jueves, 27 de marzo de 2025

No puedes desandar tus pasos, pero si puedes caminar mejor


 La vida humana, si bien corta para todo lo que quisiéramos hacer, no deja de ser toda una experiencia donde hay aciertos y errores, los aciertos nos impulsan mientras que loe errores en muchas ocasiones funcionan como lastres para avanzar, pero ¿y si pudiéramos deshacernos de esa carga negativa y así aligerar

nuestro andar?

 

Sin caer en lo trivial y aunque suene a verdad de perogrullo, podemos decir que en el caso de los errores hay de errores a errores. Permíteme explicarme. Errores todos cometemos, incluso pudiera decir todos los días, pero hay errores cuyo efecto en nuestra vida es mínimo, por ejemplo, olvidar un lápiz en tal o cual parte, pero hay otros errores que pudiéramos señalar incluso de errores con mayúsculas que afectan de manera definitiva nuestra vida, por ejemplo, un accidente grave de tráfico.

 

Si haces una breve recapitulación de tu vida, seguro estoy que podrás identificar dos o tres errores, si quieres llamarlos así, que te afectaron de manera definitiva. Este afectar se refiere a los efectos que dicho error pudo haber tenido en tu vida, efectos sobre los cuales en muchas ocasiones no tenemos manera de incidir porque son las consecuencias lógicas de nuestro actuar.

 

Pero el problema no es ese, el verdadero problema es el efecto emocional que nuestros errores, sobre todo los grandes, tienen en nuestra vida. Hay personas que, por decirlo así, no terminan de perdonarse esos errores, otras andan por la vida cargándolos y sintiéndose menos, también están los que queriendo superar un error son constantemente vilipendiados por los demás con lo cual no terminan de sobreponerse.

 

Esa actitud yo la ejemplifico como si te quebraras una pierna y, mientras está enyesada, usaras unas muletas para apoyarte en tu caminar, pero que una vez que el hueso sana y se te retira el yeso, sigues usando las muletas incluso sin apoyar completamente el pie.

 

Ahora quiero que veas este problema de las cargas emocionales negativas por los errores que cometemos desde una perspectiva completamente nueva y diferente, es más, de una forma como nunca antes la habías visto: como los errores de otra persona cuya carga negativa no tienes que cargar tú.

 

Me explico. Todo lo que nos constituye está en constante renovación. A nivel físico las células son constantemente reemplazadas por nuevas, los huesos, que es lo más resistente, se renuevan cada siete años, así que para ese entonces podemos decir que te has renovado en una persona enteramente diferente. En cuanto a lo emocional e incluso lo intelectual, tus emociones y tus pensamientos de la misma forma van cambiando. Recuerda un momento hace unos diez años y como sentías y pensabas de tal o cual tema y verás cómo es que ahora lo ves diferente.

 

Si física, emocional e intelectualmente podemos decir que cada siete, o diez años si gustas, estas siendo renovado cambiando en una persona enteramente diferente, ¿por qué debes cargar los errores de la persona anterior? Piénsalo, tu no cargarías los errores de alguien ajeno a ti, digamos un amigo, un vecino, un conocido o un desconocido, pues es exactamente lo mismo con los errores que has cometido y entre los cuales la vida ha puesto tiempo de por medio ¡ya no eres el mismo que en su momento cometió esos errores! Eres alguien enteramente diferente.

 

Este razonamiento no es para deslindarte de las responsabilidades inherentes a nuestras acciones, así no funciona nuestro mundo, sino más bien para liberarte de esa condena perpetua que en muchas ocasiones nos autoinfligimos y que nos impide crecer, madurar, fructificar y avanzar como persona.

 

El caminar por la vida no se vuelve más ágil si en ese andar cargamos con los errores que pudimos cometer en el pasado, pero si aprendiendo de ellos soltamos el lastre emocional que nos implica habremos avanzado en nuestra evolución hacia la trascendencia como personas.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/vXmMAS89FK0

 

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miércoles, 19 de marzo de 2025

Decide con sabiduría y valor: lo conveniente a veces no es correcto y lo correcto a veces no es conveniente


 La eterna discusión entre lo correcto y lo conveniente, debe llevarnos a tomar la decisión que creamos y que queramos, de una manera congruente con nuestro pensar, sentir y hacer sobre la cual nos hagamos responsable.

 

Cuando uno plantea la pregunta sobre qué es lo que cada quien decidiría ante una situación, si lo correcto o lo conveniente, en la mayoría de los casos la respuesta es lo correcto, pero luego cuando se ponen casos específicos la duda no tarda en aflorar.

 

“Supongamos que te dicen que hagas algo incorrecto pero que si no lo haces pierdes tu empleo o incluso tu tranquilidad familiar”, ya no está tan fácil la decisión, ¿verdad? Cuando uno plantea en la generalidad la opción decisiva entre lo correcto y lo conveniente la respuesta es lo primero, pero cuando presenta uno casos concretos, sobre todo que lo afecten, la respuesta se vuelve más complicada.

 

En cuestión de política, y esto es entendible, las decisiones tienden más a estar del lado de lo conveniente, ¿conveniente en cuanto a qué?, pues en cuanto a las simpatías que tal decisión pueda generar las cuales derivarán en apoyos subsecuentes. Un cerco que busca delimitar esto, ya que de otra forma fuera una ley de la selva, son precisamente las leyes. Pero cuestiones como propuestas, proyectos, posturas, en política siempre valorarán que tan conveniente es. 

 

Nuestra vida no puede desligarse de aquello que nos conviene, todos tenemos necesidades –físicas, cognitivas, emocionales, incluso espirituales-, de la misma forma tenemos familia, amigos, conocidos, todo ello influye a la hora de tomar una decisión, pero el costo de la misma siempre es personal, sea que la decisión sea correcta o conveniente.

 

No tiene caso argumentar a favor de decisiones correctas, la misma naturaleza de la decisión es el mejor argumento, la argumentación más bien debe ir en el sentido del efecto que cualquier decisión, correcta o conveniente, tendrá en tu persona. En una ocasión, platicando con un amigo, comentaba que en el caso de las decisiones, sobre todo cuando está en contraposición lo correcto y lo conveniente, el fiel de la balanza era mi persona frente al espejo. Cuando digo espejo no me refiero solo al espejo físico donde uno se observa, sino también al espejo de la familia, los amigos, la sociedad, y la vida misma.

 

El espejo físico nos refleja una imagen de nosotros, pero el espejo de la familia, los amigos, la sociedad, y la vida misma nos refleja nuestra esencia, ¿cuál queremos que sea ese reflejo? Al hablar sobre tal o cual tema, ¿queremos tener la tranquilidad de que obramos de manera congruente y coherente o preferiremos siempre tener la zozobra de que los demás tengan una idea diferente de nosotros?

 

La decisión de lo anterior, como todo en esta vida, es personal y lo que facilita mucho lo anterior es tener una visión trascendental de nuestra existencia, no solo en el sentido espiritual sino incluso material, esto último reflejado y entendido en cuanto al efecto que nuestros actos tienen no solo en nosotros mismos sino en los que nos rodean, en la sociedad misma e incluso en el futuro.

 

Si puede uno tener esa visión trascendental de lo correcto y lo conveniente, y si esa visión la usamos como el espejo sobre el que familia, los amigos, la sociedad, la vida y nosotros mismos nos reflejaremos, la decisión puede no sea más fácil, pero siempre será más satisfactoria.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

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jueves, 13 de marzo de 2025

Se requiere de la tempestad para probar la fortaleza de un barco


 Un hecho de la vida es que siempre el decir será mucho más fácil que el hacer, afortunadamente tenemos en nuestro andar y en el de los demás pruebas de vida que permiten decantar la palabrería y quedarnos con los hechos claros, concretos y objetivos que finalmente nos definirán como personas.

 

Cuando se habla de las pruebas de la vida, me gusta pensar en ello como la acción del viento en los arboles: en el segundo ejemplo la acción del viento permite tirar las hojas y ramas secas, sin vida, sin provecho alguno, permitiendo así surjan nuevos brotes; de la misma forma, y retomando la cuestión de la vida, las pruebas nos permiten deshacernos de lo que no necesitamos, fortalecer lo que nos es valioso y crecer como personas en carácter, congruencia y actitud.

 

En una ocasión, en un evento, me tocó escuchar el caso de una madre cuyos hijos habían pasado las peores pruebas. La madre nos relató que mientras que uno de sus hijos había salido avante y llegado a ser una persona de bien y de éxito, el otro se había derrumbado y que aún en esos días no había podido salir de los vicios y la degradación. Dado que era un tema sumamente sensible y personal no quise dar mi comentario sino que más bien le pregunte a ella que si a qué creía se debía esa diferencia cuando los dos habían pasado por cuestiones muy fuertes.

 

La respuesta sencilla pero clara nos dio una lección que difícilmente puede aprenderse con horas y horas de cursos y seminarios: “amo a mis hijos, nunca los dejaré de amar sean lo que sean, de la misma forma yo creo firmemente que lo que cada uno pasó no fue lo que vino a hacerlos lo que son, sino más bien que sacó a relucir lo que ya eran”.

 

Todos conocemos casos de gente que ha pasado pruebas durísimas y han salido adelante, incluso llegando a ser ejemplos de vida, fortaleza y superación. De la misma forma conocemos casos de personas que no han podido superar ningún obstáculo cayendo lo más bajo que pueden en su vida. Si bien esto depende en cierta forma de las circunstancias que cada quien vive y de los recursos que cada quien posee (cosas ambas que no podemos cambiar), hay una parte que depende de cada uno y que solo surge con el entendimiento y la conciencia.

 

A diferencia de los animales los humanos poseemos el don de la inteligencia, es decir, de la capacidad de razonar, inferir, análisis, sintetizar y de la misma forma de soñar, de plantearnos metas, de vivir con propósito. Pero no solo tenemos inteligencia, sino en un nivel superior tenemos conciencia, es decir, esa capacidad de ver más allá de lo evidente, de trascender el tiempo y el espacio con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones, de llegar a vislumbrar los por qué y para qué de nuestra existencia.

 

Ambos elementos, inteligencia y conciencia, nos permiten interactuar tanto con el destino como con el libre albedrío, nos habilitan a entender el sentido de las vivencias incluso aquellas que no podemos cambiar y nos permiten decidir con congruencia y carácter cuando la vida nos da esa oportunidad, es así como nos volvemos al mismo tiempo tanto un efecto de la vida como una causa de la misma.

 

Volviendo a los casos de personas que han salido avante de las pruebas volviéndose verdaderos ejemplos vivientes, te sugiero pienses en uno de ellos, alguno que tengas a la mano sea porque lo conozcas o por que estés muy enterado de sus vivencias. Visualiza a esa persona, tanto antes de la prueba que consideras la definió como lo que es actualmente como después de la misma.

 

Vela tal cual es, con lo que sepas de ella. Ahora por último, pregúntate y contéstate ¿qué tiene esa persona que tú no tienes que le permitió hacer de su vida un ejemplo? La conclusión es obvia: nada. Son personas como tú, con defectos y cualidades, con fortalezas y debilidades, con valentías y temores, solo que independientemente de las circunstancias y de lo que eran, optaron con inteligencia y con conciencia ir más allá de ello trascendiéndose incluso a ellas mismas como personas.

 

A nadie nos gustan las pruebas de vida, son incómodas, molestas e incluso frustrantes, pero gracias a ellas tenemos la oportunidad de ser más de lo que creemos incluso de lo que podemos y llegar convertirnos en ejemplos vivientes de carácter, luz y trascendentalidad. Así que ante las pruebas de vida recuerda: se requiere de la tempestad para probar la fortaleza de un barco.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/K1boeLP4bS8

 

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miércoles, 5 de marzo de 2025

Mente para pensar, corazón para sentir, y vida para compartir, ¿qué más necesitas?


 

Todos como seres humanos tenemos deseos y experimentamos necesidades, no creo que exista alguien que pueda ufanarse de no presentar estas dos condiciones inherentes a la naturaleza humana, en otras palabras, a todos nos falta algo, pero eso no es impedimento para lograr nuestras metas pues lo que poseemos como capacidades y potencialidades es suficiente para lograr todo.

 

¿Qué necesitarías para ser feliz? -pregunté en una ocasión en un seminario, las respuestas fueron variadas: más dinero, un mejor trabajo, más tiempo, más oportunidades, etc. ¿Qué necesitas para lograr eso que te haría más feliz? – seguí preguntando, de nueva cuenta las respuestas fueron en el sentido de establecer metas u objetivos para ello, trabajar en busca de eso, generar estrategias para eso, etc. Y para lograr esto último, ¿qué necesitas? – volví a preguntar una o dos veces más hasta dar con la respuesta de la cual depende todo: estar vivo, pensar y sentir.

 

Dicen que le preguntaron a dos personas disímbolas en cuanto a los resultados que habían obtenido en su vida –uno era exitoso el otro no-, que si a qué creían se debía el factor de su éxito o de su fracaso. La primera, la exitosa, señaló que nació careciendo de todo por lo que tuvo que luchar todos los días para ir obteniendo lo que quería hasta lograr así sus sueños. La segunda, la que no había triunfado, señaló que por el contario ella había nacido teniendo todo, viviendo en la abundancia, por lo que no había nada que la motivara a luchar por algo más. Todos queremos algo más, sea este algo una cuestión personal, profesional, institucional o social y sea que esté en el ámbito de lo material, lo emocional e incluso lo espiritual. De la misma forma sino sentamos y pensamos un poco en ello tenemos en nosotros todo el potencial para alcanzar eso que deseamos pues estamos vivos, pensamos y sentimos.

 

Ejemplos de éxito tenemos de sobra, de la misma forma podemos ver en esos triunfos gente que de prácticamente la nada logró lo que ahora nos asombra, incluso habrá algunos no solo que no poseían nada sino que además tenían varios factores en contra, y aún así salieron avante.

 

Te sugiero un ejercicio: piensa en alguien que consideres exitoso, alguien que pudieras señalarlo como un triunfador en su vida. Escribe aquellas cosas que esa persona tuvo que hacer y que consideres fueron factor crítico para alcanzar ese éxito. Una vez que termines esa lista de acciones dime ¿cuál de todas esas acciones tú estás imposibilitado en hacer? Como verás, lo que ellos hicieron es lo mismo que puedes hacer tú, no hay nada que te lo impida, al contario tienes todo para lograrlo.

 

Fíjate en los casos que previamente mencionamos, muchas veces pasa –aunque no siempre, hay que aclarar- que quien tiene todo se vuelve indolente, mientras que quien carece de todo genera una condición de lucha para alcanzar lo que desea –de igual forma: no siempre. El no tener todo lo que deseas ahorita puede servirte de aliciente para alcanzarlo y cuando lo logres, sea en la medida que lo logres, podrás decir que efectivamente es tuyo pues lo conquistaste solo con tu

voluntad para ello.

 

La vida presenta muchas facetas, cada una de ellas asombrosa por sí misma, de la misma forma tú, como parte de la vida, presentas muchos aspectos que solo en el fragor de la batalla cotidiana podrás descubrir, así que en medio de esa lucha, piensa en cada momento que tienes mente para pensar, corazón para sentir, y vida para compartir, ¿qué más necesitas?

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/HHr7-eVlKJE

 

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