jueves, 30 de enero de 2025

¿Que si cuántas veces intentarlo? Fácil: ¡hasta lograrlo!


 

Si observamos con detenimiento la vida, pareciera que no hay correspondencia entre las veces que uno lo intenta y las veces que uno lo logra, pero si lo vemos

desde otra perspectiva nos daremos cuenta que el intento es momentáneo y el logro para siempre.

 

En una ocasión, en el receso de un taller de motivación y liderazgo que estaba desarrollando, uno de los participantes me comentó en confianza que ante una meta que él tenía ya lo había intentado todo y no la había conseguido. Yo le respondí que no era así, que no había intentado todo. Él me enumeró todas las cosas que había intentado como para demostrarme que sí había intentado todo.

 

Yo volví a decirle que no, que no había intentado todo. Me volvió a señalar todos los intentos y la forma en que éstos no habían resultado. Yo le repetí de nuevo que no, que no había intentado todo. Ya un poco exasperado me dijo “¿cómo que no he intentado todo?, te acabo de señalar todos mis esfuerzos, ni modo que sepas más tu de mi vida que yo mismo, ¿por qué dices que según tú no he intentado todo?”, me le quedé mirando y le dije “simple y sencillamente porque aún no lo has logrado”, y con un movimiento de cabeza me hizo entender que había comprendido.

 

¿Cuántos de nosotros en muchas ocasiones hemos estado en una situación parecida a la anterior? Una situación en la cual seguros estamos que hemos intentado todo para lograr algo. En nuestra cabeza están los argumentos que soportan esa conclusión. Además el estado anímico, muchas veces cansado y deprimido, viene a confirmar lo anterior. Yo creo que muchas. Pero de la misma forma, si vemos cada momento cuando estamos más serenos, veremos cómo es que siempre hace falta algo por hacer. Yo lo pongo en perspectiva con el siguiente ejemplo: Supón que quieres subir a un segundo piso y que para ello utilizarás la escalera, la pregunta sencilla es: tomando como referencia la escalera, ¿cuándo sabrás que has llegado al segundo piso? La respuesta también es sencilla: cuando subas y dejes atrás el último peldaño.

 

Si alguien dice que aún no logra su meta, que aún no ha logrado subir a su segundo piso, simple y sencillamente es porque aún no ha intentado todo, o siguiendo nuestro ejemplo, aún no ha avanzado el último peldaño. Piensa en esto. Nadie argumentaría si aún en el trayecto por la escalera se quejara de que aún no ha llegado al segundo piso, nuestra respuesta sería indicarle que siguiera subiendo hasta llegar. De la misma forma alguien que señala que aún no logra lo que quiere es porque le falta dar ese último paso, ¿y cuándo sabremos que es el último paso? Cuando se llegue a la meta y se voltee hacia atrás para ver al camino recorrido.

 

Un último ejercicio, como siempre, para reflexionar de manera práctica sobre esto: piensa en alguna sueño, meta u objetivo que en su momento te hayas fijado pero que haya quedado en el camino ya que, a pesar de haberlo intentado de muchas y variadas formas, nunca pudiste conseguir eso que deseabas. Trata de que sea algo que intentaste de todas las formas que, según tú y en ese momento, podías. Ahora viendo eso en perspectiva señala al menos una acción que no intentaste y que ahora ves pudiste haber intentado. ¿Si te das cuenta como siempre habrá algo por hacer, por intentar, hasta conseguir tu meta?

 

Antes de concluir este tema he de decirte que en ocasiones, cuando hago este último ejercicio en mis talleres de motivación y liderazgo, no falta quien me diga que no puede escribir nada pues según él en efecto intentó todo. Aquí es donde viene la parte colectiva y que puede serte útil: cuando se me presenta un caso así le pido nos platique al grupo su experiencia, al terminar le pido a todos que señalen según ellos qué acciones adicionales pudieron haberse realizado; siempre hay muchas propuestas.

 

¿Cuál es la conclusión extra de esto? Si no puedes ver más líneas de acción para lograr tu meta, comenta con amigos o compañeros y verás cómo es que entre todos surgen más ideas. Cuando en el camino hacia tus sueños, tus metas o tus objetivos sientas que ya no hay más por donde avanzar, detente un momento para ver las cosas en perspectiva, e incluso comenta con tu grupo de amigos para ver más opciones de acción, pero no consideres como una opción el cejar en tu esfuerzo, y no olvides ¿que si cuántas veces intentarlo? Fácil: ¡hasta lograrlo!

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/nMkLoN2kuv0

 

 

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jueves, 23 de enero de 2025

En el camino a la excelencia dos cosas debes cuidar: creerte más que los demás y que los demás hagan creerte menos


 Toda nuestra vida no es más que un camino hacia la maestría, hacia la excelencia, en ese camino el término medio nos da la sobriedad necesaria que se contrapone a los excesos y permite lucidez de visión y claridad de percepción.

 

Todas las cosas que existen poseen características que les permiten desarrollar todo su potencial, un cambio en las mismas vendría a trastocar no solo su utilidad sino incluso su existencia misma.

 

¿Te has fijado en las características de una flor o de un escarabajo? si la flor fuera mucho muy alta su tallo se doblaría y se rompería, de la misma forma si el escarabajo fuera del tamaño digamos de un elefante su peso haría que se colapsara sobre sí mismo. Ambos tienen el tamaño idóneo.

 

¿Te has fijado en una presa o en una casa? Si la presa fuera mucho muy pequeña no serviría prácticamente para nada pues le sería casi imposible contener las aguas, de la misma forma una casa muy pequeña no serviría como lugar para ser habitado, cuando mucho tal vez para estar unas horas. Ambos tienen el tamaño idóneo.

 

Hay una expresión coloquial que dice sabiamente que en todo “ni tan tan, ni muy muy”. Independientemente de si este es un modismo regional, supongo que todas las culturas han de tener alguna expresión que llame al justo medio en todas las cosas, incluso en vivir tu vida.

 

El ser humano tiene como referente a sí mismo y a los demás, constantemente estamos viéndonos, comparándonos, y evaluándonos en función de la información que sobre nosotros mismos y sobre los demás tenemos. En ese vernos y ver a los demás podemos detectar diferentes momentos en nuestra vida: valles y cimas así como logros y fracasos que vienen a representar el cenit y nadir de nuestra misma existencia, y en todos los casos el objetivo al experimentarlos es el mismo: el justo medio.

 

Antes de explicar lo anterior te propongo un ejercicio que desarrollo en mis talleres de motivación: piensa en un logro personal que te haga sentir sumamente orgulloso, ahora piensa en cinco personas cuyos logros sean superiores con mucho a ese logro que te hace sentir orgulloso. Ahora piensa en algo que te haga sentí apenado por ser un “fracaso” de vida, ahora piensa en cinco personas cuyos errores o fracasos sean considerablemente mayores comparados con el tuyo.

 

Siempre habrá alguien que tenga un mejor logro o resultado de aquel nuestro que pudiera llegar a enorgullecernos, así que esa vanidad que nos dice al oído que somos lo mejor nunca antes visto no debe ser tomada en cuenta, pero de la misma forma ante los fracasos podemos ver personas que han estado en mucho peor situación que nosotros, por lo que tampoco es válido juzgarnos de manera contundente y condenarnos de manera irremediable.

 

Otro ejercicio es el siguiente: de nueva cuenta recuerda un logro que te haga sentir orgulloso, ahora piensa en todas aquellas personas que de una forma u otra colaboraron para que tu pudieras lograr eso que te hace sentir bien; por otro lado, piensa de nuevo en algo que te avergüence de tu vida, pero de la misma forma piensa en todas las circunstancias que se dieron para llevarte a eso que no te gusta.

 

Como podemos ver en los logros siempre hay gente detrás de nosotros que de una forma u otra, directa o indirectamente, nos apoyó a lo largo de nuestra vida hasta llegar el momento en que obtuvimos lo que queríamos. De la misma forma en nuestros errores o fracasos están tantas circunstancias externas, algunas incluso incontrolables, que no es dable el hacernos completa y totalmente responsables de los mismos.

 

Estos dos ejercicios llevan la misma finalidad: hacerte ver que los triunfos no son total y completamente tuyos pero tampoco tus fracasos, ambos te sirven para mostrarte el camino y para señalarte la clase de persona en que te estás convirtiendo, así que no lo olvides: en el camino a la excelencia dos cosas debes cuidar: creerte más que los demás y que los demás hagan creerte menos.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/7oOBfgc8rog

 

 

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jueves, 16 de enero de 2025

Nadie ha salido de un agujero hundiéndose más en él


 Así como existen momentos buenos y agradables en esta vida, de la misma forma existen momentos donde el desánimo y la desazón generan en nosotros sentimientos de angustia e incertidumbre, sentimientos que de inicio son generados pero que si no se manejan adecuadamente adquieren vitalidad propia hundiéndonos más.

 

Si alguien cayera al agua accidentalmente, por más molesto o confundido que estuviera ante tal situación, el hecho es que se enfocaría en salir del agua; nadie en su sano juicio dejaría de esforzarse y como muestra de indignación hundirse ya que de por medio está incluso su vida misma.

 

De igual forma una persona que participase en un accidente vehicular, sirve que el vehículo comienza a echar humo y salirle llamas, inmediatamente buscaría alejarse lo más pronto de él, sin poner como prioridad primera el ver quien tuvo la culpa o incluso si hay cosas de valor dentro del vehículo.

 

Estos ejemplos sencillos y evidentes dejan más que claro que cuando nuestra vida está en riesgo, todo, absolutamente todo lo demás pasa a segundo término siendo la prioridad número uno el ponerse a buen resguardo, pero ¿y lo demás que tiene que ver con nuestra vida? Nuestra vida es mucho más que la mera existencia física, está hecha de eventos, lugares, situaciones y relaciones, los ejemplos anteriores hacen referencia a la cuestión física de nuestra existencia, pero también existen estas otras cuestiones que pueden ser desperdiciadas cuando no tenemos la capacidad de remontar los malos momentos y de retomar las riendas de nuestra vida.

 

Imagina, o más bien: recuerda una situación donde hayas pasado un mal momento, un mal momento en el cual te dejaste llevar por tu mal estado de ánimo y terminaste castigándote a ti mismo desperdiciando momentos valiosos de tu vida: un lugar a donde no fuiste pues estaba fulanito o zutanita, una comida que no disfrutaste pues estabas molesto o frustrado, horas y horas desperdiciadas sin hacer por X, Y o Z, ¿por qué solo la vida física nos impele a su conservación? ¿qué hay de la otra vida, nuestra vida en toda la extensión de la palabra?

 

Te comparto una dinámica que hago en algunos de mis talleres, antes de entrar, todavía afuera del recinto, les digo que imaginemos que cada quien trae una maleta o valija con todas sus preocupaciones, de la misma forma les pido imaginen que hay una restricción que impide ingresar al lugar donde se hará el taller con esa maleta o valija, pero que ahí afuera hay un lugar donde se pueden dejar esas maletas o valijas sin temor a que sean robadas.

 

Les pido que representen y actúen como si cada quien cargara esa maleta o valija y la dejara ahí a la entrada. Una vez dentro les comento lo siguiente: “ahí afuera en la entrada cada quien dejo sus preocupaciones, sus problemas, sus angustias, y ahí van a estar cuando salgan, nadie se las quitará y nadie se las resolverá, así que si ahí estarán de todas formas cuando salgan dense ahora el momento para trabajar con su vida sin esas interferencias”.

 

El ejercicio no termina ahí. Una vez que el taller ha concluido (lo cual puede significar varios días de varias sesiones), les pido al salir que todos tomen de nuevo su maleta o valija (¡a algunos incluso se les había olvidado que la habían dejado fuera!), una vez que todos han “tomado” de nuevo su maleta o valija les pregunto si honestamente la sienten más pesada o más ligera. En todos los casos es más ligera, y no por que los problemas sean menos sino porque el tiempo les ha dado perspectiva y desapegarse por un momento de los problemas les ha permitido reconectarse con sus recursos internos.

 

De igual forma, personalizando el ejercicio anterior, a la otra que experimentes una situación más que frustrante imagínate que la pones en una maleta, ve en tu mente (con los ojos abiertos) una maleta abierta y has la representación de movimientos de acomodar en la maleta imaginaria los problemas incluso verbalizando lo que estás acomodando. Luego déjala fuera y sigue con tu vida.   Cuando quieras podrás recogerla, pero por ahora el compromiso estará con retomar tu vida y no privarte de vivirla.

 

Los malos momentos, los malos ratos, existen, no podemos hacer nada para que se nos presenten en nuestra vida, pero lo que podemos decidir es con cuanto tiempo de nuestra vida los alimentaremos, y teniendo siempre en mente que nadie ha salido de un agujero hundiéndose más en él.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/t1rp2q6qbPg

 

 

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jueves, 9 de enero de 2025

El mundo te pertenece... pero debes luchar por él


 

Cualquier cosa que nos propongamos, cualquiera, implica un esfuerzo y en ocasiones incluso una lucha, pero una vez obtenido eso que deseábamos, algo en nuestro interior nos dice que siempre fue nuestro, por eso lo deseábamos, pero había que ganárnoslo

 

Una paradoja es “una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común”, ejemplo de esto son las expresiones tales como “es de mala suerte ser supersticioso” (rechaza la superstición porque es de mala suerte, lo cual ya es una superstición) o “esta oración es falsa” (¿si es falsa no es verdadera, pero si es falsa si es verdadera?). En este orden de ideas el título de este artículo es una contradicción en sí, una paradoja, si el mundo te pertenece ¿por qué debes luchar por él?

 

Quienes ya llevamos algo de camino en esta vida, sabemos que la vida misma es una paradoja en sí. Constantemente nos estamos contradiciendo a nosotros mismos, logrando cosas que parecían imposibles y no consiguiendo otras que parecían más que alcanzables. Es así como la cuestión paradójica de la vida nos acompaña constantemente, por lo que la frase no extraña, aunque implica un análisis más profundo.

 

Pensemos en nuestra infancia. Creo que en algún momento de la misma nuestros padres nos condicionaron algo a lo que teníamos derecho: “no sales hasta que no termines tu tarea” o “no hay postre si no terminas todas tus verduras”. La salida a jugar era nuestra, ahí estaba para nosotros, lo mismo el postre, incluso puede que  l plato con el postre ya estuviera servido. Pero no era hasta que cumplíamos una obligación que teníamos cuando se nos proporcionaba o permitía lo condicionado.

 

Algo así pasa con la vida. Todo en ella es nuestro, está ahí para nosotros, pero al igual que los ejemplos anteriores de la infancia, tenemos que –paradójicamente hacernos merecedores de lo que procuramos, solo así podremos decir que es nuestro.

 

La situación paradójica nos dice que necesitamos luchar por lo que ya es nuestro para que un milagro se forje en nuestro interior: el milagro de crecer en carácter, visión y conocimiento. Entonces lo que obtenemos, además de su particularidad externa, nos dinamiza el cambio interno hacia algo mejor, con lo que las raíces del mismo se hunden profundamente en nuestro ser. Así no solo obtenemos lo que deseamos, sino que lo hacemos nuestro.

 

Más allá de la cuestión paradójica, esta presentación de ideas va a lo siguiente: ¿por qué has de renunciar a algo cuando de inicio te pertenece? Regresemos al ejemplo de la infancia. ¿Por qué permitirías que ese postre se desperdiciara cuando de inicio es tuyo y solo debes comerte las verduras que se te han servido? o ¿por qué debes privarte de salir a jugar cuando es tu derecho y para ello solo debes cumplir tus deberes?

 

Esa misma pregunta háztela cuando ante la búsqueda de un objetivo, una meta o un sueño tropieces de tal manera que pienses en desistir de logar lo deseado, ¿por qué habrías de renunciar a eso que quieres cuando de inicio es tuyo y solo debes luchar por él?

 

Un ejercicio de visualización que te propongo, cuando se de la situación anterior, es el siguiente: en vez de ver el objetivo, meta o sueño como algo por lo que estás luchando simplemente te digas “¿pero por qué debo renunciar a tener eso cuando es mío?”. Así, es, repítete “eso es mío, eso es mío” y aunque aún no lo tengas verás cómo lo ves diferente y le das fuerzas renovadas a tu lucha.

 

No es lo que aún no obtenemos lo que puede dibujarnos como personas, sino lo que con nuestro potencial podemos alcanzar, lo cual de inicio es ilimitado, así que siempre ten en mente que el mundo te pertenece... pero debes luchar por él.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/yY0SuwDysqM

 

 

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miércoles, 1 de enero de 2025

Un triunfador no es alguien que no conoce el fracaso, sino alguien que lo conoce tan bien como para saber que no pertenece ahí

 


Lo que podemos considerar como “éxito” en esta vida, independientemente de las acepciones que cada quien quiera darle a la palabra, pasa necesariamente por muchos fracasos, derrotas y caídas, pero el solo hecho de seguir en la lucha es señal de que nuestro destino no está en la capitulación sino en el triunfo final.

 

Las palabras “triunfo” y “éxito” tienen significados diferentes para cada quien, para algunos puede referirse a cuestiones mucho muy prácticas y tangibles como un empleo, un título, una venta, un ascenso, para otros puede referirse a cuestiones de trascendencia, solidaridad, cambio; independientemente de esto el lograr algo que uno quiere implica una lucha, un esfuerzo, o como yo le llamo: un andar, que no está exento de momentos en los cuales nos sentimos abatidos.

 

Te propongo en este momento un ejercicio que cuando toco este tema en mis conferencias o talleres lo traigo a colación, puedes hacerlo mentalmente: piensa en al menos cinco personas que, independientemente de su campo de acción, consideres exitosas. Escoge una que consideres la más exitosa de esas cinco. Ahora señala al menos tres cosas por la que consideres a esa persona un modelo de éxito. Por último, señala un quebranto o revés que esa persona haya sufrido en su camino hacia el triunfo.

 

El resultado en un 90% de las veces, y si hiciste el ejercicio es muy probable coincida, es que para las primeras instrucciones prácticamente no se tiene problema alguno, el problema es con la última instrucción, con señalar un quebranto o revés que esa persona haya sufrido en su camino hacia el triunfo. El 0% no sabe indicarlo, ¿por qué?, porque la mayoría vemos el triunfo de tal o cual persona, pero –el gran pero- desconocemos en muchas ocasiones lo que tuvo que pasar para lograr ese éxito.

 

¿A qué viene todo esto? Es una reflexión cuya finalidad es hacerte ver que no por que veamos a tal o cual persona como alguien exitoso, eso quiere decir que nunca experimentó el fracaso, al contrario, si conociéramos su historia (así como la historia de cualquier triunfador), veríamos como está matizada de muchos momentos oscuros los cuales no impidieron su avance hasta hacer realidad sus sueños.

 

¿Y qué queda de esto para ti? ¡Ah, esta es la parte interesante! Interesante ya que a lo mejor ahorita tú no has logrado todas las metas de valor que te has propuesto, incluso tal vez ahorita estés experimentando algún revés en alguna de ellas, lo cual solo quiere decir que estás en camino hacia el logro de la meta, del objetivo, de tu sueño, pero al igual que los triunfadores que pudieras mencionar, ahorita estás experimentando esos momentos previos al triunfo que sirven para darte valor, entereza y carácter.

 

Tú, al igual que todos los que antes han salido exitosos de las batallas de la vida, estás llamado a ese triunfo en lo que te propongas, no importa si tus metas son materiales, intelectuales, emocionales e incluso espirituales, el simple sentimiento de incomodidad cuando caes, cuando fallas, cuando tropiezas, es señal que estás llamado para algo más grande, más completo, más trascendente, después de todo un triunfador no es alguien que no conoce el fracaso, sino alguien que lo conoce tan bien como para saber que no pertenece ahí.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/sPd5rhXwQfs

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://go.hotmart.com/B91847525Q