miércoles, 30 de abril de 2025

Para volar, primero correr; para correr, primero andar; para andar, primero gatear; para gatear, ¡primero soñar!


 La manera en que los seres humanos estamos constituidos nos obliga a todos a someternos al tiempo: nuestro desarrollo, nuestro crecimiento, nuestros logros, todo ello conlleva esfuerzo y compromiso en mayor o menor medida, pero en todos los casos requerirá de tiempo, y ese tiempo solo será valioso en la medida que vayamos camino a lo que deseamos.

 

Todos hemos tenido durante nuestros procesos formativos, sean del nivel que sean, alguna materia que nos era sumamente difícil de dominar: matemáticas, inglés, historia, español, etc. Pero de la misma forma creo que podemos ver cómo es que el dominio de la misma implicaba el ir avanzando poco a poco en el entendimiento de los conocimientos que la integraban.

 

De la misma forma, toda meta lleva una serie de pasos, los iniciales, curiosamente contra lo que puede creerse, se asemejan más a un gatear. Es cierto que siempre que uno empieza algún proyecto tiene más optimismo y energía que al final, esto por el mismo desgaste y cansancio en la consecución de la meta, pero ese gatear al que nos referimos no tiene que ver con la fuerza que se le imprima a nuestro andar sino más bien a los efectos que éste tenga.

 

Cuando uno inicia un proyecto está lleno de energía y tal vez se vea envuelto en una vorágine de actividad, pero el mismo hecho de que vaya iniciando ese proyecto, lo mantiene entretenido en muchas actividades no indispensables para avanzar en el proyecto, pero necesarias para poder abordarlo.

 

Imagínate un barco que va a zarpar. Momentos antes de esto toda la tripulación está en una dinámica de actividad extrema, pero el barco no se mueve. No es sino una vez que el barco se hace a la mar que éste comienza a avanzar, pero al mismo tiempo el ritmo inicial de actividad de la tripulación disminuye, es más, habrá momentos de letargo incluso, por ejemplo al dormir, cuando sea un mínimo de tripulantes quienes vigilen el avance de la nave.

 

Tus proyectos al inicio implican esa misma actividad pero debes entender que en los primeros pasos, aunque haya mucha actividad, serán pocos los resultados que encontraras. Más sin embargo eso no tiene porque desanimarte, son cosas necesarias. Volviendo al ejemplo del barco, el soltar amarras (desatarlo de puerto) no es un acto en sí que impulse a la nave, pero se requiere para que ésta avance, de la misma forma muchas cosas iniciales que haces en todos los proyectos puede que no solo aporten poco al mismo proyecto sino incluso que ni siquiera lo empujen adelante, pero serán cosas que se requerirán para dejar las condiciones que te permitan avanzar en tus sueños.

 

Y aquí llegamos a la palabra que inicia todo ese proceso: soñar. Si bien en la argumentación que hemos dado el gatear inicial está acompañado de mucha actividad (contrastando con el volar al final que puede ser acompañado sino de poca actividad al menos sí de menor esfuerzo), ese gatear inicial requerirá que sueñes con tu meta.

 

Y aquí es donde está un verdadero milagro porque al soñar has llegado en un solo momento, en un solo instante, a la meta final, has recorrido todo el camino de gatear, caminar, correr, volar en un solo instante. Esa vislumbre de la meta es curiosamente lo que te da el impulso inicial para comenzar todo tu camino, así es como el final se vuelve el principio y el principio se vuelve final.

 

Si consideramos el impacto que puede tener en nuestra vida un sueño, veremos que no hay sueños pequeños pues cualquier sueño puede lograr en el tiempo grandes efectos en nuestra vida y la de los demás, lo importante es comenzar, así que recuerda para volar, primero correr; para correr, primero andar; para andar, primero gatear; para gatear, ¡primero soñar!

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/eiNd597vssc

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q

 


jueves, 24 de abril de 2025

A veces la vida podrá no ser lo que uno espera, pero siempre será lo que uno necesita


 

Hablar de desarrollo y superación, sea esto desde el punto de vista personal o profesional, necesariamente tiene que hacer alusión a la vida ya que es en ese escenario donde cual si fuéramos actores nos desenvolvemos, de la misma forma para interpretar nuestro papel nunca se nos dará el guión por adelantado, pero el resultado siempre será una grandiosa obra.

 

En ocasiones como consultor tengo que enfrentarme a solicitudes para trabajar con personas y equipos en pos de un objetivo o meta empresarial, institucional, social y demás; estas solicitudes en ocasiones son muy específicas como lograr esto o aquello, pero el reto previo que tengo que enfrentar es el de hacerle ver al solicitante que antes de trabajar la meta deseada se tiene que trabajar la persona.

 

Lo anterior quiere decir que antes de pretender lograr esto o aquello debemos cerciorarnos que contamos con el elemento humano idóneo para ello y esto implica que éste entienda su papel primero en su vida personal y luego en su vida profesional, institucional o social.

 

Uno de estos aspectos es el de reflexionar para por lo menos percibir, que la vida de cada quien es algo grandioso por sí mismo y con fines tan espectaculares que escapan a nuestra imaginación. Obvio este punto es en extremo difícil, sobre todo si con quienes trabajamos son personas que enfrentan problemas o frustraciones de vida.

 

En este punto hay tres maneras de actuar, la primera es darle su espacio a esa persona en tanto no resuelva sus problemas ya que de otra forma participando en el proyecto que se le proponga no estaría en condiciones de aportar e incluso tal vez lo obstaculizaría; la segunda es trabajar el aspecto personal del individuo para, sin resolverle sus problemas, al menos ponerlo en una situación donde pueda moverse hacia estadios de colaboración y desarrollo; por último, la tercera, opción que por cierto no recomiendo ni aplico pero que curiosamente es la que más veces se aplican en las organizaciones, es involucrar al individuo en el proyecto así tal como está, lo cual generalmente redunda en retrasos, problemas o simplemente no conseguir la meta.

 

Ahora bien, ¿cómo poder hacerle ver a alguien lo grandioso de su vida? Si bien esto implica varias actividades quisiera compartirles dos que van concatenadas: la primera es una actividad que consiste en que la persona de manera confidencial analice su vida e identifique un problema que haya experimentado, el peor problema que hasta ese momento haya enfrentado, un problema de tal magnitud que creyó nunca saldría avante ni mucho menos se recuperaría.

 

La idea es que escriba el problema así como todas las razones por la que pensó nunca lo superaría de la misma forma que sea tan descriptivo como pueda en cuanto a la manera en que ese momento se sentía. Una vez escrito eso debe leerlo y después escribir, con la perspectiva del tiempo transcurrido, como ve las cosas y como las siente.

 

En todos los casos que he efectuado este ejercicio los participantes se dan cuenta que las cosas no eran tan malas como las veían y que generalmente hay aspectos positivos que rescatar de esa vivencia.

 

El otro ejercicio, que se hace en otro momento una vez efectuado el anterior para no mezclar sentimientos ni pensamientos, es que escriban en un papel todas las cosas que puedan por las que se sienten agradecidos con la vida, deben ser todas las que recuerden y deben ser tan específicas como puedan.

 

Una vez que han hecho esta lista se les pide que señalen de todas las cosas que escribieron aquellas que no dependieron de sus acciones, es decir, que se dieron

por una serie de circunstancias en la vida, que tal vez implicaron obviamente su participación, pero que no puede decirse que se debe todo a ellos.

 

Generalmente el resultado de este ejercicio muestra cómo es que grandes cosas de su vida no dependieron de ellos sino que fue la vida misma la que permitió surgieran y sucedieran.

 

Los problemas de la vida no son de la magnitud en que los percibimos y con el tiempo hasta cosas positivas nos traen, de la misma forma muchas cosas buenas de la vida simplemente llegan a nosotros mientras andamos nuestro camino, así  que recuerda: a veces la vida podrá no ser lo que uno espera, pero siempre será lo que uno necesita.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

                                                    

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/JN5HL36FxPo

 

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jueves, 17 de abril de 2025

Cuando trabajas en equipo no sumas voluntades... ¡las multiplicas!


 

Sin duda alguna que en ocasiones todos hemos experimentado ese deseo o necesidad de que más personas nos apoyarán en los proyectos que nos hemos planteado, este apoyo redituaría en conseguir antes y con menor esfuerzo la meta a la vez que potenciaría el alcance de los resultados, pero para ello, quienes se sumen a nuestro esfuerzo, deben sentirse identificados con nuestro sueño.

 

En una ocasión, en un taller sobre trabajo en equipo, uno de los participantes planteó una pregunta muy directa: “¿cómo puedo hacer para que la gente trabaje con gusto y disposición en equipo?”, como la pregunta era directa mi respuesta también lo fue: “sencillo, no busques que colaboren para una meta, sino que colaboren para su meta”.

 

En muchas ocasiones me ha tocado ver en los “trabajos de equipo” un error muy básico, el cual es de establecer una meta y buscar sumar gentes para lograr esa meta. Esta manera de ver las cosas es errada desde el mismo momento en que la gente no identifica la meta como suya con lo que su apoyo estará bastante condicionado.

 

En otras ocasiones, queriendo paliar el error anterior, se busca que “entre todos” se establezcan las metas, pero generalmente resultan que esas metas ¡ya están en cierta forma señaladas! Por lo que más bien el ejercicio se torna en un “dado que queremos lograr esto, dime tu cómo lo plantearías como meta personal y de grupo y cómo podríamos conseguirlo”.

 

Ambos planteamientos no apuntan correctamente a la manera de manejar el trabajo en equipo, y no lo digo solo como forma de pensar sino basado en la experiencia: si una persona no sabe y siente que en realidad se está trabajando por su meta (no por una meta de grupo, sino por su meta), la fuerza que éstas aporten al equipo será mínima.

 

Ejercicios hay muchos para entender esto y llegar a desarrollarlo, yo tengo los míos propios, pero una cosa sí te digo: todas las personas tienen metas, sueños, deseos, lo importante en un líder no es plantear una meta (ni siquiera aunque esta meta sea consensada en equipo) para luego ver como motiva a su gente a trabajar por ella, la verdadera destreza del líder consiste en identificar qué es lo que quiere cada integrante del equipo y configurar la dinámica del logro de la meta en común como un efecto residual de los logros de las metas individuales.

 

Quiero hacer énfasis en esto que acabo de señalar pues generalmente la exposición de ideas cuando se trabaja en equipo es al revés: “si trabajas por la meta común te verás beneficiado”; lo que yo planteo cambia este pensamiento para ir de lo particular a lo general: “al hacer esto o lo otro te beneficiaras directamente, y como consecuencia de ello se conseguirá la meta común”.

 

Si bien sutil, el cambio en la forma de pensar es considerable. Créeme. Lo he visto. Y planteado de otra forma podríamos decir que en vez de llegar con alguien en lo individual o en lo colectivo para “venderle” la idea de la nobleza de una meta, lo realmente retador pero mayormente redituables es ver qué es lo que esa persona quiere e incorporar sus acciones para lograr su meta como parte de las acciones para empujar al grupo hacia la meta común.

 

En tu vida tendrás necesidad de que más voluntades se incorporen a la consecución de tus metas, metas que desde ese momento se tornarán grupales, en ese momento lo que debes tener en mente al mover a los demás en pos de la meta común es la idea de que cada participante entienda que trabaja para sus metas y que como efecto de ello se logra el objetivo grupal, después de todo cuando trabajas en equipo no sumas voluntades... ¡las multiplicas!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/2GCX1hIDKdo

 

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jueves, 10 de abril de 2025

Lo único mejor que lograr un sueño es ¡compartirlo!


 Todos hemos tenido alguna meta u objetivo en la vida que nos ha hecho sentir al conseguirlo no solo orgullosos y satisfechos con nosotros mismos sino alegres a un nivel que nos ha motivado a compartir ese logro, ese mismo gozo incluso a un nivel mayor se experimenta no solo al compartir un triunfo sino al aglutinar voluntades diversas para conseguirlo.

 

En una ocasión mi hijita me preguntó que si quién era el responsable de haber llevado el hombre a la luna, si bien la respuesta generalmente es sencilla quise explayarme para hacerla ver las cosas en perspectiva. Le comenté que no había sido el logro de una sola persona, es más ni siquiera el logro exclusivo del equipo que estuvo a cargo de la misión, ya que ellos usaron formulas matemáticas, diseños ingenieriles, avances electrónicos y de comunicación que son el cumulo de cientos de años de historia humana y por lo tanto mérito de las cientos de personas que permitieron el avance de la ciencia hasta ese preciso momento.

 

Todos los grandes logros humanos, esos logros que han modificado la historia, siempre tienen que ver con equipos, con grupos, con voluntades. La tarea inacabable que es nuestro mundo, nuestra sociedad y nuestra vida es de tal alcance que solo uniendo manos, mentes y espíritus podemos abordar los problemas y alcanzar los sueños.

 

Nuestras metas personales son importantísimas para nuestro avanzar en la vida y nuestra transformación personal, de la misma forma, cuando esas metas inciden en la vida de otras personas y nuestra propuesta atrae gentes que colaboran, la misma propuesta trasciende y nos trasciende para hacerse colectiva y por ende ser más y hacernos más.

 

Todos tenemos metas personales, pero seguro estoy que de las 10, 20, 30 o más metas que podamos tener en nuestra vida habrá al menos una que pudiera aglutinar más personas pues su valor estriba no solo en lo que nosotros obtendremos en lo individual sino lo que la sociedad obtendrá en lo colectivo.

 

Metas lúdicas, deportivas, sociales, educativas, políticas, religiosas, económicas… sé que en tu interior hay una idea que tal vez no hayas trabajado aún pero cuyo alcance puede trascender tu persona y tu momento. Mi sugerencia sería que no la dejaras, que cada día, cada semana, cada mes, la abonaras con tus pensamientos, con tus sentimientos y con tus acciones, que poco a poco avances hasta que se vaya concretizando.

 

Para esto puedes usar cualquiera de las técnicas administrativas para establecer una meta y avanzar hacia ella, lo importante es que las acciones fluyan en tu ser y que en las mismas consideres el ir aglutinando otras voluntades para avanzar de manera colectiva hacia la meta. Esta forma de trabajo te permitirá ver el valor de las ideas que posees, pero también el alcance de las mismas. A diferencia de los logros personales la satisfacción en este caso será exponencial pues no solo te beneficiará a ti sino a los demás.

 

Ahora bien, supongamos que nunca te has puesto a pensar en una meta como la que estamos hablando, ¿qué puedes hacer? Algo muy sencillo: este próximo fin de semana, sin falta, organízate para adquirir un árbol (o conseguirlo donde los donan) y ve a sembrarlo en el espacio comunitario más cercano que tengas (plaza, área verde, etc.) Haz este sencillo ejercicio y veras el sentimiento que surge en ti y la perspectiva que se abre ante tus ojos de lograr metas por ti y por los demás. Lo demás comentado vendrá después.

 

Compartir un sueño permite que los sentimientos, pensamientos y acciones aunados a él nos trasciendan y se multiplique en las voluntades de las personas que lo compartan, y cuando esto sucede el mundo entero puede prepararse incluso para un milagro porque en ese momento nada nos es imposible, después de todo lo único mejor que lograr un sueño es ¡compartirlo!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/FPh4i_47cfU

 

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jueves, 3 de abril de 2025

Lo que haces cambia al mundo, la intención con que lo haces te cambia a ti


El ser humano es un ente complejo, bien podríamos decir multidimensional, en nuestra persona confluyen elementos físicos, emocionales, intelectuales y espirituales. Cada uno de ellos a su vez presenta facetas fascinantes que por más que creamos saber acerca de ellos en realidad apenas hemos comenzado a rasgarlos en su superficie, una de estas facetas tiene que ver entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.

 

Si pensáramos en nosotros como en seres duales, podríamos decir que existen y coexisten en nuestra vida dos mundos: el mundo externo y el mundo interno. El mundo externo es lo que vemos, lo que nos rodea, todo aquello con lo que interactuamos; el mundo interno son nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestros temores, todo aquello que no podemos dar ni compartir aunque sí evidenciar.

 

En este orden de ideas podemos decir que lo que somos viene siendo ese punto donde confluyen precisamente ese mundo interno con el mundo externo, y de la misma forma podemos señalar como es que lo que hacemos afecta ese mundo externo, pero la intención con lo que lo hacemos afecta nuestro mundo interno. Pensemos en algo que pudiéramos catalogar como una buena acción: dar de comer al hambriento, consolar al afligido, vestir al desnudo, o simplemente luchar por esto o por lo otro. La acción visible es clara y, por ende a la vista de todos, loable, pero lo que no podemos ver ni saber es la intención con la que se hace esa acción, eso permanece en el ámbito interno personal de cada quien.

 

Una buena acción, como optamos por llamarla, puede estar fundamentada en los sentimientos y pensamientos más nobles y altruistas así como en aquellos más mezquinos y egoístas. Eso no lo podemos saber, no lo podemos ver, en ocasiones lo podemos intuir, pero seríamos demasiado presuntuosos sin le diéramos el peso de hechos consumados a ese vislumbre que creemos percibir.

 

Pero independientemente de lo anterior, la disertación actual no va en función de tratar de adivinar las intenciones ocultas que los demás pudieran tener en sus acciones, sino más bien voltear la mirada de manera personal a ese reino privado que es nuestro interior para develar y develarnos las causas que están detrás de nuestro actuar, ¿para qué? simple y sencillamente para cuidar de ellas ya que éstas nos afectan como personas independientemente de los efectos palpables que vean los demás.

 

Quiero hacer un breve alto en este momento para aclarar que el peso no está en la intención con que se hagan las cosas ni tampoco en los efectos visibles que ven los demás de nuestras acciones, el peso está en el efecto que ambas situaciones, no solo una sino ambas, tienen en nuestra persona.

 

Hay quienes dicen que la intención es la que cuenta, pero si no muevo un solo dedo para tal o cual cosa, por más buenas intenciones que tenga, no he logrado convertir ese pensamiento en una fuerza dinámica que se ponga en movimiento a través de la acción. De la misma forma por más que haga cosas que los demás evalúen como buenas, positivas, de valor, si la intención es rastrera el efecto en nuestras personas será negativo.

 

Y en este punto la autoridad sobre ambos temas, lo externo y lo interno, recae sobre nosotros. Nosotros somos los que sabemos la intención con la que hacemos las cosas y también sabemos de los efectos de nuestro actuar, por lo que somos los únicos que podemos emitir un juicio de valor, un juicio de valor que si es negativo no busca ser condenatorio sino hacernos ver un área de oportunidad para crecer, de la misma forma un juicio de valor que si es favorable no es para regodearnos sino para reforzar nuestro andar en el camino de la congruencia personal.

 

La acción y la intención son dos facetas de nuestra persona que tienen que ver con nuestro carácter, ambas no son inamovibles en el sentido que no puedan mejorarse y mejorarnos, para esto se requiere la auto reflexión de manera honesta, abierta, objetiva y veraz con la finalidad de crecer como personas y llegar a ser el ser de luz que estamos llamados a ser, así que no lo olvides lo que haces cambia al mundo, la intención con que lo haces te cambia a ti.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/BoQDlx4IUi8

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q