agradables de caminarlos. Por ejemplo, el caso anterior, dejando la meta establecida (cursar un posgrado) y el deseo subyacente en la misma (avanzar profesionalmente) está el camino que recorría la persona del relato (una maestría que le desagradaba) o el camino que le hubiera dado mayor gozo y disfrute y por ende mayor dinamismo a su potencial que es cursar una maestría que sí le agradara.

 

Del otro lado tenemos aquellas personas que a las primeras de cambio, a las primeras dificultades, dejan todo y avientan por la borda no solo sus sueños, metas y objetivos sino incluso el tiempo y esfuerzo que ya le pudiesen haber dedicado a ello. Esta actitud conduce a una certeza fatal: la de no lograr lo que uno desea, busca o requiere.

 

La cuestión es buscar, pero manteniendo ese espíritu de apertura a las opciones y oportunidades que se puedan presentar y si no se logra lo que se obtiene, intentarlo de otra forma, después de todo si no has encontrado lo que buscabas, la respuesta no es dejar de buscar sino buscar en otro lado.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/BfMScCugB_o

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q

 

 


viernes, 14 de febrero de 2025

Paciencia, a veces las semillas tardan en germinar pero al final todas florecen


 Si algo nos muestra la vida es que todo requiere de un tiempo y un momento, tiempo para llegar a la plena realización y momento para sernos perceptible, mientras ambas cosas suceden debemos seguir avanzando con ánimo pues

cuando menos lo espere uno surgirá eso que estamos esperando.

 

Recuerdo cuando pequeño quise aprender a andar en bicicleta. Creo que mi experiencia no será diferente de la de todos: un intento tras otro, con miedo, angustia, nervios, ansiedad. Una caída tras otras, en ocasiones ya hasta la esperaba uno. Momentos frustrantes al no poder a pesar de lo fácil que se veía. ¡De repente el milagro!, sin saber cómo cuando, donde o por qué se descubre uno andando en bicicleta como si hubiera uno nacido pedaleando.

 

Si uno desea algo en la vida, lo que sea, debe luchar por él. ¿Cuántas veces hemos oído eso? Creo que bastantes. Sabemos bien que el resultado final de la lucha, al menos el esperado, es precisamente lograr lo que queremos, pero ese logro, como cuando uno sube por una escalera, va aparejado de pequeños avances en ocasiones imperceptibles hasta que de repente logramos nuestro objetivo.

 

Pensemos en cualquier cosa que hayamos aprendido: un idioma, una técnica, un proceso, una canción, un baile. Todo implico poco a poco ir dominando – asimilando diría yo-lo que se requería para que al conjugarse nos diera el pleno dominio de lo que buscábamos.

 

Tal vez los ejemplos anteriores sean muy claros para nosotros, es más, tal vez incluso cuando uno empiece alguna de las cosas mencionadas anteriormente uno mismo se plantee que se requerirá de constancia y disciplina para lograrlas, y esto es correcto. Pero de la misma forma esto funciona con todas las cosas en nuestra vida, incluso con nuestra vida misma.

 

El carácter, la fortaleza, el dinamismo, la voluntariedad, la trascendentalidad, son cuestiones propias de nuestra vida, tal vez menos tangibles en cuánto a los qué y cómo se logran, pero de mayor alcance en cuanto a nuestra existencia se refiere.

Pero de la misma forma que los ejemplos antes mencionados, éstas devienen a la existencia cuando es el momento preciso después del tiempo necesario.

 

Lo que quiero decir es que diferencia de los ejemplos concretos iniciales, estas últimas características no dependen tanto de uno, sino más bien de nuestra misma existencia. A diferencia de aprender un idioma que dependerá de las horas, intensidad y seriedad que uno dispense para ello, el carácter, la fortaleza, el dinamismo, la voluntariedad, la trascendentalidad dependerá más bien de lo que permitamos que la vida haga en nosotros.

 

Imagina una lluvia, tenue pero constante, así es la vida. Por otra parte está la tierra donde cae la lluvia, esa es tu existencia. Llueve y llueve y llueve y tal vez no veas de un día para otro cambio alguno, es más tal vez no lo veas ni siquiera de un año para otro. Pero llegará el momento en que voltees y pasmosamente, como cuando de repente te soltaste andando en bicicleta, veas de golpe el cambio que se ha dado en ti.

 

¿Cuál es el consejo en esto? Paciencia y conciencia. Paciencia para permitir que las cosas sucedan sin la frustración del deseo incumplido y conciencia para estar atento todos los días, todos los meses, todos los años, para que cuando se de el cambio estemos presentes.

 

Nuestra vida es un crisol donde se funden de manera tangible en nuestra persona los deseos, sueños, ilusiones y potencialidades, de esa fusión surgen pequeños brotes que en su momento se convertirán en robustos árboles frondosos. Así que

no olvides paciencia, a veces las semillas tardan en germinar pero al final todas florecen.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en http://bit.ly/1ahp4qz

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q

 

 


jueves, 6 de febrero de 2025

Aunque no tengas motivos, agradece cada día; inténtalo y al rato tendrás motivos de sobra


 Es un hecho innegable que la vida en ocasiones nos parecerá difícil, injusta e incluso cruel, pero de la misma forma es un hecho que podemos optar por ser la víctima de esos momentos o quienes, cual alquimistas, los transmutemos en momentos de luz, crecimiento y trascendencia.

 

En una ocasión me senté a la mesa con un amigo a comer, de manera sencilla, discreta y privada di gracias por los alimentos a lo que mi amigo al ver esto me comentó “ojalá yo también pudiera dar gracias”, “¿y por qué no puedes?” le pregunté, “¿cómo que por qué? –me contestó- traigo problemas en mi trabajo, con mi señora e incluso de salud, ¿qué tengo que agradecer?”, “podrías comenzar agradeciendo que al menos puedes quejarte” le respondí. La sola idea de agradecer por poder quejarse le cayó muy en gracia y resultó en distender los ánimos y al menos disfrutar de la comida.

 

Si solo puedes hacer una cosa en el día da gracias, incluso aunque consideres que no tienes motivos para ello. Este pensamiento es bastante complejo y profundo, pero al mismo tiempo de una sencillez y claridad pasmosa. Permíteme te lo exponga.

 

Lo más normal y común en todos nosotros, es precisamente esa naturaleza reactiva que tenemos para nuestro actuar cotidiano: si tenemos hambre, comemos; si tenemos sueño, dormimos; si tenemos frío, nos abrigamos; en fin, al igual que en la física, a cada acción corresponde una reacción. Y esto es correcto, no se trata de cambiar el asunto, sino de trascenderlo, ¿por qué? porque en nuestro ser laten semillas de un poder alquímico capaz de transmutar las situaciones más oscuras en luz y conciencia.

 

Piensa en esto: si siempre estás reaccionando en realidad tú no eres el dueño de tu vida, el verdadero dueño de tu vida son los factores externos que condicionan tu actuar. Hay cosas, obvio, que no podemos cambiar, como las comentadas anteriormente, pero hay otras que dependen total y enteramente del poder interno que tenemos y que se llama voluntad.

 

Si tienes hambre no puedes dejar de comer, pero si las cosas van mal sí puedes decidir entre agradecer o no, ¿cuál de estas dos opciones crees le den luz, conciencia, crecimiento y trascendencia a tu vida?

 

El realizar una acción volitiva, incluso ante condiciones adversas, es lo que nos permite estar en total posesión de nuestras facultades y erigirnos como dueños de nuestra vida, ¿por qué? Porque no hay nada más que soporte esa acción más que nuestra propia voluntad, es decir, nuestro deseo de actuar así.

 

Pero al igual que un deportista que va adquiriendo condición conforme avanza en los ejercicios que diariamente realiza, el efectuar acciones positivas (por llamarlas de cierta forma) de manera volitiva va generando en nosotros un carácter que algunos llaman mágico pues permite de la nada sacar decisiones, acciones y resultados.

 

Por ejemplo, imagínate que ante una situación adversa decides dar gracias (a Dios, el Universo, la Vida o como quieras expresarte), esa actitud tal vez será incomprensible para muchos, pero para ti será de un valor incalculable puesto permitirá por un lado hacerte dueño de tu vida y tu destino, y por otro, darte acceso a recursos internos que te permitan transmutar ese momento negativo o esa adversidad en algo positivo para ti.

 

Comienza por algo sencillo: la próxima vez, ante una situación adversa da gracias. Así simplemente: da gracias. ¿Cómo? Si quieres que te lo diga sin adornos: da gracias hipócritamente, es decir, aunque no lo sientas, aunque no te salga, aunque no lo pienses, poco a poco verás la magia que comenzará a cambiarte, cambiar tu vida y cambiar tu mundo.

 

Las cosas buenas y malas van y vienen en nuestra vida, en ocasiones no podemos hacer nada ante ello, lo que sí podemos hacer es tomar las riendas de nuestro destino y ejercer nuestra voluntad para avanzar en nuestra vida, así que ya lo sabes, aunque no tengas motivos, agradece cada día; inténtalo y al rato tendrás motivos de sobra.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ZoC8EnjLdII

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q